martes, 15 de octubre de 2013

Tenerife: sol y nieve en mitad del Atlántico.




La isla de Tenerife recibe su nombre del viejo idioma idígena: montaña blanca, eso es lo que significa “Tenerife” en guanche.  Y la definición no puede ser más acertada porque si algo destaca por encima de cualquier otra cosa al llegar allí es la cumbre nevada de la montaña más alta, no del archipiélago de las Islas Canarias, sino de toda España con sus 3718 metros: el volcán Teide. Blanco por la nieve que acumula durante gran parte del año, aunque es verdad que dependiendo de la estación, o incluso del día, lo podremos encontrar perfectamente blanco, o sencillamente oculto por nubes o gases sulfurosos que nos recuerdan su actividad volcánica.

Parque Nacional del Teide (Tenerife)
Tenerife, o cualquiera de las otras islas que integran el archipiélago y Comunidad Autónoma de las Islas Canarias, es un perfecto destino para descubrir una de las caras más alegres, diferente y variada de la totalidad de España. Es además el verdadero nexo y puente de unión entre la herencia de la cultura y tradición de la España peninsular y las antiguas colonias, hoy naciones, hispanoamericanas. Estas islas fueron hasta tiempos no muy lejanos un punto importante y una parada obligatoria en las rutas entre el viejo y el nuevo continente, en cualquiera de las dos direcciones que se hiciese el viaje por mar. Por eso el acento de sus gentes, muchas palabras, o incluso algunas costumbres y fiestas nos llegarán a recordar el continente sudamericano. Y no olvidemos otra razón importantísima para conocer Tenerife: sus playas e infraestructuras turísticas están entre las mejores y más bonitas de España con el inmejorable aliciente de que durante todo el año; habéis leído bien, todo el año; la temperatura media de sus costas es de unos 20º a 22º. Pues ahí va la pregunta: ¿queréis bañaros y tomar el sol durante el otoño o el invierno?... Tenerife, Gran Canaria o Lanzarote son vuestro destino ideal.

Ideal porque a pesar de la distancia –unos 2000 kms–  que separa a las islas de Madrid, Tenerife cuenta con varios vuelos directos todos los días, durante todo el año, e incluso con dos aeropuertos. Esto se explica por su elevada población local que ronda el millón de habitantes repartidos en 2034 km2, pero sobre todo por el gran volumen de turismo que la visita durante todo el año, y más específicamente durante el invierno: más de siete millones al año entre todas las islas. Pensadlo bien, mientras en Europa y en la Península sufrimos los rigores del invierno, con lluvia, frío, nieve… en Tenerife la gente está en la playa, disfrutando del sol y del baño, o visitando el interior de la isla con ropa ligera, o incluso en pantalones cortos.


Llegar a Tenerife es por lo tanto sencillo, y a menudo bastante económico, sobre todo si elegimos compañías de bajo coste o “temporada baja” de turismo. Evidentemente podemos viajar a Tenerife en barco, principalmente desde Cádiz, pero esto sólo alarga el viaje, además de encarecerlo, y desde este blog tan sólo queremos animaros a conocer la isla durante un largo fin de semana. Desde el aeropuerto de Madrid Barajas disponemos de conexiones directas y diarias con Iberia, Air Europa o Ryanair. Y en unas dos horas y media estaremos en la isla. Fijaos bien al comprar el billete porque estas mismas compañías realizan vuelos no directos –con alguna escala– y evidentemente esto alargará el viaje, aunque también es verdad que por la misma razón en ocasiones lo abarata, cuestión que quizás merezca la pena sopesar. La otra razón importante para tener en cuenta todos los detalles del billete es que en Tenerife hay dos aeropuertos: Tenerife Norte Los Rodeos y Tenerife Sur Reina Sofía; y aunque en principio esto no es un gran problema porque el tamaño de la isla no implica desplazamientos muy grandes o incómodos, tal vez sea buena idea buscar la cercanía a vuestro hotel, o a la zona más turística por excelencia que es el sur. De cualquier modo, una vez en Tenerife, sus dos aeropuertos están perfectamente conectados entre sí con autobuses de línea regular que también circulan por la mayoría de las poblaciones costeras turísticas; y también es muy fácil contratar un servicio privado tipo shuttle, o coger un taxi para llegar a vuestro destino.

Vista del Macizo de Anaga.
¿Qué ver en Tenerife? No nos engañemos. La mayoría de la gente que visita esta isla, o cualquier otra del archipiélago canario suele buscar sol y playa y apenas conoce el interior. Y entonces vuestro destino será el sur de la isla, donde se concentran la mayoría de las infraestructuras hoteleras y turísticas, especialmente en las inmediaciones de las Playas de las Américas y los Cristianos. Pero ésta debe ser una decisión vuestra, porque en realidad toda la isla está repleta de hoteles, por supuesto incluida su capital Santa Cruz de Tenerife, y por lo tanto podréis elegir dónde dormir. Conviene saber, eso sí, que por la geografía de la isla, con el impresionante volcán en su centro que determina por completo la climatología, la mitad norte de la isla –donde está la capital– es más verde y lluviosa, y la mitad sur es más árida y soleada, aunque tranquilos, porque en ninguna parte de Tenerife pasaréis frio. La recomendación que queremos dar desde este blog es la de conocer la isla. No os limitéis a la costa. El interior de la isla es espectacularmente variado y hermoso: Tenerife es mucho más que sol y playa.


Tenerife, como el resto de las islas canarias, tiene un origen volcánico y un clima privilegiado por su situación geográfica. La conjunción de estos dos factores ha creado una isla que parece casi un pequeño continente por la variedad de paisajes, fauna y flora. Partimos de la base ya citada de que el sur es más árido que el norte, pero será una fantástica idea realizar alguna visita al corazón del territorio, y desde este blog os proponemos dos diferentes con un mismo denominador común: conocer la exquisita naturaleza de la isla. La primera de ellas es una visita a la Cordillera de Anaga, viaje fácilmente realizable en tanto que existen autobuses regulares específicamente pensados para aquellos que quieran practicar el senderismo, o simplemente caminar y disfrutar del montañoso norte de la isla. Diariamente salen autobuses desde la localidad de San Cristóbal de La Laguna, en las cercanías de Santa Cruz de Tenerife, lugar al que también se puede llegar con transporte público. La cordillera de Anaga está formada por varios picos volcánicos completamente cubiertos de una frondosa y variada vegetación por su ubicación en el extremo norte de la isla, que le confiere un clima más frío y húmedo. Aprovechad la gran cantidad de senderos señalizados para conocer su hermoso litoral rocoso, sus densos bosques, y no olvidéis subir al Pico del Inglés, visitar el Faro de Anaga en el extremo noreste, o conocer alguna de sus pequeñas y pintorescas aldeas, como puede ser el caso de Tagana.

Paisaje volcánico en el Parque Nacional del Teide.
Si en lugar de caminar entre variada y frondosa vegetación, preferís caminar por paisajes más áridos y desérticos, entonces vuestra excursión ha de ser al Parque Nacional del Teide, visita en realidad de carácter casi obligatorio para cualquier visitante de la isla. Situado en el centro de la isla, es desde el año 1954 uno de los Parques Nacionales más grandes de España, y uno de los más visitados. Al igual que en la cordillera de Anaga el territorio está lleno de senderos señalizados para las excursiones de los visitantes, pero que en este caso descubrirán el más que evidente pasado y presente volcánico de la isla y no tanto una impresionante vegetación. Mantos de ceniza, corrientes solidificadas de lava, y una impresionante variedad de materiales y minerales volcánicos de muy diferentes colores y texturas serán los compañeros de viaje, junto con una escasa pero bellísima flora en la que destaca especialmente el tajinaste rojo. Todo ello está principalmente repartido a lo largo de una depresión llamada Las Cañadas, de algo más de 16 kilómetros de longitud, y que tuvo su génesis hace unos tres millones de años durante una fuerte erupción volcánica. Sobra decir que en el centro de este lugar, se encuentra El Teide, el gigante blanco y principal volcán, secundado de otros muchos cráteres antiguos conocidos con el nombre de Pico Viejo (3134 metros, con un cráter de 800 metros de amplitud); la Montaña Blanca (2760 metros), o la Montaña Rajada (2509 metros). El volcán Teide todavía está activo, aunque su última erupción significativa tuvo lugar en el año 1798. Pero por la continua emisión de gases sulfurosos, y por la protección naturalística y científica con que cuenta, la visita a su caldera sólo se puede realizar con un permiso especial. No es el caso de los otros volcanes citados (extintos) y lugares de especial belleza, como el Llano de Ucanca, o los espectaculares Roques de García, y los muchos miradores que aunque también cuentan con lugares de acceso restringido, en general permiten una excursión mucho más accesible. El acceso al Parque Nacional del Teide se puede realizar con las líneas regulares de autobuses 348 y 342, y en el mismo parque existen dos centros de recepción de visitantes, abiertos todos los días del año (excepto el día de Navidad y el 1 de Enero), en el que se pueden conseguir todo tipo de informaciones y mapas para la visita, así como contratar rutas guiadas, o la posibilidad de visitar el Jardín Botánico o hacer uso del telesilla que nos subirá a tan sólo 200 metros de la cumbre del Teide.


Playa de Benijo (Macizo de Anaga)
Si definitivamente la naturaleza y los paisajes no son tu motivación, y lo que buscas es la playa, has de saber que Tenerife está repleta de ellas, y que ellas están repletas de turistas todo el año. Madruga si quieres coger un buen sitio, y elige alguna al sur de la isla si quieres bañarte en las mejores. Quizás las más famosas, y también por ello concurridas, son la Playa de las Américas y la Playa de los Cristianos. La una está junto a la otra, en el extremo sur, y en el lugar más edificado con hoteles e infraestructuras turísticas. Creedme si os digo que no será el lugar más bonito de la isla, pero sí el más cómodo o práctico si sólo buscamos sol, playa y diversión. Característica común de estas playas, y de muchas otras de Tenerife, es que la arena que las cubre a menudo no es la original, negra volcánica, sino fina y blanca, importada desde África. Más al sur todavía, en el verdadero extremo sur de la isla, y muy cercano al Aeropuerto de Tenerife Sur, se puede destacar la llamada “Costa del silencio”, mucho más tranquila y menos masificada que los anteriores lugares, y donde será fácil contratar una tabla de windsurf o lo necesario para cualquier otro deporte acuático, pues es uno de los mejores lugares de la isla por sus vientos perpetuos junto con la zona de El Médano, a escasos kilómetros, un poquito más al este, meca de surfistas que quieren aprovechar el cálido y continuo viento que llega desde las cercanas costas africanas.


Si vuestras inquietudes no están cubiertas con estas proposiciones, o bien por el contrario sois mucho más urbanos, evidentemente el lugar que debéis visitar es la actual capital de la isla: Santa Cruz de Tenerife. Situada al Noreste, la ciudad tomó el nombre de una cruz sagrada que hizo construir en una de sus playas el conquistador Alonso Fernández de Lugo en 1494, momento de su llegada. Hay que explicar que en aquel momento la ciudad prácticamente no existía, pues en realidad era una pequeña población de pescadores que surtía a la cercana población de San Cristóbal de la Laguna, más al centro de la isla, y antigua capital indígena. Pero el desarrollo y crecimiento de aquel pueblecito pesquero fue espectacular desde la conquista de la isla, y desde 1723 la ciudad es el centro administrativo de toda la isla tinerfeña. Su economía sigue estando todavía muy vinculada a su importante puerto, no sólo por su origen pesquero, sino también y sobre todo por su importancia estratégica para viajes trasatlánticos y su gran volumen de mercancías, tanto de importación (ninguna de las islas del archipiélago canario es autosuficiente), como de exportación, principalmente plátanos, hortalizas, y un variado número de frutas tropicales.

La ciudad de Santa Cruz de Tenerife está llena de rincones, calles, museos y tiendas que bien pueden merecer una visita. En el conjunto de la ciudad destaca su arquitectura colonial, mayoritariamente del siglo XIX, que le confiere una cierta unidad y sobre todo un carácter propio. Son edificios repartidos por su centro histórico, blancos, con uso de piedras volcánicas de variados colores y tonos para la decoración en jambas, esquinas, ventanas y torres, y con hermosísimos y elaborados balcones de madera. Aconsejamos callejear por este lugar sin olvidar visitar la Plaza de la Iglesia donde está el elegante  campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción. Visitad también la Plaza de la Candelaria que se abre a la Plaza de España, uno de los lugares más concurridos de toda la ciudad. Si buscáis compras, la calle del Castillo será vuestro paraíso. Se trata de un eje peatonal completamente repleto de tiendas de todo tipo: desde ropa y moda, hasta objetos y artículos de artesanía, o tiendas específicamente dedicadas a la electrónica.

Arquitectura canaria en San Cristobal de la Laguna.
Los museos y monumentos también abundan en Santa Cruz de Tenerife. Entre los primeros destacan en Museo de laNaturaleza y del Hombre, situado en un antiguo hospital militar de construcción neoclásica, que ha sabido adaptar sus instalaciones. En él hay gran cantidad de elementos interactivos y multimedia dedicados a explicar la génesis, flora y fauna de las islas, pero yo destacaría especialmente su colección de cerámicas, tallas africanas en madera, y por supuesto los restos de la cultura indígena guanche, con algunas momias como objetos más curiosos y destacados. Otro museo interesante puede ser el Museo de Bellas Artes. Lejos de pensar que por su periferia sería un lugar prescindible, hay que saber que el museo contiene una gran cantidad de obras, que en gran parte son préstamos nada menos que de El Museo del Prado de Madrid. Ello explica la presencia de artistas de primerísima línea como José de Ribera. Completan la colección una seleccionada muestra de arte moderno estrictamente canario, y una colección de monedas y armaduras.

Entre las posibles excursiones urbanas por el interior de la isla, quizás la más famosa y aconsejable sea la que tiene como destino la población de La Orotava. Su nombre proviene del antiguo origen indígena, del Reino de Taoro, pero su gran crecimiento tuvo lugar a lo largo del siglo XVI en el que se construyeron la mayoría de sus iglesias y edificios históricos, en su mayoría a través de la inmigración andaluza. Aún así se trata de una de las ciudades antiguas mejor conservadas, no de Tenerife, sino de todas las Canarias. Sus calles son estrechas, se adaptan al terreno, y su relativamente grande centro histórico está repleto de hermosísimas casas de estilo canario. Destaca la Iglesia de la Inmaculada Concepción, con una fachada barroca de aires hispanoamericanos, enmarcada entre sus dos pequeñas torres, y equilibrada y colorida por el uso de materiales volcánicos. Visitad alguna de las viejas mansiones, como por ejemplo la llamada Casa de los Balcones, o la Casa del Turista: sus patios interiores son espectaculares, y no dejéis pasar la ocasión de conocer alguno de sus ricos parques, especialmente el Jardín Victoria, ubicado en un agreste barranco.



Carnaval en Santa Cruz de Tenerife.
Como siempre remarco en este blog, estas ideas son sólo algunas de las más destacadas y habituales opciones y posibilidades que ofrece este destino. Es mucho, muchísimo, lo que se queda en el tintero, y son variadísimas las posibilidades que Tenerife ofrece. Planead un poco vuestro viaje y disfrutad de él. Tenerife es un destino exquisito para irse de viernes a domingo, en cualquier momento, y en cualquier época del año. Eso sí, convendrá saber, que como el resto de Canarias, pero quizás de manera más importante, una visita durante las fiestas de carnaval puede ser interesantísimo, y a la vez complicado. El carnaval canario es el más importante de toda España. También el más diferente y singular, el más sentido y querido, y dentro de Canarias el de Santa Cruz de Tenerife brilla con luz propia. Los precios se dispararán y también el número de visitantes. Si planeáis una visita en esta época planeadlo con tiempo o no encontraréis alojamiento con facilidad. Preparaos también para las continuas aglomeraciones. Recordad que estas fiestas no son fijas en el calendario, sino que se celebran todos los años entre 10 y 14 días antes del Miércoles de Ceniza. Estas fiestas están consideradas como las más importantes de Europa dentro de las celebraciones carnavalescas, sólo por detrás de las de Río de Janeiro y Nueva Orleans. Las fiestas fueron prohibidas durante el régimen dictatorial franquista, pero han vuelto con fuerza y para quedarse: desfiles callejeros, concursos de belleza y de drag Queens, bailes de máscaras… todo en un ambiente muy festivo, musical, muy complejo y elaborado.


Como en todas las entradas de este blog, tampoco quiero despedirme sin hablar un poco de la gastronomía tinerfeña. Los principales platos tradicionales de Tenerife están compartidos con el resto de las Islas Canarias. Es cierto que en las innumerables instalaciones turísticas se está imponiendo el buffet o la comida más europea, pero no tendréis que buscar demasiado para encontrar algunos platos, o algunos restaurantes que os permitan disfrutar de los pescados, las frutas tropicales, el arroz y la patata, que son los ingredientes más habituales de la comida canaria. Probad la Sopa de Pescado, el Puchero Canario, o el Rancho Canario: una combinación de carnes o pescados elaborados en sopas que suelen incluir verduras y legumbres, principalmente garbanzos. Quizás el plato estrella de estos tipos de sopas sea la Ropa Vieja, un guiso de carne con garbanzos, tomate, patata y cebollas. Probad las tapas canarias, y no olvidéis nunca la estrella de todas ellas, las Papas arrugás: patatas cocidas en agua de mar, acompañadas de mojos (salsas) verde y rojo. Como postres encontraréis la gran variedad de frutas propias, con el plátano a la cabeza, higos chumbos, piñas y papayas. Y para finalizar una buena comida, quizás la mejor idea es degustar alguno de las bebidas locales, como puede ser el ron, elaborado con la caña de azúcar local, y al que a menudo se le añade melaza para degustarlo sólo, bien fresquito.




Video promocional de la isla de Tenerife.






IYP

miércoles, 2 de octubre de 2013

Toledo: de vieja capital a Ciudad Imperial.

Visitar Toledo, al menos una vez en la vida, debería de ser obligatorio. Esta ciudad aparece por su inmensa belleza, y por derecho propio, en todas las guías de viajes. Y del mismo modo es una de las protagonistas principales en los libros de  historia de nuestra nación. Habitada desde el inicio de los tiempos fue un enclave importante para la cultura celta primero; ciudad del Imperio Romano después; la Nueva Tolosa para el reino hispano visigodo; sede de una importantísima Taifa musulmana; ciudad añorada, deseada y sentida para los Reinos Cristianos que la reconquistaban en el año 1085; lugar elegido por los Reyes Católicos para dirigir la nueva nación; capital del Imperio Español en tiempos del rey Carlos V… y aún ciudad decisiva durante la invasión napoleónica, o durante la gran Guerra Civil Española. Junto a todos estos hechos históricos de primer nivel, Toledo se hizo un gran hueco en los libros de historia gracias no sólo a ser la primera gran capital de un país unificado. En Toledo también se dieron cita, convivieron, se respetaron y se toleraron durante varios siglos cristianos, judíos y musulmanes. Por ello, al igual que Córdoba, comparte el título honorífico de “Ciudad de las tres culturas”, y su centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También existieron en la historia de la ciudad capítulos tan nobles y destacados como la creación de la escuela de traductores de manos del Rey Alfonso X llamado “el sabio”. Además, el asentamiento en la ciudad de los principales organismos y autoridades de todas las culturas y religiones que por la península han pasado, han hecho de la ciudad un increíble centro de cultura, religión y poder político, cuyo mejor recuerdo en la actualidad son los edificios, calles, plazas y ambientes realmente increíbles que en el centro histórico se conservan por docenas.

Vista panorámica de Toledo.
Toledo es hoy un increíble museo sin puertas; lleno de historia, cultura y arte, que bien merece una visita en la que no podemos dejar de perdernos por sus calles; visitar alguno de sus muchísimos edificios, monumentos y museos (algunos con más de 1000 años de historia); pero también probar sus mazapanes y sus elaboradas recetas de carnes de caza; sentir el espíritu del Greco o del Quijote; o admirar sus tradicionales y elaboradas artesanías y trabajos, que van desde las legendarias espadas de acero toledano, a los exquisitos broches y joyas damasquinadas



Por su tamaño y situación de cercanía a Madrid, Toledo es una ciudad ideal para visitar en un viaje, que tal vez puede tener una duración de un único día. Aunque también es absolutamente cierto que realizar una visita de una única jornada, supondrá inevitablemente restringir mucho las visitas, y dejar muchas, muchísimas cosas sin ver o visitar. Así que buscar alojamiento en la ciudad y extender la estancia en la ciudad, puede ser también una idea fantástica.

La ciudad de Toledo está situada en el centro geográfico de la Península Ibérica. Situada a tan sólo unos 70 kms. al sur de Madrid, Toledo es hoy la capital de la provincia homónima, y también la capital de la Comunidad Autónoma española de Castilla la Mancha. Para llegar a ella tan sólo necesitaremos un viaje en autobús de la compañía Continental-Alsa, que dura entre una hora, y una hora y media. El transporte se debe tomar en el Intercambiador de la Plaza Elíptica de Madrid, a la que podemos llegar en metro a través de las líneas L5 y L11. La otra opción de transporte público, con un precio ligeramente más elevado es el tren de Alta Velocidad. El viaje de ida y vuelta sólo se encarece ligeramente, pero el tiempo de viaje se reduce a unos 40 minutos. La estación de partida sería en este caso Atocha.


Quizás la primera aproximación perfecta a Toledo sería la de realizar una vista panorámica del centro histórico. La ciudad ha crecido con los siglos hasta el punto que le ha permitido el río Tajo, que la abraza por tres de sus lados. En el meandro formado por el cauce de este río se alzan la mayoría de sus monumentos, y se concentran sus edificaciones y calles (más bien callejuelas). Una vista, y una obligada foto desde la circunvalación de Toledo, se puede conseguir a través de los autobuses turísticos de la ciudad, o del tren turístico. En ambos casos, el transporte tiene su origen junto a la Oficina de Turismo situada ante la Puerta Bisagra, que tal vez sea el mejor lugar para iniciar la visita, y para conseguir un plano del centro histórico, con el que después nos orientaremos mejor, y que además puede ser uno de los puntos naturales de llegada (a pocos minutos), si caminamos desde las estaciones de tren, o de autobuses.

Calle en el centro histórico de Toledo.
Una vez que decidamos adentrarnos en el centro histórico de Toledo, es el momento de saber que va a ser más que necesario un mapa o plano de la ciudad, y que a pesar de todo, va a ser casi seguro que en el algún momento nos desorientaremos. El urbanismo de Toledo responde a la sucesiva superposición de calles, construcciones, culturas, y en definitiva de siglos… razón por la cual sus calles, callejuelas y callejones, nos van a transportar inmediatamente a otro lugar y a otra fecha. El urbanismo cristiano, judío y musulmán se mezclan como en ningún otro sitio de España en el centro histórico de Toledo. Encontraréis aquí las calles más estrechas que (quizás) jamás hayáis visto en vuestra vida, muchas de las cuales, además, nos llevan a patios o plazas sin salida. 


Puntos de referencia para orientarse, y lugares de obligada visita son la Puerta Bisagra: ¡y atención porque hay dos puertas de bisagra!, una moderna que se abre a recibir al visitante actual, y otra situada en su interior, difícil de apreciar por la gran reforma del siglo XVI, pero que es la original y se remonta al periodo musulmán de la ciudad. Entrando al recinto amurallado de la ciudad antigua por las “Puertas Bisagra”, podemos ascender hacia la parte alta de la ciudad utilizando la única calle que se habilitó para el tráfico de vehículos a motor, y que nos llevará hasta la Plaza de Zocodover. Pero antes de llegar a ella, a medio camino, y accediendo por las cercanías de la llamada Puerta del Sol, podremos visitar uno de los más notables monumentos de la ciudad: la Mezquita del Cristo de la Luz. Convertida hace ya siglos en iglesia, permite ver con claridad el espacio que fue un pequeño templo musulmán, construido siguiendo los dictados estéticos y de belleza que llegaban desde la que entonces era el gran referente cultural de la península: Córdoba.

En la Plaza de Zocodover –nombre de tradición árabe que, paradoja española, sirve para designar a una especie de plaza mayor castellana–, podremos tomar varias decisiones: aquí están algunas de las más concurridas confiterías y despachos de mazapanes. Por el Arco de la sangre llegaremos al magnífico edificio (y museo) renacentista del Hospital de la Santa Cruz. A escasos metros se sitúa el Alcázar de Toledo, el edificio más visible de toda la ciudad, y que es a la vez Museo del Ejército y Biblioteca Pública. Y por último, adentrarnos definitivamente en las más pequeñas y retorcidas calles que nos lleven hacia el verdadero corazón de la ciudad, siendo la mejor opción la Calle del Comercio, que como su nombre nos recuerda, es la más comercial de todas las calles del centro histórico, y que nos irá acercando a la Catedral.

Museo "Casa del Greco".
Otro lugar indispensable en esta visita a Toledo es su Catedral. El edificio, de un tamaño increíble y de temprano estilo gótico en su interior, es completamente imposible verlo en su totalidad, ya que está completamente “encerrado” entre casas y otras construcciones. Hemos de buscar su única torre, o entrar a su interior para poder hacernos una idea aproximada de su tamaño, y también (y sobre todo) de su riqueza: la Catedral de Toledo es la sede primada de España, y por ello históricamente ha acumulado exclusivos e increíbles tesoros. Si entráis, disfrutaréis de un gigantesco retablo completamente dorado con verdadero oro, de la visión del Transparente de Narciso Tomé, de varias pinturas de El Greco, o de la gigantesca Custodia que todavía se utiliza cada año en la procesión del Corpus Christie. 

La Catedral se asoma a la plaza del Ayuntamiento, edificio por cierto, diseñado y construido por el hijo de El Greco; y a través de unas escaleras situadas a su derecha, y un pasadizo al que se accede por la pequeña plaza posterior, podemos entrar en la parte Oeste de la ciudad. Aquí las calles nos van a recordar con mayor precisión el origen árabe y judío de estos barrios. Aprovechad para visitar alguna de las dos sinagogas que se conservan en la ciudad: la de Santa María la Blanca, o la Sinagoga del Tránsito. La primera un exquisito ejemplo de construcción medieval, y la segunda no menos exquisita, reconvertida en Museo Sefardí o de la cultura hispano-judía. Junto a esta última se encuentra la popular “Casa del Greco”, edificio histórico que ha sido acondicionado y reformado tratando de imitar el domicilio del pintor griego que vivió tantos años en Toledo. Y por cierto, en una de sus iglesias, la cercana de Santo Tomé, se encuentra una de sus obras más conocidas: El entierro del Conde de Orgaz


Sinagoga del Tránsito (Museo Sefardí).
Son muchas, muchísimas más las opciones que ofrece la ciudad de Toledo. Su puente romano de Alcántara, o el cercano Castillo de San Servando –por cierto, albergue juvenil por si alguien decide dormir en la ciudad–, o la monumental iglesia de San Juan de los Reyes Católicos. O el Hospital Tavera. O el edificio histórico de la Universidad. O la recién restaurada Mezquita de las tornerías. O el Museo de los concilios y la cultura visigoda. O el Museo del taller del Moro… y así podríamos seguir escribiendo y relatando en una lista casi sin fin.

Con todo este esplendoroso y riquísimo pasado, Toledo ha adquirido un carácter propio muy diferenciado. Se puede apreciar en sus manufacturas y artesanías, entre las que posiblemente encontréis sin esfuerzo algún recuerdo o regalo que os podréis llevar. Uno de los más turísticos, sin duda, es el de las espadas toledanas. Nos dice la historia y la tradición, que la combinación de los recursos minerales de esta ciudad, y la pericia de sus artesanos, junto con la fuerza y el agua del río Tajo, crearon desde antiguo una merecida fama de las armas que se fabricaban en la ciudad. Por eso hoy las tiendas están llenas de espadas (réplicas) y navajas, pero también armaduras, cascos y otros elementos bélicos que se pueden comprar en una muy amplia gama de precios y calidades.
También antigua es la tradición de la cerámica toledana. El pueblo musulmán dejó aquí una de sus mejores expresiones artísticas en el barro cocido y esmaltado, dando lugar a magníficas decoraciones, platos y azulejos de tradición mora. Junto a ello, quizás el signo más definitorio de la artesanía toledana, sea el trabajo de los damasquinados. Se trata de la decoración de objetos metálicos con decoraciones de oro (no necesariamente verdadero oro), siendo especialmente famosos los objetos de bisutería como anillos, pendientes, colgantes, y otras joyas.


Típicos "mazapanes" de Toledo.
Otro rico aspecto de la cultura toledana es la cocina. El alimento más famoso de la ciudad son los mazapanes; una especie de “falso pan” que se obtiene con la mezcla de almendras y azúcar, y es uno de los dulces más populares de España. Pero junto al mazapán, la ciudad destaca por la sabia preparación de las carnes de caza, y muy especialmente por la preparación de la carne de ciervo en muy distintas recetas. También por la conocida receta de Perdiz a la toledana.

Toledo es fácilmente visitable en cualquier época del año, aunque conviene tener muy clara una recomendación. Por su situación geográfica y su clima, si podemos, debemos evitar las fechas más duras del invierno, y las más duras del verano, pues su clima tiene una grandísima oscilación. En invierno el frío puede ser extremo, de la misma manera que en los meses más cálidos de verano las temperaturas pueden ser desagradablemente elevadas. Es absolutamente cierto que esto no va a impedir la visita, pero sí la puede hacer sensiblemente más dura o dejarnos una mala impresión. De cualquier modo, la ciudad no es especialmente húmeda ni presenta demasiadas lluvias, y tal vez el otro “pequeño-gran” inconveniente que podemos encontrar, es que es una ciudad llena de continuas cuestas, pero que merece la pena subir y bajar por ellas. 



Video promocional de la ciudad de Toledo.

I.Y.P.