Conocer
Cáceres es conocer el encuentro de culturas que vivió España durante siglos.
Pasear por sus calles es pasear por su historia que se inicia en la más remota
prehistoria a través de las pinturas paleolíticas de la Cueva del Maltravieso
–integrada en el casco urbano de la ciudad–; continúa con restos romanos, como
por ejemplo su Arco
del Cristo; y continúa aún a través de
los numerosos restos medievales musulmanes y cristianos. Ello es fruto de la ocupación
islámica de la ciudad, y de la reconquista cristiana por parte del Reino de
León. Viviría la ciudad una segunda juventud en los inicios de la Edad Moderna
gracias especialmente a la fortuna de tantos exploradores del continente
Americano con raíces extremeñas. Muchos de ellos, agradecidos a su tierra de origen, la recordarán en
el Nuevo Continente pero también supieron reenviar sus glorias a la Península. Ello es evidente en los magníficos edificios y palacios, algunos incluso de claro gusto
o inspiración colonial. Por esta razón, proponemos un viaje, un acercamiento a Cáceres, en el
que proponemos una estancia de dos días en la ciudad para hacer liviano el
viaje. Y para apreciar el conjunto de la ciudad con tranquilidad.
Centro histórico de Cáceres. |
Cáceres
es una ciudad que seduce en su conjunto. Es una ciudad que te hace olvidar el
siglo en el que vives, y que te transporta a las ciudades de otras épocas a
través de su centro histórico. Probablemente, y sin ánimo de menospreciar
ninguna de sus edificaciones, no destaca por un monumento concreto, sino por la
ingente cantidad de palacios, iglesias, calles y murallas que la conforman. De
hecho, su centro histórico apenas si ha sufrido modificaciones contemporáneas,
y prácticamente la totalidad de sus edificios tienen siglos de antigüedad. Por
esta razón, por la calidad de muchos de ellos, y por su magnífico estado de
conservación, la UNESCO incluía la “ciudad vieja de Cáceres” en la lista de Ciudades Patrimonio de la Humanidad
en el año 1986.
Cáceres,
con casi 100.000 habitantes, está situado al sureste de Madrid, a casi 300 kms.
de distancia, y es la capital de la provincia homónima, que junto con la de
Badajoz, componen la Comunidad Autónoma de Extremadura, y cuyos límites al este
coinciden por completo con la frontera portuguesa. No sólo Cáceres, sino toda
Extremadura, es una de las regiones españolas con más biodiversidad de flora y
fauna, explicable en parte, gracias a su gran riqueza en agua, y a un cierto
aislamiento, incluso olvido, que la región sufrió durante siglos. Este hecho
histórico provocó una emigración masiva de su población al continente americano
durante la Edad Moderna y una perfecta conservación de su pasado monumental y
etnográfico en muchas de sus ciudades y comarcas. Hoy se plasma como un interesantísimo
foco de cultura o tradiciones, siendo un inmejorable ejemplo sus ciudades
históricas y las muchas explotaciones agrícolas modélicas: dehesas repletas de
ganado porcino, bovino, vacuno, y en menor medida, equino. El mejor reflejo son
sus numerosos productos artesanos y sus destacadísimas marcas de calidad, en
especial los productos derivados de la cría del Cerdo Ibérico, su Pimentón de
la Vera, o sus tantas frutas y verduras de calidad, como la cereza del Jerte o
sus higos.
Podemos
llegar a Cáceres desde Madrid en tren. La frecuencia que ofrece Renfe es de tan sólo cuatro
servicios diurnos y uno nocturno, con la característica de que todos los
servicios que presta son de la red ordinaria, y por lo tanto, al no existir
comunicación con trenes de Alta Velocidad, los precios son bastante económicos.
Tampoco será un problema la duración del viaje, pues el tiempo oscila entre las
tres horas y media y las cuatro, en cualquiera de los casos. La estación de
salida en Madrid será la de Atocha.
La otra opción de transporte es el autobús. La compañía que cubre esta línea es
Avanzabus
y ofrece hasta siete conexiones diarias, de las cuales cinco son normales, y
dos exprés; con lo que el tiempo de viaje oscila entre las casi cuatro horas, y
las cinco. En todos los casos, la estación de salida es la Estación Sur –
Méndez Álvaro.
Aljibe árabe en la Casa de las Veletas. |
Una vez
en Cáceres, el mejor lugar para iniciar una visita a pié es su Plaza
Mayor. Sin embargo, tanto si hemos viajado en autobús como en tren, ambas
estaciones están situadas en el extremo sur de la ciudad, razón por la cual
puede ser buena idea tomar el transporte
público de la ciudad, para acercarnos al centro histórico. Desde la
estación de Renfe podemos tomar la L1,
cuya parada está situada en la glorieta que se encuentra al exterior de la
estación. Tomándola en dirección norte, nos podremos bajar en la Plaza
del Obispo Galarza (fin de trayecto), que es la parada más conveniente para
acercarse a la Plaza Mayor. Si por el contrario, hemos llegado en autobús,
justo frente a la estación tendremos las opciones de las L4
o la L8,
de las que en ambos casos tendremos que
bajarnos o en el Paseo de Cánovas, o en
la Avenida de España, todavía un poco distantes del centro. Por esta razón,
quizás el mejor consejo puede ser caminar
unos pocos centenares de metros, desde la Estación de Autobuses hasta la parada
de la L1, que es la mejor opción para nuestro destino.
Una vez
en la Plaza Mayor de Cáceres, nuestra mejor opción será acudir a la Oficina de
Información Turística, situada en el número 3 de la plaza, y donde podremos
conseguir un plano de la ciudad, que también se ofrece en versión
descargable. La visita que proponemos, puede comenzar aquí mismo, en la
Plaza Mayor, y ha de llevarnos irremediablemente al interior de las murallas,
al interior de la ciudad histórica. Tanto por el tamaño “manejable” del centro
histórico, como por la gran cantidad de monumentos que la ciudad presenta, la
visita ha de ser tomada con calma, y realizarse libremente, tal vez planeando
un poco el itinerario personalmente. Por esta razón, aquí proponemos solamente
una opción de visita, en la que citaremos o incluiremos algunos de los
monumentos más consagrados de la ciudad. Por ello sugerimos comenzar en esta
Plaza Mayor, desde la que se puede apreciar la grandeza de la muralla almohade
del siglo XII que rodea el centro histórico de la ciudad, y lugar desde el que
también podremos contemplar la popular Torre
del Bujaco, que si bien es parte de la propia muralla, en realidad
aprovecha una construcción romana anterior. Posteriormente tal vez sea buena
idea adentrarnos a la ciudad histórica a través del Arco de la Estrella.
Es el principal acceso a la ciudad medieval, y también el más grande. Su
trazado en esviaje
responde a las obras realizadas en el siglo XVIII para facilitar el acceso a
los carruajes de caballos a la calle que está inmediatamente situada a la
izquierda, y que antes de estas obras era físicamente imposible tomar. Por
ello, don Bernardino de Carvajal Moctezuma, conseguía el empeño del
ayuntamiento y se remodelaba una puerta, que hasta entonces había tenido su
forma original, del siglo XV, cuando ya había sido ampliada la primera, la
original de la muralla.
Torre medieval. |
Simplemente
siguiendo por la estrecha calle que se abrirá ante nosotros, que no por
casualidad se llama “arco de la estrella”, llegaremos a la Plaza de Santa
María. Una vez en ella, podremos desplazarnos a visitar el Palacio de
Carvajal, uno de los múltiples ejemplos de construcción nobiliaria
cacereña; en este caso de finales del XV y principios del XVI. Este edificio está
gestionado por la Diputación Provincial de Cáceres, y por esta razón podremos
realizar una visita parcial por su interesante interior, que además nos brinda en
su interior un interesante Centro de Interpretación. Destaca por su belleza, el
patio interior del edificio. De regreso a la Plaza de Santa María, podemos
seguir contemplando la exquisitez de las construcciones palaciegas que la
componen, como son la Casa de
los Ovando, la Casa de
Mayoralgo, o el propio Palacio
Episcopal. En todos los casos nos enfrentamos a construcciones que se van a
repetir innumerablemente por todo el centro histórico cacereño: casas
nobiliarias, muchas de ellas fortificadas y con torre –la mayoría “desmochadas”
por un decreto de Isabel la Católica–, construidas con la piedra del lugar, y
en las que destacan las bellas fachadas góticas o renacentistas bien labradas,
y los patios interiores. El gran número nos habla del ilustrísimo pasado que
Cáceres vivió en la transición de la
Edad Media a la Edad Moderna. El otro gran edificio de la Plaza de Santa María es
la Iglesia Concatedral de Santa María.
Se trata del edificio más antiguo del entorno, pues aunque sus fachadas son
góticas, tanto al interior como al exterior se evidencia que sus partes más
antiguas responden a la época del románico.
Nuestro
itinerario sugerido continúa hacia la Plaza de los Golfines, hacia el sur,
bordeando la Catedral por delante de su fachada, e intuyendo que pronto
deberemos de ascender a la parte más elevada de la ciudad. En esta plaza se
levanta uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, y que además da
nombre a la plaza. El Palacio de
los Golfines de Abajo es quizás el mejor ejemplo de la gran tipología
constructiva de la ciudad: la casa fortaleza. El edificio combina
armoniosamente la construcción de función militar con la construcción
palaciega. Ello se aprecia en su hermosa fachada tardogótica y su crestería
decorativa, pero también en sus muchos elementos militares, como los matacanes,
la solidez de sus muros, o la carencia de ventanas… y brilla con luz propia su
torre, una de las pocas conservadas en la ciudad. Ello porque la familia
propietaria del edificio fue indultada por expreso deseo de Isabel la Católica,
durante una de las numerosas revueltas que vivió la ciudad. Por la misma razón,
el edificio presenta escudo heráldico, que no fue permitido en el resto de
construcciones, y hace del conjunto uno de los más hermosos y emblemáticos de
la ciudad.
Festival Womad en 2009. |
A
continuación deberemos dirigirnos hacia la Plaza de San Jorge, donde nos
encontraremos con las primeras escaleras. En este lugar podremos contemplar la Casa de
los Becerra, el Convento
de los Jesuitas y la Iglesia
de San Francisco Javier, cuya situación a los pies de una gran escalinata,
y una plaza de remozado diseño barroco –como la propia iglesia–, nos recuerda
los modelos que en su misma época de construcción se estaban ensayando en
América, y en los que sin duda se inspira: una elaborada fachada, encuadrada
entre dos robustas torres campanario blancas. Tomemos a continuación la elevada
escalera que queda en el lateral de esta iglesia, y ascenderemos a la parte más
alta de la ciudad, que es también la más antigua. Llegaremos entonces a la
Plaza de San Mateo, a la que da nombre la Iglesia
de San Mateo que la preside en uno de sus ángulos, enfrentado al Convento
de San Pablo en otra de las esquinas. Cierra el espacio la Casa de
los Cáceres-Ovando, popularmente conocido como la “casa de las cigüeñas”, y
que conserva otra de las escasas torres del centro histórico, que por su
situación es la más elevada de la ciudad. A escasos metros de esta plaza, hacia
el oeste, se abre la Plaza de las Veletas. En ella se levanta el Palacio
de las Veletas, que si bien no destaca especialmente por su arquitectura,
en su interior nos presenta el más preciado tesoro de la ciudad: un hermosísimo
aljibe subterráneo. La
construcción, del siglo XV, ya no presenta elementos defensivos, pero
paradójicamente está construido en el mismo lugar en que estuvo el más
importante edificio militar de la ciudad: el alcázar de época almohade.
En el interior del edificio se ha estructurado el Museo de Cáceres, que
contiene colecciones arqueológicas, etnográficas y algunas interesantes piezas
artísticas; aunque el principal interés radica en la visita del aljibe, de los
más grandes y espectaculares de España. Se construyó en la época musulmana de
la ciudad, bajo el viejo alcázar, aprovechando una pequeña oquedad natural de
la roca. Para su construcción, de casi 15 x 10 metros, se dispusieron cinco
naves separadas por columnas graníticas y hermosos arcos de herradura, y cuya
única función era la del aprovechamiento y almacenaje del agua para el posterior
consumo. El espacio se ha conservado en excelentes condiciones, y es ésta
quizás la visita más aconsejada de toda la ciudad de Cáceres.
Para
finalizar la visita del centro histórico, sugerimos descender desde la Plaza de
las Veletas hacia el viejo barrio judío, hoy llamado barrio de San Antonio de
la Quebrada, y al que podemos acceder por alguna de las callejuelas con
escalinatas que bordean al propio museo. Todas las calles de este sector son
muy estrechas y empinadas, y muchas de las pequeñas construcciones que lo
conforman están apoyadas, sino integradas, en la propia muralla de la ciudad.
Paseando por esta zona podremos ver el citado Arco del Cristo, de fundación
romana, y finalmente, a través de la Calle del Adarve, regresar a la parte baja
de la ciudad, desde donde deberemos buscar nuevamente el arco de la Estrella,
para finalizar definitivamente la visita al centro histórico.
Esta
ruta sugerida es, por así decirlo, el Cáceres esencial. Pero tal vez también
quiera el visitante conocer la Casa Museo Árabe Yusuf Al Burch, que está
situada en la Cuesta del Marqués 4, o el Centro de Interpretación de la Cueva
del Maltravieso, que está en la Avenida de Cervantes. Además son muchas las
edificaciones, principalmente palacios, que no hemos citado aquí, y que
repartidos por la ciudad vieja bien pueden merecer un vistazo, caso del Palacio
de Toledo-Moctezuma, la Casa del Mono, el Palacio de Adanero, la Casa Mudéjar,
y aún mucho otros.
No
podemos irnos de Cáceres sin probar su gastronomía. Sus platos tradicionales
son sencillos y seculares, pues hunden las raíces en la importantísima herencia
pastoril –especialmente a través de la trashumancia– y campesina. Destacan, por
ejemplo, algunas de sus sopas, entre las que brilla especialmente la sopa de
tomate e higos, o las sopas de ajo. Plato estrella son las migas, un plato que
nació de la costumbre de los pastores de aprovechar el pan viejo en el
desayuno, y que hoy se ha convertido en un primer plato. No podían faltar las
carnes en una tierra tan ganadera como esta, y por eso el cordero y sobre todo
el cerdo brilla en las mesas cacereñas. Si tenéis ocasión probad el frite,
hecho a base de carne de cordero, primero frito, y luego cocido con patatas y
pimentón. Y por supuesto los embutidos de cerdo, especialmente su preciadísimo
jamón, del que habrá que tener en cuenta, que dependiendo de su calidad, el
precio puede ser realmente elevado. Más económico puede ser el chorizo, o
alguna de las variedades de morcilla. Y como postre, quizás el más aconsejado
pueden ser los repápalos con leche.
El
clima cacereño permite visitar la ciudad en cualquier época del año, ya que la
temperatura media anual se sitúa en torno a los 17 grados Celsius. Dicho esto,
las mejores épocas son Primavera y Otoño, para evitar los rigores propios del
calor estival o del frío invernal, que de cualquier modo no impedirán una
visita; como tampoco será un problema la lluvia, normalmente. No obstante, debe
saber el visitante, que las épocas más masificadas por el turismo son la Semana
Santa –declarada de interés turístico nacional–, y durante la celebración del
WOMAD, un interesante festival de música étnica promovido por Peter Gabriel, y
que habitualmente se celebra en la segunda semana de Mayo.
Video promocional de Cáceres.
I.Y.P.
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