viernes, 21 de octubre de 2011

Senderismo: del Escorial a la Silla de Felipe II

Animábamos desde este mismo blog en Diciembre de 2010 a viajar al Real Sitio de San Lorenzo del Escorial. Allí se puede disfrutar del Real Palacio y Monasterio, descubrir el Panteón de Reyes, visitar los grandes jardines, y rematar la visita con un paseo por la propia población del Escorial, convertida desde hace mucho tiempo en uno de los principales polos de atracción turística de la Comunidad de Madrid.

También en aquella misma entrada al blog, justo al final, advertíamos de la posibilidad de visitar por los alrededores algunos de los muchos lugares de interés naturalístico y paisajístico, como son el Monte Abantos o el área de la Herrería en el que se encuentra la conocida como silla de Felipe II. Precisamente en la presente entrada vamos a detallar y explicar con mucha más precisión el acceso y origen de este último paraje, posiblemente cargado de historia, pero en el que destacamos principalmente su belleza natural, y lo definimos como un lugar ideal al que ir a hacer un poco de ejercicio, y de paso disfrutar de un día en la montaña antes de que el pintoresco otoño deje paso a la rudeza del invierno.

Proponemos aquí una ruta de unos 6 kilómetros a pié en la que el caminante disfrutará de una gran variedad de paisajes que se iniciarán en los jardines del Real Palacio y Monasterio de San Lorenzo del Escorial, continuarán por los bosques que rodean el conjunto, se adentrarán en los cada vez más densos parajes protegidos de la Herrería, y ascenderá a la llamada Silla de Felipe II. De regreso, tras el descenso por la Herrería podremos variar nuestro recorrido circundando el gigantesco Palacio del Escorial para volver al punto de encuentro. Una caminata en la que disfrutaremos del bosque arbóreo típico mediterráneo y específico de la sierra de Madrid, en el que robles, encinas, enebros, quejigos, jaras, y sobre todo pinos, crean un ecosistema en el que hay una gran variedad ornitológica con lugar destacado para el pájaro carpintero, abunda la fauna salvaje de cérvidos de pequeño tamaño, existen explotaciones agrícolas de vacunos, y donde destacan –aunque no serán fáciles de ver– las poblaciones de mariposas apollo e isabelina, ambas protegidas por ley en la Comunidad de Madrid.


El primer paso para nuestro paseo será, evidentemente, llegar a San Lorenzo del Escorial. Y para ello tenemos dos opciones de transporte público: los autobuses interurbanos, o la red de Cercanías de tren. Si elegimos el autobús, hemos de saber que el trayecto durará, aproximadamente y en función del tráfico, más o menos una hora. El punto de partida estará en el Intercambiador de Moncloa, donde podremos elegir entre la línea 661 o la línea 664 (Autocares Herránz en ambos casos). Las dos líneas de autobuses salen desde el puesto número 11 en la Isla 1 del intercambiador, y también en ambos casos finalizarán su recorrido en la Estación de Autobuses de El Escorial, así que siendo éste el final de la línea, no hay posibilidad de pérdida o de equivocarse de parada.

Si por el contrario elegimos el tren, desde cualquiera de las principales estaciones del centro de la ciudad integradas en la red de cercanías de Madrid (Atocha, Sol, Nuevos Ministerios o Chamartín), tan sólo hemos de coger un tren de la línea C3 en dirección a El Escorial, trayecto que cubren en un tiempo que oscila entre los cincuenta minutos y la hora y diez minutos dependiendo de la estación de origen en Madrid. La frecuencia de los trenes es de uno cada media hora, aunque los domingos y días festivos esta frecuencia se rebaja hasta solamente uno por hora.

Si llegamos a El Escorial en tren (1), tan sólo hemos de salir de la estación y caminar por la única calle que veremos –calle de Santa Rosa–, que presenta una ligera cuesta arriba, y que finaliza a tan sólo unos 250 metros, en un cruce con semáforo, lugar donde encontraremos una entrada a los Reales Jardines del palacio. Adentrémonos por ella, pues éste será el inicio de nuestra caminata: un jardín diáfano, poblado sobre todo por pinos, robles y abetos y en cuyo interior, además, se encuentra la llamada “Casita de abajo” o “Casita del príncipe” (2). Se trata de un pequeño edificio construido por Juan de Villanueva para vivienda del príncipe y futuro rey Carlos III en el siglo XVIII. Discreto al exterior, el interior es de una belleza espectacular. Las visitas se conciertan en el Real Monasterio que está unos cuantos metros más arriba. Sigamos pues, caminando por la alameda principal, siempre en línea recta, y siempre ascendiendo, hasta que encontremos la salida de estos jardines. Nuestro referente más fácil para orientarnos será la gran cúpula y torres del monasterio, que desde el centro del jardín comienzan ya a ser visibles.

De los jardines saldremos a una pequeña calle rodeada a derecha e izquierda de unas altas vallas de piedra que delimitan el propio jardín que acabamos de abandonar, y el recinto del palacio. Esta calle se llama Calleja Larga, y hemos de caminar por ella iniciando un ligero descenso, que nos quedará a la izquierda según hemos salido de los jardines (3). A esta misma calle hemos de llegar si en lugar de usar el tren hemos usado el autobús. El trayecto desde la estación de autobuses (4) hasta esta Calleja larga es igualmente muy sencillo: basta salir de la estación y caminar por la calle Juan de Toledo –girando a la derecha al salir de la estación– hasta que ésta finaliza en una glorieta circular, justo al lado del Palacio. Aquí hemos de cruzar al otro lado de la calle, y por la gran acera que comienza a descender encontraremos la Calleja larga por la que hemos de ir (3).

Nuestro recorrido continuará por la calleja larga. Es un descenso suave, dejando a la derecha el gran Palacio, y que nos hará llegar por esta calle asfaltada hasta un lugar en el que el camino nos obliga a elegir entre derecha o izquierda. Elijamos la derecha (5), donde veremos cómo no está permitido el tráfico para vehículos a motor con una barrera. Pasemos nosotros bordeando esta barrera, y continuemos notando el cambio del asfalto por una pista de tierra compactada. El recorrido aquí comenzará a dejar cualquier carácter urbano, y nuestra pista irá dando paso a paisajes casi de dehesa, viéndonos rodeados de árboles bajos y algunas concentraciones de chopos y olmos en los márgenes de pequeños arroyos, uno de los cuales nos ofrece una fuente indicada con un cartel (la fuente está seca en la actualidad). Continuando con nuestro recorrido hemos de seguir siempre por la pista que traemos hasta que ésta finalice en un pequeño cruce (6): en este lugar veremos por primera vez un viejo cartel de madera que nos indica silla de Felipe II en una dirección y senda ecológica en la otra. Tomemos hacia la silla, es decir giremos a la izquierda, y notemos cómo a escasos metros hemos de cruzar una carretera nacional. Extrememos las precauciones, y usando el paso de peatones que está habilitado, vayamos hacia el otro lado entrando de lleno en el paraje protegido de “La Herrería”.

En esta zona podremos disfrutar de un área de descanso con bancos y mesas preparadas para meriendas o comidas campestres a ambos lados de la carretera. Puede ser un lugar para reposar, o incluso para comer. Cuando decidamos continuar tan sólo debemos seguir los carteles que indican al tráfico rodado la dirección de la Silla de Felipe II. Serán unos 250 metros que hemos de realizar por la carretera, hasta alcanzar una pequeña iglesia santuario que quedará a nuestra derecha. Continuemos sin abandonar la carretera, e inmediatamente después –unos 50 metros– hemos de estar muy atentos para ver las indicaciones de un sendero (7) que naciendo en esta ocasión a nuestra izquierda nos llevará directamente a la cima. El sendero está homologado como un GR (ruta de gran recorrido europeo) y por esta razón presenta las típicas marcas horizontales rojas y blancas. Hemos de fijarnos bien para verlo, pues las señalizaciones han sido pintadas en los propios árboles que están a nuestra izquierda.É sta será la constante en el siguiente tramo de nuestra ruta: abandonamos la carretera para adentrarnos por pleno bosque en un sendero muy pisado que será fácil de seguir, aunque un poco más duro porque el ascenso comienza a hacerse evidente. Estamos circulando por el GR10, que comunica el mar Mediterráneo desde Valencia, con el Océano Atlántico cerca de Lisboa, y que en el tramo de la Comunidad de Madrid atraviesa todo el macizo de la Sierra. Aprovechémoslo pues, teniendo claros los símbolos que nos indican por donde hemos de continuar (ver fotografía), y sabiendo que éstos suelen estar pintados en las cortezas de los árboles, o en grandes rocas que flanquean el recorrido. Es uno de los tramos de mayor riqueza arbórea de toda nuestra ruta.


Tras un tramo corto, pero de duro ascenso, habremos llegado definitivamente a nuestro destino. En un pequeño alto está situada la Silla de Felipe II (8), lugar que se ha transformado mínimamente para evitar el acceso de coches u otros vehículos, se ha adaptado para comidas y meriendas campestres con sencillas mesas en los claros del bosque que lo rodea, se han construido unos aseos públicos, y donde además existe un pequeño “bar” en el que podremos tomar una bebida fresca, o incluso comprar algún bocadillo o sencilla tapa. De acuerdo con un cartel que allí mismo exhiben, este pequeño negocio tan sólo abre los viernes, sábados y domingos del año, y también los días festivos. En esta área podremos disfrutar del frondoso bosque de la sierra madrileña, con una vegetación bastante cerrada y todavía bastante variada, aunque el pino es el árbol predominante. Pero lo más hermoso del lugar no es solamente el propio bosque, sino las vistas panorámicas que desde aquí tendremos. Y para ello, hemos de subirnos a la parte más alta del conjunto que está conformada por gigantescas piedras irregulares de granito en las que se han tallado y construido unos cómodos escalones, y en cuya cima podremos ver de un solo golpe parte de la Sierra Madrileña, con el monte Avantos en primer término, y gran parte de toda la Comunidad de Madrid con el imponente Monasterio del Escorial como gran referente. Viendo esta bonita panorámica, estaremos pisando la silla de Felipe II.

Lo que hoy llamamos silla de Felipe II es lo que los historiadores definen como “falso histórico”. Es decir, un error, una mala interpretación, una mala identificación, que a base de ser tan repetida y conocida durante años y años, acaba por convertirse en aquello que no fue nunca, pero que el subconsciente colectivo acepta como verdadero. Nos cuenta la tradición que exactamente a este lugar venía el Emperador Felipe II para sentarse y desde aquí contemplar no las vistas del valle, sino ver cómo iban avanzando las obras de su más ambiciosa construcción: el Monasterio del Escorial. Hoy sabemos con certeza que estas pequeñas “excursiones” del rey para caminar por la naturaleza y observar las obras fueron ciertas, pero hace mucho tiempo que se empezó a dudar de que éste fuese el lugar exacto desde el que sus cronistas nos dicen que se sentaba a ver el avance de la construcción. La primera razón la más lógica: tan lejos estamos, que apenas se podrían ver los pequeños avances o detalles, pues la vista no alcanza para tanto, y además hay lugares más cercanos al monasterio y más elevados que permitirían mucho mejor su contemplación y “vigilancia” del progreso de las obras.

La segunda, y mucho más concluyente, son recientes estudios científicos; entre otros el de la profesora Alicia M. Canto de la Universidad Autónoma de Madrid; que nos afirman cómo éste lugar parece haber sido producido por culturas mucho anteriores, prerromanas, como lugar de culto, o tal vez incluso como lugar de sacrificios. Esto explicaría la forma que hoy tienen las piedras, con verdaderas sillas o tronos tallados en su parte más alta, pero también con un segundo lugar en el que parece se podrían situar ciertos rituales de ofrendas y sacrificios. Además, el parecido con otros santuarios de la cultura prerromana hispana, –Castro de Ulaca en Solosancho (Ávila)– que sí han sido identificados sin lugar a ninguna duda, es más que evidente, y también la cercanía geográfica.

Y sin embargo aún hoy mantiene este nombre de silla de Felipe II, que ahora ya sabemos que no le corresponde. La razón son las muchas noticias, y las muchas veces que de ella se ha hablado, hasta el punto de ligar esta gran roca con la historia personal del rey. La tradición popular, las gentes que así lo llamaban durante siglos, fueron la primera importante razón. Pero la segunda y más significativa fue que en el año 1925 el Estado Español emitió un billete de 100 pesetas (moneda española anterior al Euro), en cuyo reverso venía un cuadro del pintor madrileño Luís Álvarez Catalá, en el que se podía ver claramente al Rey Felipe II sentándose en su silla para divisar el Palacio del Escorial, que no en vano estaba situado en el anverso del mismo billete. Fuese santuario, mirador, o lugar de ofrendas de la cultura vetona, lo que es indudable es que el paraje constituye un fantástico lugar al que subir a pié haciendo una escapada desde Madrid, y aquí disfrutar de una jornada campestre.

El regreso hacia la población de El Escorial ha de realizarse por la misma senda GR que hemos tenido al subir. Si nos ha resultado incómoda, o simplemente queremos variar el recorrido, hemos de saber que a escasos metros de la silla veremos una carretera asfaltada. Si la tomamos en descenso llegaremos a la pequeña ermita que habíamos visto al subir; lugar en el que también desemboca el GR si decidimos bajar por él. Después, a escasos metros, y aún en suave descenso, nos encontraremos con la carretera nacional que ya habíamos cruzado en nuestra ida, y que ahora volveremos a cruzar. Continuamos en línea recta y llegaremos al lugar en el que sugerimos variar ahora nuestro recorrido. Justo en el cruce donde habíamos llegado en nuestra ida (6), continuemos en línea recta siguiendo las indicaciones de “senda ecológica”. Ésta nos irá acercando a la población de San Lorenzo del Escorial. Tan sólo encontraremos un cruce, que hemos de solucionar tomando el camino de la derecha (9), que en suave ascenso nos acabará llevando a entrar en el recinto del palacio. Tras entrar por una vieja puerta de acceso, giraremos obligatoriamente a la derecha, y nos estaremos acercando al flanco lateral sur del Palacio, lugar por el que se extienden jardines y un gran estanque. Puede ser interesante saber que si bien el acceso al palacio es pagando, el acceso a los jardines, que bien pueden merecer una visita, es libre y gratuito. El acceso se hace bajo unos arcos por los que también pasa el tráfico rodado de vehículos, a escasos metros del gran estanque (10). Esta entrada a los jardines es la única, de manera que si el viajero decide entrar, ha de saber que deberá obligatoriamente regresar a ella para continuar el viaje, aún cuando por el interior de los jardines haya llegado hasta el otro extremo de palacio. Desde aquí iniciaremos el final de nuestra caminata. Bordeando por el exterior todo el recinto del palacio llegaremos nuevamente al cruce con la calleja larga, de modo que podremos regresar bien a la estación de autobuses, bien a la estación de tren.

Para la realización de esta pequeña y suave ruta aconsejamos llevar calzado adecuado para las circunstancias, en tanto que caminaremos en plena naturaleza, y continuamente estaremos alternando caminos asfaltados con sendas de piedra, y aún lugares con arena y piedras sueltas: calzado cerrado, específico para hacer deporte al aire libre. Será igualmente conveniente pensar en llevar agua –y algo de comida– en tanto que las fuentes que veremos por el camino no nos garantizan la sanidad, y además la mayoría están secas. Importante saber también que El Escorial, y más aún la silla de Felipe II están situados a los pies de la sierra, a cierta altitud, por lo cual el clima es bastante riguroso durante el invierno, no siendo incluso ajenas o extrañas las nevadas esporádicas. Por esa razón, antes de ir, lo mejor será echar un vistazo a la previsión meteorológica tanto para evitar sorpresas desagradables, como para proveernos de la ropa más adecuada.


Mapa en detalle de la ruta




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