miércoles, 2 de octubre de 2013

Toledo: de vieja capital a Ciudad Imperial.

Visitar Toledo, al menos una vez en la vida, debería de ser obligatorio. Esta ciudad aparece por su inmensa belleza, y por derecho propio, en todas las guías de viajes. Y del mismo modo es una de las protagonistas principales en los libros de  historia de nuestra nación. Habitada desde el inicio de los tiempos fue un enclave importante para la cultura celta primero; ciudad del Imperio Romano después; la Nueva Tolosa para el reino hispano visigodo; sede de una importantísima Taifa musulmana; ciudad añorada, deseada y sentida para los Reinos Cristianos que la reconquistaban en el año 1085; lugar elegido por los Reyes Católicos para dirigir la nueva nación; capital del Imperio Español en tiempos del rey Carlos V… y aún ciudad decisiva durante la invasión napoleónica, o durante la gran Guerra Civil Española. Junto a todos estos hechos históricos de primer nivel, Toledo se hizo un gran hueco en los libros de historia gracias no sólo a ser la primera gran capital de un país unificado. En Toledo también se dieron cita, convivieron, se respetaron y se toleraron durante varios siglos cristianos, judíos y musulmanes. Por ello, al igual que Córdoba, comparte el título honorífico de “Ciudad de las tres culturas”, y su centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También existieron en la historia de la ciudad capítulos tan nobles y destacados como la creación de la escuela de traductores de manos del Rey Alfonso X llamado “el sabio”. Además, el asentamiento en la ciudad de los principales organismos y autoridades de todas las culturas y religiones que por la península han pasado, han hecho de la ciudad un increíble centro de cultura, religión y poder político, cuyo mejor recuerdo en la actualidad son los edificios, calles, plazas y ambientes realmente increíbles que en el centro histórico se conservan por docenas.

Vista panorámica de Toledo.
Toledo es hoy un increíble museo sin puertas; lleno de historia, cultura y arte, que bien merece una visita en la que no podemos dejar de perdernos por sus calles; visitar alguno de sus muchísimos edificios, monumentos y museos (algunos con más de 1000 años de historia); pero también probar sus mazapanes y sus elaboradas recetas de carnes de caza; sentir el espíritu del Greco o del Quijote; o admirar sus tradicionales y elaboradas artesanías y trabajos, que van desde las legendarias espadas de acero toledano, a los exquisitos broches y joyas damasquinadas



Por su tamaño y situación de cercanía a Madrid, Toledo es una ciudad ideal para visitar en un viaje, que tal vez puede tener una duración de un único día. Aunque también es absolutamente cierto que realizar una visita de una única jornada, supondrá inevitablemente restringir mucho las visitas, y dejar muchas, muchísimas cosas sin ver o visitar. Así que buscar alojamiento en la ciudad y extender la estancia en la ciudad, puede ser también una idea fantástica.

La ciudad de Toledo está situada en el centro geográfico de la Península Ibérica. Situada a tan sólo unos 70 kms. al sur de Madrid, Toledo es hoy la capital de la provincia homónima, y también la capital de la Comunidad Autónoma española de Castilla la Mancha. Para llegar a ella tan sólo necesitaremos un viaje en autobús de la compañía Continental-Alsa, que dura entre una hora, y una hora y media. El transporte se debe tomar en el Intercambiador de la Plaza Elíptica de Madrid, a la que podemos llegar en metro a través de las líneas L5 y L11. La otra opción de transporte público, con un precio ligeramente más elevado es el tren de Alta Velocidad. El viaje de ida y vuelta sólo se encarece ligeramente, pero el tiempo de viaje se reduce a unos 40 minutos. La estación de partida sería en este caso Atocha.


Quizás la primera aproximación perfecta a Toledo sería la de realizar una vista panorámica del centro histórico. La ciudad ha crecido con los siglos hasta el punto que le ha permitido el río Tajo, que la abraza por tres de sus lados. En el meandro formado por el cauce de este río se alzan la mayoría de sus monumentos, y se concentran sus edificaciones y calles (más bien callejuelas). Una vista, y una obligada foto desde la circunvalación de Toledo, se puede conseguir a través de los autobuses turísticos de la ciudad, o del tren turístico. En ambos casos, el transporte tiene su origen junto a la Oficina de Turismo situada ante la Puerta Bisagra, que tal vez sea el mejor lugar para iniciar la visita, y para conseguir un plano del centro histórico, con el que después nos orientaremos mejor, y que además puede ser uno de los puntos naturales de llegada (a pocos minutos), si caminamos desde las estaciones de tren, o de autobuses.

Calle en el centro histórico de Toledo.
Una vez que decidamos adentrarnos en el centro histórico de Toledo, es el momento de saber que va a ser más que necesario un mapa o plano de la ciudad, y que a pesar de todo, va a ser casi seguro que en el algún momento nos desorientaremos. El urbanismo de Toledo responde a la sucesiva superposición de calles, construcciones, culturas, y en definitiva de siglos… razón por la cual sus calles, callejuelas y callejones, nos van a transportar inmediatamente a otro lugar y a otra fecha. El urbanismo cristiano, judío y musulmán se mezclan como en ningún otro sitio de España en el centro histórico de Toledo. Encontraréis aquí las calles más estrechas que (quizás) jamás hayáis visto en vuestra vida, muchas de las cuales, además, nos llevan a patios o plazas sin salida. 


Puntos de referencia para orientarse, y lugares de obligada visita son la Puerta Bisagra: ¡y atención porque hay dos puertas de bisagra!, una moderna que se abre a recibir al visitante actual, y otra situada en su interior, difícil de apreciar por la gran reforma del siglo XVI, pero que es la original y se remonta al periodo musulmán de la ciudad. Entrando al recinto amurallado de la ciudad antigua por las “Puertas Bisagra”, podemos ascender hacia la parte alta de la ciudad utilizando la única calle que se habilitó para el tráfico de vehículos a motor, y que nos llevará hasta la Plaza de Zocodover. Pero antes de llegar a ella, a medio camino, y accediendo por las cercanías de la llamada Puerta del Sol, podremos visitar uno de los más notables monumentos de la ciudad: la Mezquita del Cristo de la Luz. Convertida hace ya siglos en iglesia, permite ver con claridad el espacio que fue un pequeño templo musulmán, construido siguiendo los dictados estéticos y de belleza que llegaban desde la que entonces era el gran referente cultural de la península: Córdoba.

En la Plaza de Zocodover –nombre de tradición árabe que, paradoja española, sirve para designar a una especie de plaza mayor castellana–, podremos tomar varias decisiones: aquí están algunas de las más concurridas confiterías y despachos de mazapanes. Por el Arco de la sangre llegaremos al magnífico edificio (y museo) renacentista del Hospital de la Santa Cruz. A escasos metros se sitúa el Alcázar de Toledo, el edificio más visible de toda la ciudad, y que es a la vez Museo del Ejército y Biblioteca Pública. Y por último, adentrarnos definitivamente en las más pequeñas y retorcidas calles que nos lleven hacia el verdadero corazón de la ciudad, siendo la mejor opción la Calle del Comercio, que como su nombre nos recuerda, es la más comercial de todas las calles del centro histórico, y que nos irá acercando a la Catedral.

Museo "Casa del Greco".
Otro lugar indispensable en esta visita a Toledo es su Catedral. El edificio, de un tamaño increíble y de temprano estilo gótico en su interior, es completamente imposible verlo en su totalidad, ya que está completamente “encerrado” entre casas y otras construcciones. Hemos de buscar su única torre, o entrar a su interior para poder hacernos una idea aproximada de su tamaño, y también (y sobre todo) de su riqueza: la Catedral de Toledo es la sede primada de España, y por ello históricamente ha acumulado exclusivos e increíbles tesoros. Si entráis, disfrutaréis de un gigantesco retablo completamente dorado con verdadero oro, de la visión del Transparente de Narciso Tomé, de varias pinturas de El Greco, o de la gigantesca Custodia que todavía se utiliza cada año en la procesión del Corpus Christie. 

La Catedral se asoma a la plaza del Ayuntamiento, edificio por cierto, diseñado y construido por el hijo de El Greco; y a través de unas escaleras situadas a su derecha, y un pasadizo al que se accede por la pequeña plaza posterior, podemos entrar en la parte Oeste de la ciudad. Aquí las calles nos van a recordar con mayor precisión el origen árabe y judío de estos barrios. Aprovechad para visitar alguna de las dos sinagogas que se conservan en la ciudad: la de Santa María la Blanca, o la Sinagoga del Tránsito. La primera un exquisito ejemplo de construcción medieval, y la segunda no menos exquisita, reconvertida en Museo Sefardí o de la cultura hispano-judía. Junto a esta última se encuentra la popular “Casa del Greco”, edificio histórico que ha sido acondicionado y reformado tratando de imitar el domicilio del pintor griego que vivió tantos años en Toledo. Y por cierto, en una de sus iglesias, la cercana de Santo Tomé, se encuentra una de sus obras más conocidas: El entierro del Conde de Orgaz


Sinagoga del Tránsito (Museo Sefardí).
Son muchas, muchísimas más las opciones que ofrece la ciudad de Toledo. Su puente romano de Alcántara, o el cercano Castillo de San Servando –por cierto, albergue juvenil por si alguien decide dormir en la ciudad–, o la monumental iglesia de San Juan de los Reyes Católicos. O el Hospital Tavera. O el edificio histórico de la Universidad. O la recién restaurada Mezquita de las tornerías. O el Museo de los concilios y la cultura visigoda. O el Museo del taller del Moro… y así podríamos seguir escribiendo y relatando en una lista casi sin fin.

Con todo este esplendoroso y riquísimo pasado, Toledo ha adquirido un carácter propio muy diferenciado. Se puede apreciar en sus manufacturas y artesanías, entre las que posiblemente encontréis sin esfuerzo algún recuerdo o regalo que os podréis llevar. Uno de los más turísticos, sin duda, es el de las espadas toledanas. Nos dice la historia y la tradición, que la combinación de los recursos minerales de esta ciudad, y la pericia de sus artesanos, junto con la fuerza y el agua del río Tajo, crearon desde antiguo una merecida fama de las armas que se fabricaban en la ciudad. Por eso hoy las tiendas están llenas de espadas (réplicas) y navajas, pero también armaduras, cascos y otros elementos bélicos que se pueden comprar en una muy amplia gama de precios y calidades.
También antigua es la tradición de la cerámica toledana. El pueblo musulmán dejó aquí una de sus mejores expresiones artísticas en el barro cocido y esmaltado, dando lugar a magníficas decoraciones, platos y azulejos de tradición mora. Junto a ello, quizás el signo más definitorio de la artesanía toledana, sea el trabajo de los damasquinados. Se trata de la decoración de objetos metálicos con decoraciones de oro (no necesariamente verdadero oro), siendo especialmente famosos los objetos de bisutería como anillos, pendientes, colgantes, y otras joyas.


Típicos "mazapanes" de Toledo.
Otro rico aspecto de la cultura toledana es la cocina. El alimento más famoso de la ciudad son los mazapanes; una especie de “falso pan” que se obtiene con la mezcla de almendras y azúcar, y es uno de los dulces más populares de España. Pero junto al mazapán, la ciudad destaca por la sabia preparación de las carnes de caza, y muy especialmente por la preparación de la carne de ciervo en muy distintas recetas. También por la conocida receta de Perdiz a la toledana.

Toledo es fácilmente visitable en cualquier época del año, aunque conviene tener muy clara una recomendación. Por su situación geográfica y su clima, si podemos, debemos evitar las fechas más duras del invierno, y las más duras del verano, pues su clima tiene una grandísima oscilación. En invierno el frío puede ser extremo, de la misma manera que en los meses más cálidos de verano las temperaturas pueden ser desagradablemente elevadas. Es absolutamente cierto que esto no va a impedir la visita, pero sí la puede hacer sensiblemente más dura o dejarnos una mala impresión. De cualquier modo, la ciudad no es especialmente húmeda ni presenta demasiadas lluvias, y tal vez el otro “pequeño-gran” inconveniente que podemos encontrar, es que es una ciudad llena de continuas cuestas, pero que merece la pena subir y bajar por ellas. 



Video promocional de la ciudad de Toledo.

I.Y.P.

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