jueves, 24 de febrero de 2011

Málaga, la ciudad de la luz.

En el extremo sur de España, en pleno corazón de la Costa del Sol, se encuentra la ciudad de Málaga. Elevada a los altares por algunos de los malagueños más mediáticos, como Pablo Picasso o Antonio Banderas, ha sido también la cuna de grandes hombres de Estado y política, casos del Marqués de Salamanca, o Cánovas del Castillo. Pero la ciudad está en boca de todos cuando hablamos de un buen maridaje entre cultura, relax, ocio… y por supuesto, sol (y playa).

Málaga fue fundada por los fenicios en el siglo VII a.C. Más tarde pasó a ser territorio federado del Imperio Romano, y aún después territorio de pleno derecho. Tras la caída de Roma, el territorio llegó a pertenecer a la provincia bizantina de Spania, conquistada en tiempos de Justiniano I, aunque los visigodos acabaron con aquella hegemonía en el año 615. Tras ellos llegó la invasión musulmana, muy presente en la ciudad pues llegó a ser hasta cuatro veces capital de distintas taifas, para acabar finalmente sucumbiendo al poder cristiano del Reino de Castilla en el año 1487. La Edad Moderna pasó con más pena que gloria, para llegar al siglo XIX, donde Málaga se convertirá poco a poco en una ciudad destacada, gracias a su comercio, a su incipiente industria que la llevó a principios del siglo XX a destacar en la revolución industrial nacional, y a liderar también las distintas revoluciones liberales. Tanto en época de Isabel II, como durante la Guerra Civil Española –recordemos que de Málaga salió, en 1933, el primer diputado comunista electo de España–; guerra que fue fuertemente sufrida en la ciudad.

La segunda mitad del siglo XX traerá un increíble avance a la ciudad. Desde la década de los ’70, la costa malagueña se convierte en uno de los principales polos del turismo nacional e internacional, completamente consolidado en la actualidad, y Málaga se convierte en la capital cultural de la Costa del Sol, creciendo además hasta los casi 600.000 habitantes, lo que la convierte en la sexta ciudad española más grande, y la segunda de la Comunidad Autónoma de Andalucía, a la que pertenece.


Llegar a Málaga desde Madrid es extremadamente sencillo pues dispone de conexión en autobús, tren de alta velocidad y avión. Acaso la única pega es precisamente la distancia, casi 550 kms., lo que aconseja o un transporte rápido, o una estancia de al menos 3 días, para que podamos disfrutar de los muchos tesoros que la ciudad nos ofrece.

El viaje en avión es el más rápido, aunque como también sucede cuando se viaja de Madrid a Barcelona, si sumamos las esperas por controles de seguridad, maletas, etc.; el tren de alta velocidad es una opción que acaba dando el mismo resultado en tiempo, ya que éste no tiene tantas esperas, y nos deja directamente en la ciudad. El aeropuerto Pablo Picasso de Málaga está situado a sólo 8 kilómetros del centro de la ciudad. Las instalaciones son completamente nuevas, ya que el aeropuerto, de los más viejos de España, ha sido completamente remodelado y ampliado en fechas recientes, pues es de carácter internacional y gestiona gran cantidad de vuelos, especialmente en fechas estivas (12 millones de pasajeros en 2009, el cuarto en el ranking nacional). Una vez en el aeropuerto, el transporte a la ciudad se puede realizar con alguna de las distintas líneas de autobuses urbanos que conectan con el centro de la ciudad, o con la red de cercanías de Renfe, que tiene parada en el propio aeropuerto, justo frente a la Terminal 3. Si por el contrario elegimos el Tren de Alta Velocidad, la estación de salida en Madrid será Atocha, y el tiempo del viaje oscilará entre las dos horas y media y las tres, dependiendo del número de paradas que realice nuestro tren. La estación de destino es la Estación María Zambrano, situada en pleno corazón de la ciudad, a escasos metros del Puerto marítimo, y como sucede habitualmente con la Alta Velocidad, si queremos conseguir un buen precio hemos de comprar el billete con mucha antelación, aprovechando alguna de las ofertas. La tercera de las opciones, y siempre la más barata, es el autobús. La compañía que da servicio a esta ruta es Daibus, y la estación de salida en Madrid es la Estación Sur. El tiempo del viaje oscilará entre las 7 y 8 horas, dependiendo de las paradas y ruta que realizan, cuestión aconsejable de preguntar a la hora de comprar el billete, pues unos autobuses tardan más que otros al hacer más recorrido.


Una vez en Málaga, hemos de saber que el espacio que mejor define y explica a la propia ciudad, es su centro histórico. Por ello, un buen lugar para iniciar nuestro recorrido sugerido es la Alameda Principal, calle espaciosa completamente llena de gigantescos ficus, y paralela al Mar Mediterráneo. Desde el extremo Este de ella, y dejando el puerto a nuestra espalda, podemos adentrarnos en el centro histórico a través de la Plaza de la Marina, donde podremos ver la escultura del Marqués de Larios, obra de Mariano Benlliure. Desde aquí ya podemos ver la Calle Larios, que es la que hemos de tomar. Se trata de la calle más emblemática de la ciudad, comercial y peatonal, nos va a servir de referente para la primera parte de nuestro paseo a pie. A escasos metros, caminando por la dicha calle Larios en dirección norte, podemos hacer la primera desviación por la calle de las Atarazanas, para visitar el “Mercado Árabe”. Llamado así, o llamado también “Mercado de las Atarazanas”, o “Mercado principal”, es el mercado más grande de la ciudad, y sólo por ello ya merece una visita. Pero además, el edificio nos traerá recuerdos de aire musulmán, pues su acceso principal fue rescatado de la vieja construcción mora. Se quería con ello recordar, no sólo el pasado árabe de la ciudad, sino que en este mismo lugar estuvieron los talleres navales de aquella época, en los que se reparaban, construían y conservaban las embarcaciones marítimas.

Regresaremos sobre nuestros pasos a la Calle Larios para retomarla nuevamente en dirección norte. Hacia la mitad de la calle, a nuestra derecha, será buena idea adentrarnos por la calle Strachan hasta que ésta se acabe. Ante nosotros se levantará la gran Catedral de la Encarnación de Málaga. Comenzada a construir en 1528 sobre la antigua mezquita mayor de la ciudad, es uno de los grandes edificios renacentistas de Andalucía, aún a pesar de que sus obras se extendieron hasta el siglo XVIII. Destaca especialmente su interior, completamente renacentista, realizado de acuerdo a los planos e ideas del arquitecto Diego de Siloe, uno de los grandes genios del siglo XVI español; y cuyas obras pasaron después a ser dirigidas por otros grandes arquitectos como Andrés de Vandelvira y Hernán Ruíz II; todos ellos arquitectos de primerísima fila durante el Renacimiento. También merece especial atención su magnífica sillería del coro, obra de Pedro de Mena. Su fachada principal, realizada siglos después, es ya barroca, y además una de sus torres nunca fue finalizada por falta de dinero. Se cree que el presupuesto para su construcción fue el dinero enviado como ayuda a los Estados Unidos de América durante su Guerra de Independencia, como se recuerda con una inscripción, aunque este dato no está completamente asegurado.

Podremos ahora regresar nuevamente a la Calle Larios, por la que seguiremos en dirección norte hasta la Plaza de la Constitución, que es el gran espacio público de la ciudad, y que siempre lo ha sido desde la reconquista cristiana del siglo XV, haciendo las funciones de Plaza Mayor. Saldremos de ella continuando por la prolongación de la calle Larios, que ahora muda su nombre al de Calle de Granada. El perfil de ésta es sinuoso, y nos permitirá ir viendo algunas de las construcciones más antiguas y tradicionales de la ciudad, hasta que finalmente nos dejará, junto al Museo Picasso. El acceso a éste se realiza a través de la Calle San Agustín, y en su interior encontraremos una colección permanente, fruto de las donaciones de familiares del artista malagueño, basándose en la idea de que el propio pintor quiso fundar en su ciudad natal un museo, algo que no pudo llegar a realizar durante su vida. Posteriores contactos con la ciudad de su viuda, y finalmente sus hijos, propiciaron que en 2003 se inaugurase este museo, que además de la exposición permanente, presenta siempre una o varias exposiciones temporales, normalmente centradas en el ámbito vital y artístico de Picasso, a través de otras corrientes artísticas, y de otros autores.


La siguiente idea sugerida en esta visita a la ciudad de Málaga, es la de acercarse a la parte más vieja, en la que se encuentran algunos de los más importantes monumentos. La zona a visitar está a escasos metros del Museo Picasso, concretamente a las espaldas del edificio, y por lo tanto tan sólo tendremos que callejear un poco en dirección este, para encontrar el inicio de la gran colina en la que se asientan los restos romanos y la alcazaba árabe. En la parte inferior está el Teatro Romano, que sólo fue encontrado en 1951 durante unas obras en la antigua casa de la cultura. La construcción es del siglo I d.C., y conserva en bastante buen estado parte del graderío y de la orchestra, aunque por desgracia no se conserva el escenario, que fue prácticamente destruido durante la construcción de la alcazaba árabe, que usó gran parte de sus materiales. En el propio teatro se ha ubicado recientemente un Centro de Interpretación, que además de explicarnos con detalle todos los restos romanos, nos introduce al ámbito imperial y su cultura.

Nos queda por visitar la Alcazaba de Málaga. Situada en lo alto de la colina, es la visita casi obligatoria o más emblemática de la ciudad. En la Alcazaba está la razón de ser de la ciudad durante la época musulmana, pues en ella habitaban los gobernadores y dirigentes, en tanto que se trata de un complejo palaciego que estaba completamente amurallado en uno de los ángulos de la ciudad. Construida sobre la roca a la que se adapta perfectamente, desde el siglo XI, fue modificada varias veces hasta el siglo XV. Todavía hoy llama la atención por su situación imponente, y por la belleza y riqueza de algunas de sus estancias. Aunque algunas de las dependencias más antiguas nos recordarán elementos cordobeses; especialmente por la decoración de sus arcos; pero el espacio más significativo son los llamados “cuartos de Granada, situados en pleno corazón de la construcción, y que eran la residencia de los reyes y gobernadores. Se construyeron al estilo granadino, en torno a distintos patios con estanques, y con gran sencillez en sus formas y decoraciones, si lo comparamos con la Alhambra. No obstante, es una visita aconsejada, al igual que el resto de dependencias de la Alcazaba, compuesta por el llamado barrio de casas –en el sector más oriental–.

Desde la Alcazaba, a través de la Coracha y Jardines de Puerta Oscura, se puede acceder al Castillo de Gibralfaro, aunque otra opción fantástica es hacerlo con el autobús número 35 desde el Paseo del Parque, en el centro de la ciudad, ya que las cuestas son considerables; o a través de un ascensor público, situado en la calle Guillén Sotelo. No sabemos con seguridad a qué época se remonta la primera construcción del castillo, y se ha llegado a especular incluso con la época fenicia, sobre todo porque su nombre, arabizado, significa “montaña del faro”, y por tanto se cree en la existencia de esta vigía luminosa para los marinos más antiguos, de la que de cualquier modo, nada queda. El edificio actual, es de fundación musulmana, al igual que la inmensa coracha o muralla exterior que responde al siglo XIV. El castillo propiamente dicho fue modificado varias veces durante la Edad Moderna, razón por la que se perdieron gran parte de las estancias, incluida la mezquita, y en época mucho más reciente, en sus dependencias se ha ubicado el Museo Arqueológico. Aún así, merece la pena la visita, que además nos dejará las mejores imágenes de la bahía de Málaga, y de la propia ciudad, e incluso si tenéis suerte y la atmósfera está despejada, se llegarán a ver las montañas del continente africano.


Hasta aquí he sugerido sólo una de las infinitas opciones de visita para la ciudad de Málaga. La ciudad encierra en sus calles otros muchos atractivos, como pueden ser el Museo de Artes y Costumbres Populares, o el Museo de Arte Sacro, ubicado en la abadía cisterciense de Santa Ana, y de especial interés por la gran repercusión y fama (merecida) de la Semana Santa malagueña. O podemos incluso realizar una visita urbana en función de algunos de sus impresionantes palacios y edificaciones, caso del Palacio de Zea-Salvatierra, caso del Palacio Episcopal, caso de la Antigua fábrica de Tabaco, el viejo Edificio de Correos que hoy es la sede del Rectorado de la Universidad de Málaga, o el hermoso Teatro Miguel de Cervantes.

Pero podemos también organizar nuestra visita en función de otros temas. Así por ejemplo, en la Oficina de Turismo de Málaga –situada en la Avenida de Cervantes número 1–, nos podrán informar sobre la llamada “Ruta de Picasso”, en la que recorreremos los principales lugares e hitos en la vida malagueña del pintor cubista; o podremos realizar la llamada “Ruta Romántica”, que además de algunos de los principales monumentos de la ciudad incluye jardines, la plaza de Toros…, o la “Ruta Botánica”, que nos guiará por los principales espacios verdes y jardines de la ciudad, y que efectivamente es de interés botánico por su variedad y riqueza.


Evidentemente nos queda por comentar unos de los principales atractivos de Málaga, y que también justifican una estancia de varios días en la ciudad: su ocio, y su mar. Las playas malagueñas son excepcionales, pues repartidas por todo el litoral de la ciudad en número de 16, acumulan hasta 14 kilómetros de extensión, y por su carácter urbano están perfectamente comunicadas con el centro de la ciudad con transporte público. Buenos destinos pueden ser las playas de la Malagueta (la más popular), Pedregalejo o San Andrés, que al ser las más cercanas a la ciudad son las mejor comunicadas, aunque también por ello las más masificadas. En cuanto al ocio nocturno, el centro histórico es el epicentro de la fiesta malagueña, especialmente entre la Plaza de la Constitución y la Plaza de la Merced, sirviendo de arteria principal la Calle Granada. Otra zona de buen ambiente, probablemente algo más relajado, y sobre todo diverso, son las propias playas, en especial La Malagueta. Aquí, al caer el sol, el ambiente se transforma, ya que la mayoría de sus “chiringuitos” ofrecen entonces tranquilidad, música y terrazas para disfrutar de la noche. Conviene recordar no obstante, que este ambiente de ocio en la playa es mucho más habitual durante los meses de verano; mientras que en el centro histórico cualquier época del año es buena para encontrar locales de ambiente.

Aprovechad también la visita a Málaga para probar algunos de sus productos típicos. Como buena ciudad mediterránea, su dieta es variadísima y de antigua tradición. Quizás por ello, entre lo más tradicional están platos de pescado y de sencillez increíble, caso del pescaíto frito, o el espeto de sardinas. Y seguramente también será una buena idea probar su vino: pedid un “vino de Málaga” y comprobaréis lo dulce que es esta bebida alcohólica, protegida por una Denominación de Origen, y elaborada principalmente a partir de uvas de la variedad Moscatel y Pedro Ximenez, y que en ocasiones nos hará dudar de si es vino o por el contrario un licor. Y cuidado con su dulzura, pues evidentemente es una bebida alcohólica.


Málaga es un destino fantástico en cualquier época del año. Su clima mediterráneo, y su cercanía al mar, nos aseguran una buena temperatura tanto en invierno como en verano, con máximas estivales que no superan con facilidad los 30º, alejándose del calor tórrido que puede existir en muchas partes de Andalucía. Conviene saber, no obstante, que la Semana Santa en Málaga es especialmente sentida y concurrida, razón por la cual convendrá planificar bien el viaje si coincide con estas fiestas, sabiendo que encontraremos la ciudad tomada por malagueños, turistas, procesiones… y será incluso difícil moverse con cierta libertad por ella. Otra época complicada puede ser la de la Feria de Málaga, que se hace coincidir con las fiestas patronales (mediados de Agosto), así como los principales puentes y épocas vacacionales de España, en los que no sólo la ciudad de Málaga, sino todo el litoral provincial, se abarrotan. Pero planificando un poco el viaje, con cierta previsión, cualquier momento es realmente bueno para visitar Málaga.



Video de Promoción turística de Málaga.




I.Y.P.

lunes, 14 de febrero de 2011

León, capital del Viejo Reino.

Sin León no hubiera España, / que antes que Castilla leyes, / concilios, fueros y Reyes, / dieron prestigio a León...”. Eso nos recuerda su himno oficial, escrito por José Pinto Maestro, y musicalizado por el genial Odón Alonso. Y aunque el himno sea muy joven (1934), nos recuerda una realidad que sirve como clara muestra de la importancia, pasada, de esta ciudad. Y es que ciertamente, sin León, la historia de España habría transcurrido, probablemente…, de otra manera.

León fue fundada hacia el año 29 a.C. por la Legio VI Victrix; una de las legiones romanas que trataban de someter la Península Ibérica (Legione = León). Desde su solar, con un ojo vigilaban las guerras cántabras, y con el otro custodiaban los importantísimos recursos minerales de la zona, especialmente las minas de oro de El Bierzo y de La Maragatería. Por estas y otras razones, un nuevo grupo militar romano, la Legio VII Gemina, también se asentaría en León, en este caso ya hacia el año 74 d.C., consolidando el nacimiento de la ciudad.

Caído el Imperio Romano, León transitará con cierto letargo la época visigoda, para renacer con fuerza durante la Reconquista. Primero fue reedificada, y después fueron reconstruidas sus viejas murallas por orden del Rey de Asturias Ordoño I en el año 856. Más tarde, en el 910, la ciudad sería elegida como capital de un nuevo reino, heredero directo del viejo astur, y que habría de convertirse en el reino peninsular con más proyección durante varias centurias, y que habría de contar con los reyes más poderosos de toda la Península hasta bien entrada la Alta Edad Media. Había nacido el Reino de León.

En esta ciudad nacería el que se cree que puede haber sido el primer parlamento de toda Europa (las Cortes de León, en el año 1188, por orden de Alfonso IX). En esta ciudad se escribieron algunas de las más tempranas frases, ya no en latín, sino en un primitivo español (Nodicia de kesos). En esta ciudad se escribieron algunas de las obras musicales más antiguas conservadas en España (Antifonario de León). Y desde León nacerían tierras, señoríos, condados, feudos e incluso reinos, como los de Galicia o Portugal. Precisamente, uno de estos territorios, primero Condado y después Reino, acabaría heredando su hegemonía en el año 1239; el Reino de Castilla. La herencia de aquella vieja “capitalidad” es todavía hoy visible en la ciudad moderna de León. Lo es a través de los hechos y datos históricos conservados en sus museos y archivos; lo es también a través de su urbanismo medieval en el centro histórico; y lo es sobre todo, a través de sus monumentos, entre los más importantes y notables de todo el país.

En la actualidad León es la capital de una de las nueve provincias que integran la totalidad de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Situada en el noroeste peninsular, concretamente a unos 333 kilómetros de Madrid, es una ciudad de tamaño medio en el contexto nacional, con poco más de 135.000 habitantes. Tanto por la distancia, como por el tamaño de la ciudad, así como por el interés de la visita, es aconsejable realizar un viaje en el que emplearemos un mínimo de dos días.


Para llegar a León desde Madrid con transporte público disponemos de las tres opciones posibles. La primera de ellas es el avión, que nos resultará poco económico si no compramos el billete con mucha antelación. Otro inconveniente es la poca frecuencia de vuelos directos, aunque siempre nos ofrecerán vuelos con escala. El vuelo directo dura unos 55 minutos, y es operado por Iberia. Si elegimos el transporte aéreo, el Aeropuerto de destino será el de La Virgen del Camino, desde el que hay autobuses que nos conectarán con el centro de la ciudad por 3€.

La segunda de las opciones es el tren, que nos ofrece distintos tipos de billetes en función del tipo de tren que realiza el trayecto, y del tiempo que empleará para ello. Si viajamos con Renfe, la opción más barata es el tren de “Media Distancia”, que realiza el trayecto en unas cuatro horas y media, y la opción más cara es el “Alvia”, tren mucho más rápido que acorta el tiempo a menos de tres horas, aunque también su precio se incrementa sensiblemente. En todos los casos, la estación de salida en Madrid será la de Chamartín.

Y por último, la tercera de las opciones es el autobús. La compañía que da servicio es Alsa, y presenta una variada oferta de horarios y tipos de autobuses. El directo “clase supra”, realiza el trayecto en 3 horas 45 minutos, mientras que los más económicos emplearán algo más de 4 horas, pues realizan más paradas durante el trayecto, pero el precio se reduce casi a la mitad. En todos los casos, la estación de salida en Madrid será la Estación Sur.


Sea como fuere que lleguemos a León, el primer punto de referencia que hemos de buscar es la Plaza de Santo Domingo, punto neurálgico de la vida leonesa, pero que además es puerta natural de entrada y salida al centro histórico de la ciudad. Si llegamos en el autobús desde el aeropuerto, este lugar será una de las paradas. Si por el contrario accedemos a León en autobús o tren, las estaciones están bastante cerca de esta plaza (y también entre ellas) y tan sólo tendríamos que caminar en dirección Este (15 minutos a pie), primero por la Avenida de Palencia, y después por la Avenida de Ordoño II. Pero de cualquier modo, en ambos casos, también podemos coger alguna de las líneas urbanas de transporte que nos dejen en Santo Domingo. (Línea 14 desde la Estación de Autobuses, Línea 4 desde la Estación de Renfe).

Desde la plaza de Santo Domingo veremos con claridad el acceso al centro histórico de la ciudad, que se nos abre por la Calle Ancha, de paso restringido a vehículos. Justo en su inicio tendremos ya las primeras sorpresas. A nuestra izquierda podremos contemplar el Edificio Botines, una de las tres construcciones mayores que el genial arquitecto catalán Antoni Gaudí construyó fuera de Cataluña. Hoy en día el edificio es la sede social del principal banco leonés, pero contemplando las formas de su arquitectura se entiende que el arquitecto era todavía muy joven cuando lo diseñó, en tanto que la “casa” –pues eso era en origen la construcción una “casa de vecinos” –, nos recuerda algo a medio camino entre un palacio medieval y una construcción gótica. Efectivamente, está muy lejos todavía el Gaudí modernista, pero podemos ver ya en la Casa Botines su gusto por la inspiración medieval, que lleva al edificio a la catalogación de obra neogótica romanticista, pero también podremos comprender el gran potencial imaginativo del arquitecto. Lamentablemente, al ser la sede de las principales oficinas de Caja España, las visitas no son posibles.

Justo al lado de este edificio se levanta otra de las obras destacadas en la ciudad: el Palacio de los Guzmanes. Mucho más antiguo que su vecino, su fábrica se remonta al siglo XVI, época en la que la familia que le da nombre era una de las más destacadas en la ciudad. Su exterior es, de acuerdo a algunos ideales del Renacimiento español, sencillo o incluso austero (y parte de su fachada exterior es de época reciente); pero sin embargo su arquitecto, Rodrigo Gil de Hontañón –uno de los grandes arquitectos del XVI en España–, reservó la mejor parte para la distribución y el espectacular patio interior. En la actualidad el edificio es sede de la Diputación Provincial de León, y por esa razón el acceso es libre y gratuito, pudiéndose visitar libremente los espacios comunes. También existe la posibilidad de visitas guiadas, que la propia Diputación organiza, y de las que os podrán dar detallada información en la portería.

Saliendo nuevamente al exterior, regresaremos a la Calle Ancha, por la que hemos de continuar en dirección Este. Si deseamos información turística de la ciudad, ahora tendremos la oportunidad de acercarnos a la oficina de Información y Turismo, que precisamente se ubica en el mismo Palacio de los Guzmanes, pero justo en la parte posterior del edificio. Siguiendo siempre por la calle Ancha estaremos recorriendo el espacio del decumano romano, y nos va a llevar a la Plaza de la Catedral, edificación construida en el mismo solar en el que existieron las Termas Romanas.


La Catedral de León es la más pura de todas las catedrales góticas españolas. Esto equivale a decir que es la menos hispana, o que es la más francesa; y de hecho, esta característica le ha valido el título de Pulchra Leonina. Construida desde los primeros años del siglo XIII, el edificio ocupa el mismo lugar en el que primero estuvieron las edificaciones romanas, después el Palacio de los Reyes de León, después una primera catedral “mozárabe”, una segunda románica y finalmente el actual edificio gótico. La catedral estaba finalizada, en sus partes fundamentales, hacia el año 1301, y esta poco habitual rapidez en la construcción, ha conseguido un edificio armónico y unitario en el estilo, algo excepcional en el caso español. Además, y por un más que probable origen francés del arquitecto principal, es la más gótica de todas las catedrales españolas, en el sentido de que es la que tiene mayor número de ventanales y metros cuadrados de vidrieras, con mucha diferencia. El interior es sencillamente espectacular, y bien merece una visita, que además es gratuita. En cambio, no es gratuito el acceso a sus museos, ni tampoco el acceso a una plataforma situada a la altura del triforio, y que aunque es parte de un proceso de restauración y rehabilitación de las vidrieras, se ha convertido en un punto turístico importante, que nos permitirá ver el interior del edificio desde otro punto de vista, y disfrutar de las vidrieras a escasos centímetros de ellas, a más de 20 metros del suelo. La visita es parte del proyecto cultural “El sueño de la luz" , y el acceso se realiza desde el exterior de la catedral, por el lado norte del edificio. El mejor momento para realizar esta visita es el atardecer, cuando los rayos del sol inciden directamente en el gran rosetón de la fachada Oeste del edificio.


Una vez visitada la Catedral, nos queda otro lugar imprescindible que debemos conocer en León. La Real Colegiata de San Isidoro de León se encuentra a menos de diez minutos de trayecto a pie, en dirección noroeste, siempre dentro del centro histórico de la ciudad. Si para los expertos en arte gótico la Catedral es un hito fundamental, aún más importancia tiene para los expertos en arte románico la basílica isidoriana. Artística e histórica, porque en ella descansan 12 reyes, 10 reinas y 8 infantes, y el contenido de su biblioteca es capital. La Real Colegiata es un inmenso edificio que aglutina las dependencias monásticas repartidas en torno a dos claustros, la Basílica, la Biblioteca, y el Panteón Real y Museos. Y todo el conjunto se apoya en las viejas murallas –de origen romano– que podremos también contemplar durante la visita.

El edificio basilical es uno de los más maduros y mejores ejemplos del románico español, junto con las Catedrales de Jaca y Santiago de Compostela. La iglesia se consagraba el 21 de Diciembre de 1063, y había sido construida para hacer reposar en ella los restos de San Isidoro, santo cristiano nacido en el norte de África, y cuyos restos acababan de ser arrebatados en Sevilla a los musulmanes. Pero los reyes impulsores del edificio, Fernando I y su esposa Sancha, querían además de rendir sentido culto al santo, engrandecer la capital de su reino, y por esta razón no escatimaron recursos económicos ni medios para construir la mejor iglesia del momento; iglesia de todavía sería notablemente ampliada y enriquecida por la hija de ambos, la Infanta Urraca. El edificio actual se finalizaba y consagraba en el año 1149. La basílica es hoy visitable, su acceso es gratuito –tan sólo limitado por las horas de misa–, y destacan por su calidad las esculturas de las dos puertas de acceso que se pueden ver desde el exterior: la del “cordero”, abierta siempre al público, y la situada en el crucero llamada del “perdón”, que está cerrada habitualmente al tener este privilegio para los peregrinos a Compostela. Pero por encima de todo ello, la visita obligatoria del complejo isidoriano es la de su Panteón de Reyes.

Éste está situado a los “pies” de la iglesia, y es un espacio que en su momento fue el principal acceso a una iglesia anterior a la actual. La tradición y el origen asturiano del Reino de León, provocó que este lugar fuese el elegido para enterrar a los monarcas, y con el paso del tiempo el espacio quedó “cerrado” al público en general, y destinado exclusivamente a Panteón de Reyes. Hoy es completamente visitable, accediendo a él por el mismo acceso que al museo; una sencilla puerta abierta a escasos metros de la fachada del cordero de la Basílica. Si bien las tumbas de los reyes son sencillas y modestas, el lugar se ha hecho mundialmente famoso gracias a las pinturas del siglo XII que decoran sus paredes, y que son las mejores del románico español junto con algunos conjuntos del Pirineo catalán. Destacan las bóvedas con el Pantocrator, la Anunciación, la Última Cena; y como peculiaridad un calendario agrícola que nos muestra los 12 meses del año. Además, en la misma visita se podrá disfrutar de la Biblioteca isidoriana, donde tenemos obras como una la biblia visigótico-mozárabe, numerosos misales y cantorales, y gran número de libros miniados entre los que destacan los de Santo Martino. Se disfrutará igualmente de la antigua tribuna de la basílica, reconvertida en museo y donde descansan algunas de las piezas medievales más exquisitas de España, como el Caliz de Doña Urraca.


León todavía encierra muchos más tesoros por sus calles. En pleno centro histórico se encuentra el Palacio del Conde Luna, situado en la plaza del mismo nombre, y que construido por la familia Quiñones en el siglo XIV consta de dos partes: la original medieval, y una ampliación del siglo XVI que nunca llegó a finalizarse, y de la que es bien visible un torreón de piedra verdosa. El edificio ha sido recientemente rehabilitado como sala de exposiciones, y además como sede de la Universidad de Washington (Seattle).

No lejos de allí, y todas en el centro histórico, se encuentran hasta tres plazas que bien merecen una visita. La más grande de ellas es la Plaza Mayor, espacio antiguo en el que se celebraban los mercados medievales –y aún los actuales–, y que debe su aspecto a las obras del siglo XVII que hubieron de ser realizadas como fruto de un incendio que destruyó los edificios anteriores. La plaza recuerda los modelos ensayados en muchas otras ciudades españolas –Madrid incluida–, con edificios porticados en un conjunto unitario cuadrangular. A escasos metros de ella, accediendo por la Calle de las Plegarias, se llega a la Plaza de San Martín, centro neurálgico del ocio nocturno leonés, y que también albergó mercados medievales, concretamente el de la carne, como nos recuerda la Casa de las Carnicerías que preside la estrecha plaza, y que hoy ha sido reconvertida en sala de exposiciones. Y por último, un poco más al sur, y a unos cinco minutos de este lugar, la Plaza del Grano, la más medieval de todas las plazas leonesas, que todavía cuenta con un suelo empedrado, y a la que se abre el ábside de la Iglesia de Santa María del Mercado, cuyo nombre nos recuerda claramente la función original de esta plaza. Si hemos llegado hasta aquí, tal vez sea el momento de caminar unos pocos metros más, bajando por la Calle de la Puerta Moneda, pues de este modo llegaremos al espacio en el que se cobraba el impuesto de acceso a la ciudad en época medieval, y aunque nada queda de la antigua puerta, sí que podremos contemplar el casi medio kilómetro de murallas que todavía están en pie.


Saliendo ya del centro histórico quedan un par de visitas aconsejables. La primera de ellas es el antiguo Convento de San Marcos. Aunque esté situado a unos 20 minutos del centro histórico el camino es fácil y la visita recomendable, pues nos encontramos ante una de las principales obras del primer renacimiento español. El edificio es en la actualidad hotel. Uno de los de más lujo de la Red de Paradores, y también alberga parte del Museo de León. Fue construido inicialmente en el siglo XII como hospital de peregrinos y estuvo dirigido por los pobres de Cristo” –los Templarios–; pero en el siglo XVI fue completamente reedificado por orden del rey Fernando el Católico, y posteriormente la historia le dio muchos usos, desde cárcel, a instituto, o parada de sementales del ejército, hasta que finalmente fue rescatado del olvido para reconvertirlo en el actual Hostal. Su fachada es de las mejores del llamado plateresco español.

Un poquito más lejos todavía, siempre en dirección norte por la "Avenida de los Reyes Leoneses", se encuentra el edificio más vanguardista de la ciudad, que alberga el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Se trata de un edificio multifuncional, inaugurado en 2005, y cuyo diseño ha ganado varios premios a nivel internacional, entre ellos el prestigioso galardón europeo Mies Van der Rohe. Alberga en su interior distintas salas en las que se muestran las últimas expresiones artísticas de vanguardia, a través de distintas exposiciones temporales. Las líneas de autobuses urbanos que nos pueden prestar servicio (tanto para ida como para vuelta) desde la Plaza de Santo Domingo, son las líneas 11 y 13.


Hemos sugerido esta visita con un mínimo de dos días –que bien pueden ser tres–, y esto implica pasar una noche en la ciudad. Ello no será un problema, pues los alojamientos son muchos y de muy variado precio; pero lo mejor de todo será la propia noche. León es ciudad universitaria, y por sus calles habitan más de 12.000 estudiantes, a los que les encanta disfrutar del ocio leonés, tanto como a los propios leoneses. La mitad sur del centro histórico es conocido como el “Barrio Húmedo” (al sur de la Calle Ancha). El origen de este nombre es probablemente por ser la antigua cannaba romana, donde vivían aquellos que no eran militares, y que abastecían de productos a las tropas. Por sus calles están las ya citadas Plaza Mayor y Plaza de San Martín, en torno a las cuales giran la mayoría de los bares y locales de ambiente. Otra de las zonas que se está poniendo de moda, es justo al norte de la Calle Ancha, también en el centro histórico, en las inmediaciones del Parque del Cid. Muy característico de León es “ir de tapas” para cenar; esto es, ir por los distintos bares tomando una pequeña consumición en cada uno de ellos, pues la costumbre aquí es la de dar un poco de comida gratis con cada bebida. Además, de este modo se pueden degustar algunas de las delicias gastronómicas leonesas, como pueden ser la Morcilla de León, la sopa de trucha, las sopas de ajo, el picadillo, o la cecina; entre otras muchas cosas.


León tiene un clima lleno de contrastes. Su situación geográfica norte y su notable altitud (840 m.), provoca que los inviernos sean extremos y los veranos muy cálidos. Así en pleno invierno las temperaturas nocturnas bajan con mucha frecuencia a temperaturas bajo cero, y por el contrario durante el verano el termómetro puede alcanzar con facilidad más de 30 grados. No obstante, su clima es poco lluvioso, al igual que es extremadamente baja la humedad relativa. Esto favorece las sensaciones térmicas, y en definitiva ayuda a combatir tanto el frío como el calor. Varias capas y un buen abrigo nos servirán para hacer frente al frío del invierno, en el que por otro lado abundan los días despejados y soleados. En verano el alto calor de las horas centrales, será recompensado con una notable bajada de las temperaturas al ponerse el sol. En definitiva, la visita es aconsejable en cualquier época del año; atendiendo a las previsiones meteorológicas, para evitar el frío extremo de invierno, o incluso las nevadas, que no son nada extraño en esta ciudad.




Video promoción "Turismo - León"




I.Y.P.

martes, 8 de febrero de 2011

Los "otros museos" de Madrid.

Publicábamos en Diciembre del año pasado una entrada en la que hablábamos de los tres grandes museos madrileños, o lo que es lo mismo, hablábamos del “triángulo del arte” de la capital española. Pero evidentemente Madrid aporta mucho más a la realidad museística nacional –ya lo dejábamos ver en aquel post–, y por eso hoy queremos recuperar esta senda cultural, tal vez apartada de los principales circuitos, y que está constituida por los otros museos. Tal vez menos conocidos, tal vez menos afamados, o tal vez menos concurridos…, pero todos nos presentan en sus salas verdaderas maravillas y curiosidades, y a pesar de no estar en boca de todos, no restan interés o presentan duda alguna en la calidad de su oferta.

A decir verdad, podríamos aún hacer una nueva clasificación o separación de estos otros museos en función de su titularidad, su temática o sus colecciones. Sin embargo, creo más oportuno hacer una enumeración; sin clasificación previa alguna; realizando una rápida visita virtual sobre aquellos que considero más interesantes. Y por ello quiero dejar bien claro en este mismo instante, que ante una elección como esta, es evidente que el resultado quedará marcado por la subjetividad del que suscribe. Importantísimo también destacar que no vamos a abarcar la totalidad de los museos madrileños –tarea casi imposible–, sino que haré una cuidada y pequeña selección, de acuerdo a criterios prácticos o de interés, basados en el público al que pretendemos dirigir este blog.


Quiero comenzar destacando al Museo de América. Museo de titularidad estatal, y dependiente del Ministerio de Cultura, ha de ser uno de los museos de obligada visita durante una estancia en Madrid; y más especialmente para estudiantes americanos; ya que sus fondos y su contenido serán una grata sorpresa para más de un visitante. El museo está situado en el noroeste del centro madrileño, en las cercanías de la ciudad Universitaria. Para ser más exactos, el Museo de América se encuentra en el número 6 de la Avenida de los Reyes Católicos, y podemos llegar a él en Metro (estación de Moncloa L3 y L6; o estación de Islas Filipinas L7) o en autobús urbano (líneas 1, 2, 16, 44, 46, 61, 82, 113, 132, 133).

El contenido y el espíritu del Museo de América es el de recordar no sólo la colonización del Continente Americano por los españoles, sino también la de reconocer, preservar y mostrar las importantes culturas existentes, tanto antes, como en el momento de la llegada de Cristóbal Colón, como durante todo el proceso de colonización. Por esa razón, el recorrido propuesto por las salas del museo nos irá mostrando la época del descubrimiento, los “planes” para la conquista; pero a la vez nos iremos encontrando con salas completamente dedicadas a las culturas indígenas de la totalidad del continente, y también del mestizaje cultural que se irá produciendo. Precisamente, una de las sorpresas habituales durante la visita a este museo, es “descubrir” que los primeros europeos en poner pié en el actual Canadá también fueron los españoles, que casi la mitad del actual Estados Unidos fue española durante más de 200 años, o que incluso tropas militares españolas participaron activamente durante la Guerra de Secesión, hechos que casi siempre son obviados en los escuetos planes de estudio, o que quedan “ahogados” por la posterior presencia inglesa y francesa.

Todas estas ideas, y muchas más, se nos muestran en el Museo de América gracias a más de 25.000 objetos que abarcan desde piezas artísticas y etnográficas precolombinas, a obras de época colonial, grandes mapas y paneles explicativos, o por ejemplo reconstrucciones fidedignas de “tipis” y otras construcciones indígenas que nos ayudan a comprender mejor la vida de las viejas culturas americanas. Así son habituales las cerámicas, los útiles religiosos, las ropas, instrumentos agrícolas y de trabajo, pero también los códices y textos antiguos precolombinos. Ya avanzando las salas, nos iremos encontrando con la época del Virreinato Español, donde se hace especial hincapié en obras de arte que reflejan la mezcla, el mestizaje, o la persistencia de la cultura indígena, a pesar de la presencia española.

El horario del Museo de América durante el invierno (1 Noviembre - 30 de Abril) es de martes a sábado de 9.30 a 18.30, y los domingos de 10.00 a 15.00 horas. Posteriormente, con su horario de verano (1 de Mayo - 31 de Octubre), su horario semanal se amplía hasta las 20.30 horas, pero el horario dominical se mantiene. Cierra todos los lunes del año. El precio de la entrada es de 3€ en tarifa general, 1.50€ en tarifa reducida, pero sin embargo, todos los domingos la entrada es gratuita.


Otro museo con un carácter especial es la Fundación Lázaro Galdiano. Se trata de un Museo surgido de una importante y generosa donación al Estado Español en 1947, del navarro José Lázaro Galdiano. Hombre culto, gran defensor del patrimonio artístico español, fue miembro del Ateneo de Madrid y perteneció al Patronato del Museo del Prado. A su muerte, su casa, que había sido convertida en un verdadero museo en todo el sentido de la palabra, fue donada y en ella se constituía la actual Fundación Cultural, que además del museo propiamente dicho con unas 13.000 obras de arte, incluye una riquísima biblioteca con unos 20.000 volúmenes en sus fondos. El palacio-museo está situado en el número 122 de la calle Serrano, junto al cruce con las calles López de Hoyos y María de Molina. Para llegar hasta él con transporte público, podemos elegir entre el metro (estación de Gregorio Marañón L7 y L10; o estación Rubén Darío L5), o autobuses urbanos, que nos dejarán bastante más cerca (Calle Serrano: líneas 9, 16, 19, 51; Calle María de Molina: línea 12; Calle Diego de León: línea 61).

El Museo de la Fundación Lázaro Galdiano es, en cierto modo, un museo atípico. Al ser fruto de una colección de arte privada, no responde a un único modelo o criterio de obras u objetos, sino que en él se mezclan todas las tipologías, casi todo lo coleccionable, como era normal en los gabinetes y colecciones durante el siglo XVIII. Así, en sus fondos encontraremos no una, sino varias colecciones, entre las que destacan especialmente, y hacen aconsejable su visita, las colecciones de Arqueología, joyas de todas las épocas, esmaltes, marfiles, medallas y monedas, relojes, prendas textiles, armaduras… y por supuesto escultura y pintura de primerísimos artistas, como por ejemplo Velázquez, Constable, Goya, Zurbarán, Cranach, o El Greco. No obstante, y a pesar de la indudable calidad de estas pinturas, y fama de estos artistas, si por algo puede destacar el Lázaro Galdiano es por la variedad de sus colecciones, y especialmente porque sus fondos tan variados nos presentan siempre obras de una exquisita calidad y hacen aconsejable su visita si nos apetece ver objetos menos habituales en los museos, como pueden ser pendientes, collares, relojes, muebles, joyas y abalorios en general. Además, el propio edificio que alberga el Museo, y que fue la vivienda del coleccionista, es en sí mismo un motivo más para realizar una visita, pues se trata de un hermosísimo palacete construido desde el año 1903, uno de los más hermosos del centro de Madrid.

El horario del museo de la Fundación Lázaro Galdiano es de miércoles a lunes de 10.00 a 16.30 horas (cierra todos los martes), y el precio de su entrada oscila entre los 4€ de la tarifa general, a los 2€ de la tarifa reducida. Los domingos, la entrada es gratuita.


No demasiado lejos se encuentra un museo que comparte algunas de las características, aunque sus fondos son completamente diferentes: se trata del Museo Sorolla. Constituido en la que fue la casa madrileña del genial pintor valenciano, el museo también nace de una donación al Estado Español, y también se ha mantenido en el palacete original, que en este caso es del año 1910. En esta ocasión, al no ser una fundación cultural, sino un museo propiamente dicho, su titularidad y dirección es estatal, y sigue dependiendo del Ministerio de Cultura. El museo está situado en la calle General Martínez Campos número 37, y podemos acceder a él a través del metro (estación de Gregorio Marañón L7 y L10; estación Rubén Darío L5; o estación Iglesia L1), o del autobús urbano (Calle Gral. Martínez Campos, líneas 5, 16, 61; Calle Miguel Ángel líneas 7, 40, 147).

La visita al museo está aconsejada para todos aquellos que les guste la pintura impresionista, o más concretamente la pintura luminosa (luminista). Se trata de la colección más grande de Sorolla, quizás el máximo exponente del impresionismo español, conservada en un único museo. Pero además de la importantísima colección de pintura, principal reclamo del museo, también se conserva y custodia en él otras dos importantes colecciones: una de escultura, y otra de cerámica. En el caso de la escultura, se trata de obras que el pintor había coleccionado en vida, y que abarca desde alguna escultura romana, pasando por obras medievales cristianas y musulmanas, hasta obras en bronce de Auguste Rodin, o exquisitos retratos en bronce de figuras contemporáneas a la vida del pintor. La colección de cerámica es una colección de obras, principalmente de los siglos XVIII y XIX, y que repasan las escuelas con más tradición en España, especialmente las cerámicas andaluzas, las valencianas de Manises, y las toledanas de Talavera de la Reina, a las que hay que añadir alguna obra de conocidísimos artistas, como Zuloaga. Otro importante punto de atención para la visita es la propia casa del artista, tanto por su arquitectura de principios de siglo, como por su decoración, mobiliario, disposición, taller del pintor… e incluso por sus jardines, conservados tal y como fueron creador por el artista valenciano.

El horario del museo es de martes a sábado, de 9.30 a 20.00 horas, y los domingos y festivos de 10.00 a 15.00 horas. Cierra todos los lunes. El precio de la entrada general es de 3€, contemplándose un descuento con entradas a 1.50€ para grupos de 5 o más personas, previa solicitud con al menos dos semanas de antelación. Como en el caso del Lázaro Galdiano, y Museo de América, el acceso al museo los domingos es gratuito.


Cambiando completamente de ámbito cultural, otro de los museos interesantes en Madrid es el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Gestionado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, es además de museo sede de laboratorios y espacio de investigación. Y precisamente por estas características, sus fondos son amplios y variados. El museo está situado en la calle José Gutiérrez Abascal 2, asomándose sus jardines al Paseo de la Castellana, en la intersección de la Plaza de San Juan de la Cruz y la calle de Vitrubio. Para llegar hasta él, podemos tomar el metro (estación de Gregorio Marañón L7 y L10; o Nuevos Ministerios L6, L8 y L10) o el autobús urbano (Paseo de la Castellana, líneas 7, 12, 14, 40, 45, 147 y 150).

El museo está en la actualidad en un hermoso edificio de ladrillo y hierro de fundición, con una hermosísima cúpula de finales del siglo XIX, pero su origen se remonta a la orden de fundación del Rey Carlos III, en el año 1771, tras haber adquirido los fondos de una colección privada. Su primer emplazamiento estuvo en el Palacio de Goyeneche, en la Calle de Alcalá (el edificio es hoy la sede de la Real Academia de San Fernando), y a él han pertenecido el Jardín Botánico y el Observatorio Astronómico.

En la actualidad, el museo se distribuye en cinco plantas, en las que hay diferente número de salas visitables. Así por ejemplo, en las dos plantas situadas bajo el nivel del suelo, se pueden visitar parte de los almacenes y el “Real Gabinete” (montaje de la colección e ideales del museo en tiempos de Carlos III), mientras que en la plantas “cero” y “uno” se concentran la mayoría de espacios visitables. Como museo de ciencias naturales, evidentemente, cuenta con amplias colecciones de animales disecados (Anfibios y reptiles, Aves y mamíferos, invertebrados…), pero también con otras secciones más específicas y especializadas y de especial interés, como puede ser su sección de Prehistoria, sus amplias secciones de paleobotánica, o sus colecciones de paleovertebrados y paleoinvertebrados. En la planta “dos”, por último, se encuentra la sección de minerales fósiles y evolución humana, donde destaca el impresionante montaje de esqueletos de dinosaurios, pero también los restos de meteoritos (más de 240) y otros minerales.

El horario del museo es de martes a viernes, de 10.00 a 18.00 horas; los sábados de 10.00 a 20.00 horas en verano, y de 10.00 a 15.00 horas en invierno. Los domingos y festivos abre de 10.00 a 14.30 horas, y cierra todos los lunes. El precio de la entrada es de 5€, aunque hay entradas reducidas para estudiantes y grupos, a 3€.


Otro interesante museo madrileño es el Museo Arqueológico Nacional. De titularidad estatal, concentra una increíble cantidad de restos y obras desde su fundación en el año 1867 por orden de la Reina Isabel II. El museo nació por la necesidad de contar con un espacio en el que conservar, clasificar y por último exponer la ingente cantidad de materiales arqueológicos y etnográficos que la Corona Española había adquirido a lo largo del tiempo. De hecho, gran parte de sus fondos originales provinieron de la Real Biblioteca, el Real Gabinete de Historia Natural, y otras instituciones afines. En la actualidad, sus fondos contienen también gran parte de los restos derivados desde los distintos “museos provinciales”, y continúan creciendo fruto de adquisiciones del Estado, pero sobre todo fruto de los hallazgos arqueológicos que se siguen produciendo en el territorio nacional.

El museo está situado en el número 13 de la calle Serrano, y comparte un gigantesco edificio con la Biblioteca Nacional, que por cierto también cuenta con un interesante museo, y a la que se accede desde el Paseo de Recoletos. Muy importante tener en cuenta que en la actualidad, el Museo Arqueológico Nacional se encuentra en plena reestructuración y reordenación, razón por la cual los fondos expuestos son una mínima parte de la habitual, una exquisita selección que ha sido bautizada con el nombre de “Tesoros del Museo Arqueológico Nacional”, y en un espacio mucho más reducido del habitual. Pero precisamente por estas razones su visita está más aconsejada, ya que la selección de obras acorta el tiempo de visita, y de momento la entrada es siempre gratuita a todo el público. Podemos llegar al museo en metro (estación Serrano L4; estación Retiro L2) o en autobús (Serrano líneas 1, 9, 19, 51 y 74; Paseo de Recoletos líneas 5, 14, 27, 45, 53 y 150).

En la actualidad, y en espera de que el museo sea nuevamente reabierto en su totalidad, en la citada colección de “Tesoros del Museo Arqueológico Nacional” se puede disfrutar de una selección de obras entre las que destaca el capítulo de obras egipcias, con esculturas, cerámicas y sarcófagos; el capítulo dedicado a las primeras civilizaciones de la península ibérica con una notable selección de joyas celtas y por encima de todo de escultura íbera; el capítulo de orfebrería visigodo, y por últimos algunas exquisitas piezas romanas, y otras medievales, entre las que destacan las vasijas de marfil musulmanas, y las tallas cristianas realizadas también en marfil. El visitante a este museo también ha de tener en cuenta, que la colección de obras romanas está presente y es valiosa, destacando por ejemplo algunos sepulcros y esculturas; pero no es la más significativa o representativa, ya que existe el Museo Nacional de Arte Romano, que en este caso está situado en la ciudad extremeña de Mérida, y es el que contiene tal vez las mejores obras conservadas en el país.

El horario del Museo Arqueológico Nacional es de martes a sábados, de 9.30 a 20.00 horas, y los domingos y festivos de 9.30 a 15.00 horas. Cierra todos los lunes, y de momento, hasta finalizar las obras de remodelación, el museo tiene entrada libre y gratuita, todos los días, a todos los visitantes.



Podríamos seguir enumerando museos interesantes para visitar en Madrid, pues su número y su calidad invitan a ello, y sin embargo es hora de poner fin a esta entrada. Por tanto, simplemente os dejo una serie de enlaces a otros de los “grandes” museos madrileños:

Museo Nacional de Antropología. Ofrece una visión global de las culturas de los diferentes pueblos y etnias del mundo. Entre sus fondos piezas de joyas y ajuares rituales, ropas tradicionales, y pequeños muebles, instrumentos, y símbolos de poder.

Museo Africano. Hace un recorrido por el África subsahariana a través de las artes plásticas, la música, y los modos de vida. Son de especial interés las esculturas de ébano y las máscaras.

Museo Nacional de Artes Decorativas. 15.000 objetos repartidos en 60 salas, pretenden repasar la evolución de la decoración a través de cerámicas, alfombras, textiles, vidrios, muebles, joyas… Destaca la gran cantidad de piezas chinas.

Museo Geominero. De gran divulgación científica y didáctica, expone más de 3500 piezas en sus secciones de Mineralogía y Petrología, y Paleontología. Destaca su gran colección de fósiles, y el propio edificio que alberga el museo.

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como institución de formación artística, conserva en sus fondos obras plásticas de primerísimo nivel, tanto en escultura, como en pintura. Destacan por cantidad y calidad las obras de Goya, Zurbarán, Ribera, Mengs, Rubens, Pedro de Mena, Picasso o Gargallo.

Museo Casa de la Moneda. El museo recrea la historia y evolución del dinero desde sus orígenes. Está considerado uno de los mejores museos del mundo en su género. Además contiene importantes colecciones de monedas, billetes, y sellos postales.

Museo del Ferrocarril. Alberga gran número de locomotoras y vagones restaurados, pero también una ingente cantidad de objetos y máquinas relacionadas con el ferrocarril, así como recreaciones de diversas épocas.

Museo Cerralbo. Museo concebido como la Fundación Lázaro Galdiano o el Museo Sorolla, alberga en sus salas Pinturas, esculturas, cerámicas, cristal, tapices, muebles, monedas, medallas, dibujos, estampas, relojes, armas, armaduras, y objetos arqueológicos.

Real Armería de Madrid. La Real Armería está considerada como una de las colecciones más importantes de su género. Conserva armas y armaduras pertenecientes a los reyes de España y a otros miembros de la Familia Real, desde el siglo XIII. Su visita y acceso es a través del Palacio Real.

Museo del traje. Colección de indumentaria histórica del siglo XVI hasta la actualidad, que abarca todo tipo de ropas; desde trajes tradicionales, etnográficos y folklóricos, hasta vestimentas laborales y especiales.


I.Y.P.