Visitar Toledo, al menos una vez en la vida, debería de
ser obligatorio. Esta ciudad aparece por su inmensa belleza, y por derecho
propio, en todas las guías de viajes. Y del mismo modo es una de las
protagonistas principales en los libros de
historia de nuestra nación. Habitada desde el inicio de los tiempos fue un enclave importante para la cultura celta primero; ciudad
del Imperio Romano después;
la Nueva Tolosa
para el reino hispano visigodo; sede de una importantísima Taifa musulmana; ciudad
añorada, deseada y sentida para los Reinos
Cristianos que la reconquistaban en el año 1085; lugar elegido por los Reyes Católicos
para dirigir la nueva nación; capital del Imperio Español en
tiempos del rey Carlos V… y aún ciudad decisiva durante la invasión
napoleónica, o durante la gran Guerra Civil
Española. Junto a todos estos hechos históricos de primer nivel, Toledo se
hizo un gran hueco en los libros de historia gracias no sólo a ser la primera
gran capital de un país unificado. En Toledo también se dieron cita,
convivieron, se respetaron y se toleraron durante varios siglos cristianos,
judíos y musulmanes. Por ello, al igual que Córdoba, comparte el título
honorífico de “Ciudad de las tres
culturas”, y su centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO. También existieron en la historia de la
ciudad capítulos tan nobles y destacados como la creación de la escuela de
traductores de manos del Rey Alfonso X llamado “el sabio”. Además, el
asentamiento en la ciudad de los principales organismos y autoridades de todas
las culturas y religiones que por la península han pasado, han hecho de la
ciudad un increíble centro de cultura, religión y poder político, cuyo mejor
recuerdo en la actualidad son los edificios, calles, plazas y ambientes realmente
increíbles que en el centro histórico se conservan por docenas.
Vista panorámica de Toledo. |
Toledo es hoy un increíble museo sin puertas;
lleno de historia, cultura y arte, que bien merece una visita en la que no
podemos dejar de perdernos por sus calles; visitar alguno de sus muchísimos
edificios, monumentos y museos (algunos con más de 1000 años de historia); pero
también probar sus mazapanes
y sus elaboradas recetas de carnes de caza; sentir el espíritu del Greco o del Quijote; o admirar sus tradicionales
y elaboradas artesanías y trabajos, que van desde las legendarias espadas de
acero toledano, a los exquisitos broches y joyas damasquinadas.
Por su tamaño y situación de cercanía a
Madrid, Toledo es una ciudad ideal para visitar en un viaje, que tal vez puede
tener una duración de un único día. Aunque también es absolutamente cierto que
realizar una visita de una única jornada, supondrá inevitablemente restringir
mucho las visitas, y dejar muchas, muchísimas cosas sin ver o visitar. Así que
buscar alojamiento en la ciudad y extender la estancia en la ciudad, puede ser
también una idea fantástica.
La ciudad de Toledo está situada en el centro
geográfico de la Península Ibérica. Situada a tan sólo unos 70 kms. al sur de
Madrid, Toledo es hoy la capital de la provincia homónima, y también la capital
de la Comunidad Autónoma española de Castilla la Mancha. Para llegar a ella tan
sólo necesitaremos un viaje en autobús
de la compañía Continental-Alsa, que dura entre una hora, y una hora y media.
El transporte se debe tomar en el Intercambiador
de la Plaza Elíptica de Madrid, a la que podemos llegar en metro a través
de las líneas L5 y L11. La otra opción de transporte público, con un precio
ligeramente más elevado es el tren
de Alta Velocidad. El viaje de ida y vuelta sólo se encarece ligeramente, pero
el tiempo de viaje se reduce a unos 40 minutos. La estación de partida sería en
este caso Atocha.
Quizás la primera aproximación perfecta a
Toledo sería la de realizar una vista panorámica del centro histórico. La
ciudad ha crecido con los siglos hasta el punto que le ha permitido el río Tajo, que la abraza
por tres de sus lados. En el meandro
formado por el cauce de este río se alzan la mayoría de sus monumentos, y se
concentran sus edificaciones y calles (más bien callejuelas). Una vista, y una
obligada foto desde la circunvalación de Toledo, se puede conseguir a través de
los autobuses
turísticos de la ciudad, o del tren
turístico. En ambos casos, el transporte tiene su origen junto a la Oficina
de Turismo situada ante la Puerta Bisagra, que tal vez sea el mejor lugar
para iniciar la visita, y para conseguir un plano del centro histórico, con el
que después nos orientaremos mejor, y que además puede ser uno de los puntos
naturales de llegada (a pocos minutos), si caminamos desde las estaciones de
tren, o de autobuses.
Calle en el centro histórico de Toledo. |
Una vez que decidamos adentrarnos en el
centro histórico de Toledo, es el momento de saber que va a ser más que
necesario un mapa
o plano de la ciudad, y que a pesar de todo, va a ser casi seguro que en el
algún momento nos desorientaremos. El urbanismo de Toledo responde a la
sucesiva superposición de calles, construcciones, culturas, y en definitiva de
siglos… razón por la cual sus calles, callejuelas y callejones, nos van a
transportar inmediatamente a otro lugar y a otra fecha. El urbanismo cristiano,
judío y musulmán se mezclan como en ningún otro sitio de España en el centro
histórico de Toledo. Encontraréis aquí las calles más estrechas que (quizás)
jamás hayáis visto en vuestra vida, muchas de las cuales, además, nos llevan a
patios o plazas sin salida.
Puntos de referencia para orientarse, y
lugares de obligada visita son la Puerta
Bisagra: ¡y atención porque hay dos puertas de bisagra!, una moderna que se
abre a recibir al visitante actual, y otra situada en su interior, difícil de
apreciar por la gran reforma del siglo XVI, pero que es la original y se
remonta al periodo musulmán de la ciudad. Entrando al recinto amurallado de la
ciudad antigua por las “Puertas Bisagra”, podemos ascender hacia la parte alta
de la ciudad utilizando la única calle que se habilitó para el tráfico de
vehículos a motor, y que nos llevará hasta la Plaza de Zocodover. Pero antes de
llegar a ella, a medio camino, y accediendo por las cercanías de la llamada
Puerta del Sol, podremos visitar uno de los más notables monumentos de la
ciudad: la Mezquita
del Cristo de la Luz. Convertida hace ya siglos en iglesia, permite ver con
claridad el espacio que fue un pequeño templo musulmán, construido siguiendo
los dictados estéticos y de belleza que llegaban desde la que entonces era el
gran referente cultural de la península: Córdoba.
En la Plaza
de Zocodover –nombre de tradición árabe que, paradoja española, sirve para
designar a una especie de plaza mayor castellana–, podremos tomar varias
decisiones: aquí están algunas de las más concurridas confiterías y despachos
de mazapanes. Por el Arco de la sangre llegaremos al magnífico edificio (y
museo) renacentista del Hospital
de la Santa Cruz. A escasos metros se sitúa el Alcázar
de Toledo, el edificio más visible de toda la ciudad, y que es a la vez
Museo del Ejército y Biblioteca Pública. Y por último, adentrarnos
definitivamente en las más pequeñas y retorcidas calles que nos lleven hacia el
verdadero corazón de la ciudad, siendo la mejor opción la Calle del Comercio,
que como su nombre nos recuerda, es la más comercial de todas las calles del
centro histórico, y que nos irá acercando a la Catedral.
Museo "Casa del Greco". |
Otro lugar indispensable en esta visita a
Toledo es su Catedral.
El edificio, de un tamaño increíble y de temprano estilo gótico en su interior,
es completamente imposible verlo en su totalidad, ya que está completamente “encerrado” entre casas y otras
construcciones. Hemos de buscar su única torre, o entrar a su interior para
poder hacernos una idea aproximada de su tamaño, y también (y sobre todo) de su
riqueza: la Catedral de Toledo es la sede primada de
España, y por ello históricamente ha acumulado exclusivos e increíbles tesoros.
Si entráis, disfrutaréis de un gigantesco retablo completamente dorado
con verdadero oro, de la visión del Transparente
de Narciso Tomé, de varias pinturas de El Greco, o de la gigantesca Custodia que todavía se utiliza
cada año en la procesión
del Corpus Christie.
La Catedral se asoma a la plaza del Ayuntamiento, edificio por
cierto, diseñado y construido por el hijo de El Greco; y a través de unas
escaleras situadas a su derecha, y un pasadizo al que se accede por la pequeña
plaza posterior, podemos entrar en la parte Oeste de la ciudad. Aquí las calles
nos van a recordar con mayor precisión el origen árabe y judío de estos
barrios. Aprovechad para visitar alguna de las dos sinagogas que se conservan en
la ciudad: la de Santa
María la Blanca, o la Sinagoga
del Tránsito. La primera un exquisito ejemplo de construcción medieval, y
la segunda no menos exquisita, reconvertida en Museo Sefardí o de la
cultura hispano-judía. Junto a esta última se encuentra la popular “Casa
del Greco”, edificio histórico que ha sido acondicionado y reformado
tratando de imitar el domicilio del pintor griego que vivió tantos años en
Toledo. Y por cierto, en una de sus iglesias, la cercana de Santo Tomé, se
encuentra una de sus obras más conocidas: El
entierro del Conde de Orgaz.
Sinagoga del Tránsito (Museo Sefardí). |
Son muchas, muchísimas más las opciones que
ofrece la ciudad de Toledo. Su puente
romano de Alcántara, o el cercano Castillo de San Servando –por cierto, albergue juvenil por si
alguien decide dormir en la ciudad–, o la monumental iglesia de San
Juan de los Reyes Católicos. O el Hospital
Tavera. O el edificio histórico de la Universidad. O la recién restaurada Mezquita
de las tornerías. O el Museo
de los concilios y la cultura visigoda. O el Museo del
taller del Moro… y así podríamos seguir escribiendo y relatando en una
lista casi sin fin.
Con todo este esplendoroso y riquísimo
pasado, Toledo ha adquirido un carácter propio muy diferenciado. Se puede
apreciar en sus manufacturas y artesanías, entre las que posiblemente
encontréis sin esfuerzo algún recuerdo o regalo que os podréis llevar. Uno de
los más turísticos, sin duda, es el de las espadas toledanas. Nos dice la
historia y la tradición, que la combinación de los recursos minerales de esta
ciudad, y la pericia de sus artesanos, junto con la fuerza y el agua del río
Tajo, crearon desde antiguo una merecida fama de las armas que se fabricaban en
la ciudad. Por eso hoy las tiendas están llenas de espadas (réplicas) y
navajas, pero también armaduras, cascos y otros elementos bélicos que se pueden
comprar en una muy amplia gama de precios y calidades.
También antigua es la tradición de la
cerámica toledana. El pueblo musulmán dejó aquí una de sus mejores expresiones
artísticas en el barro cocido y esmaltado, dando
lugar a magníficas decoraciones, platos y azulejos de tradición mora.
Junto a ello, quizás el signo más definitorio de la artesanía toledana, sea el
trabajo de los damasquinados.
Se trata de la decoración de objetos metálicos con decoraciones de oro (no
necesariamente verdadero oro), siendo especialmente famosos los objetos de
bisutería como anillos, pendientes, colgantes, y otras joyas.
Típicos "mazapanes" de Toledo. |
Otro rico aspecto de la cultura toledana es
la cocina. El alimento más famoso de la ciudad son los mazapanes; una especie de
“falso pan” que se obtiene con la mezcla de almendras y azúcar, y es uno de los
dulces más populares de España. Pero junto al mazapán, la ciudad destaca por la
sabia preparación de las carnes de caza, y muy especialmente por la preparación
de la carne de ciervo en muy
distintas recetas. También por la conocida receta de Perdiz
a la toledana.
Toledo es fácilmente visitable en cualquier
época del año, aunque conviene tener muy clara una recomendación. Por su
situación geográfica y su clima, si podemos, debemos evitar las fechas más
duras del invierno, y las más duras del verano, pues su clima tiene una
grandísima oscilación. En invierno el frío puede ser extremo, de la misma
manera que en los meses más cálidos de verano las temperaturas pueden ser
desagradablemente elevadas. Es absolutamente cierto que esto no va a impedir la
visita, pero sí la puede hacer sensiblemente más dura o dejarnos una mala
impresión. De cualquier modo, la ciudad no es especialmente húmeda ni presenta
demasiadas lluvias, y tal vez el otro “pequeño-gran” inconveniente que podemos
encontrar, es que es una ciudad llena de continuas cuestas, pero que merece la
pena subir y bajar por ellas.
Video promocional de la ciudad de Toledo.
I.Y.P.
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