martes, 29 de marzo de 2011

Murcia y el “Mar Menor”.

Se piensa que Murcia (Murtia) debe su nombre a la presencia de mirtos, árboles que abundaban en la desembocadura del río Segura, lugar donde está situada la ciudad... Pero la realidad es que casi nada se sabe con seguridad del pasado más remoto de la ciudad, salvo que era una zona fuertemente romanizada, y completamente repleta de villas romanas; y que ya en aquellos siglos se aprovechaban las bondades climáticas de esta tierra para explotar la agricultura. Los primeros datos históricos seguros nos hablan de la ciudad de Mursiya, ciudad de fuerte presencia árabe, refundada (o fundada) en el año 825 de manos de un Emir de Abderramán II. A partir del siglo XI Murcia será en varias ocasiones capital de diversas Taifas, y desde 1243 pasó a ser vasalla primero, y ciudad integrante de la Corona de Castilla, después, ganándose el importante aprecio del rey Alfonso X “el sabio”.

La producción de seda, el comercio, y por encima de todo ello, los productos de su huerta, son los ingredientes básicos de su economía; al que hay que sumar uno nuevo y fundamental a partir del siglo XX, que es el turismo. La razón es la situación de la ciudad de Murcia a escasos 45 kilómetros del Mar Mediterráneo, siendo las playas más cercanas las de los municipios de San Javier y Los Alcázares; ambos a orillas de la mayor de las albuferas españolas: el Mar Menor.

Murcia es hoy una ciudad grande en el contexto urbano español con su casi medio millón de habitantes, repartidos en toda la extensión del municipio. Además, la ciudad es la capital de su propia provincia, y a la vez de la Comunidad Autónoma –uniprovincial–, a la que también ella misma da nombre. Por todo ello, es evidente que es una ciudad principalmente de servicios, moderna, y que contiene un reciente pero importante polo económico y empresarial. Por todo ello, la ciudad bien merece una visita, ya que su centro histórico, sus museos, sus festivales, su gran número de estudiantes universitarios… animan continuamente la vida. Por ello, y porque será de justicia visitar no sólo Murcia, sino también el Mar Menor, proponemos aquí una visita a Murcia que ha de empeñarnos, al menos, durante tres días.

Situada a poco más de 400 kilómetros al sureste de Madrid, casi a orillas del Mediterráneo, el transporte hasta Murcia puede ser el autobús, que en unas cinco horas nos dejará en nuestro destino. La compañía que opera la línea con hasta siete autobuses diarios los días laborables es Alsa; y la estación de salida será la Estación Sur – Méndez Álvaro. Otra opción factible es el tren. En este caso, Renfe dispone de cinco servicios diarios los días laborables, que emplean en torno a las cuatro horas y media por trayecto. Por último, nos queda el avión, opción menos aconsejable, ya que tan sólo Iberia realiza vuelos comerciales entre las dos ciudades, y además, el aeropuerto de destino no se encuentra en la propia ciudad, sino a unos casi 50 kilómetros, en la localidad de San Javier. Por lo tanto ni el precio, ni la frecuencia, y la necesidad de conexión posteriormente con la ciudad, aconsejan el avión en este caso; sino que la manera más práctica de llegar a Murcia desde Madrid será en tren o autobús.


Una visita a la ciudad de Murcia ha de empezar, sin duda alguna, por su Catedral. Se trata de su monumento más insigne, y de hecho es uno de los más importantes de toda la Región de Murcia. Por supuesto, la Catedral se encuentra en la parte más antigua de la ciudad, así que si hemos llegado en tren, desde la estación de Renfe podemos tomar el autobús urbano (línea 9), que desde la propia estación nos llevará a la Glorieta de España, en las inmediaciones del centro histórico, justo al lado del río. Si por el contrario hemos llegado en autobús, entonces la línea de autobús urbano que nos puede servir para llegar hasta la Glorieta de España es la línea 3, y en este caso tendremos que caminar tan sólo un centenar de metros hacia el este desde la propia estación, hasta la calle García Alix, que es donde está situada la parada.

La Glorieta de España nos puede servir como punto de entrada al centro histórico de la ciudad, por ejemplo a través de la calle San Patricio, que nace allí mismo, y finaliza a los pies de la Catedral. El edificio es un compendio de estilos artísticos, que como digna excepción, ha dado un hermoso resultado. El edificio, como tantos otros de España, está construido en el mismo lugar en el que primero existió la mezquita musulmana. La actual catedral comenzó a construirse a finales del siglo XIV, por lo tanto en estilo gótico, que aún se puede apreciar en su notable interior o en la llamada Puerta de las Cadenas. Las obras para mejorar y embellecer el edificio se extenderían en el tiempo, y así son visibles partes en estilo renacentista y otras en barroco. Sin embargo, lo primero que nos llamará la atención es su hermosísima fachada, barroca; casi rococó; realizada en la segunda mitad del siglo XVIII como consecuencia de la ruina de la vieja fachada debido a las numerosas crecidas del río Segura, e inestable por algún terremoto sufrido en la ciudad. El resultado actual es una “fachada retablo” de hermosísimas proporciones y gran decoración, que se debe enmarcar, sin duda alguna, entre las más hermosas del barroco español, y que a los más viajeros les podrá recordar la fachada de la Catedral de la Habana (Cuba). También sorprenderá, en este caso por sus 93 metros de altura, la impresionante torre campanario de la que tan sólo la Giralda de Sevilla se eleva más en todo el país. Además, en su interior se conservan, nada menos, que 25 campanas; todas de los siglos XVII y XVIII. Por último, para los interesados en escultura, la visita al museo de la Catedral puede estar aconsejado, ya que la Diócesis ha sido lugar de grandes artistas imagineros, y muchas de sus obras se conservan aquí; destacando las de Francisco Salzillo; y también pinturas de Lucas Jordán y Federico Madrazo.

En la misma plaza de la Catedral, que en realidad se llama Plaza del Cardenal Beluga, se encuentra otro de los edificios más hermosos de la ciudad: el Palacio Episcopal. Aunque el palacio ya existía antes que la actual fachada de la Catedral, y eso se recuerda en la parte trasera del edificio; en el llamado “mirador” que da al río; una vez acabadas las obras de la Catedral se decidió también modernizar este espacio. El resultado es un edificio claramente italianizante, claramente copiando modelos de palacios romanos de los últimos años del siglo XVIII. Los grandes ventanales y balcones de sus fachadas delatan este origen. Los tratamientos murales a base de ornamentaciones al fresco son otra característica de los palacios romanos y napolitanos, que también se copian aquí, con muy buen resultado. Si decidimos realizar una visita por el interior, destaca por encima de todo la gran escalera imperial, también el patio interior, y por último la pequeña capilla del Obispo.


Una visita singular en la ciudad de Murcia, es su Casino, situado en el número 22 de la Calle Trapería, al norte de la Catedral. Inaugurado en 1847, fue en su momento un lugar de encuentro no sólo para el ocio, sino también para los protagonistas de la cultura de la ciudad. Por ello, en sus instalaciones se conservan numerosas muestras que se han decidido abrir al público en general. Destaca, en primer lugar, el propio edificio, que como era costumbre en la época trata de recrear distintos estilos artísticos en sus distintos espacios. Uno de los más llamativos es el llamado “patio árabe”, que está cubierto por una gran cúpula de hierro y cristal, y magníficamente decorado a la manera árabe, inspirado en los salones de La Alhambra y el Alcázar de Sevilla. Otro de sus espacios más hermosos es el “Salón de Baile”, de estilo neobarroco-rococó. Cuenta, además, con valiosas pinturas alegóricas que representan la Música, la Escultura, La Pintura y la Arquitectura.

Bastante más al Oeste, muy cerca de la estación de autobuses, y concretamente en el número 3 de la Plaza de San Agustín, se encuentra el Museo Salzillo. Si la ciudad de Murcia es un museo al aire libre de arquitectura barroca; una de las máximas expresiones se puede encontrar en este lugar. Francisco Salzillo fue, probablemente, el escultor español más famoso del siglo XVIII. Y siendo murciano, era evidente que aquí debía tener su museo más importante y representativo. Seguidor fiel de la más pura tradición escultórica española, sus obras son de temática religiosa, y realizadas la mayoría en madera ricamente policromada. En el museo se conservan numerosos pasos de semana santa, esculturas individuales, un increíble belén realizado en terracota policromada, numerosos bocetos de barro… y también una sala de objetos suntuarios que van desde ricas telas y trajes, hasta objetos para el culto litúrgico. El Museo Salzillo es sólo uno de los 20 museos diferentes que se pueden visitar en la ciudad, y que cubren un amplio abanico que va desde el Arqueológico, al de Bellas Artes, al Taurino, o al de la Universidad, así que si al viajero le apetece, tendrá un gran abanico de opciones.

Una fantástica despedida en la ciudad de Murcia puede ser una visita por su “Paseo del Malecón”. Este nombre; que nos recuerda otros paseos, en otros lugares, pero siempre marítimos; tiene su razón de ser en un importante muro de contención para evitar la entrada de las aguas en la ciudad, cada vez que el río Segura sufre una de sus habituales crecidas. El muro, original del siglo XV, fue numerosas veces restaurado y rehabilitado, siendo las reformas más importantes en el siglo XVIII. Las últimas y más recientes, del siglo XX, lo han convertido en un lugar de ocio y paseo, sin perder su función original de contención de aguas ante las crecidas. Adentrarse por el paseo del malecón –al Oeste de la ciudad–, supondrá adentrarse en la famosa “huerta murciana”, sin en realidad apenas abandonar el núcleo urbano. Desde una altura media de tres metros sobre el suelo, se pueden contemplar numerosos cultivos agrícolas, numerosas huertas, y también los antiguos jardines del Convento de San Francisco, o los jardines botánicos, en un paseo que merecerá la pena.


Visitando Murcia será una muy buena idea aprovechar la cercanía del Mar Mediterráneo. Aunque la ciudad propiamente dicha no se asoma al mar, la distancia es de poco más de 45 kilómetros hasta el llamado “Mar Menor”. Éste es el nombre con que se conoce a la albufera más grande de España, es decir, una laguna litoral cuya agua proviene del propio Mar Mediterráneo. Tiene una forma aproximada de una media luna, creando un espacio con hasta 73 kilómetros de costa, y que por el este se separa del mar abierto a través de unos bancales de arena que oscilan entre los 100 metros de espesor, y casi un kilómetro y medio. Tiene un único canal de acceso al mar principal que ayuda a cambiar el agua, y por tanto también a verse afectado por las mareas. A estos bancales, a este brazo de tierra que aísla este mar menor del mediterráneo, se le conoce como “La manga”, y está limitada por el Cabo de Palos al sur, y un parque natural protegido –el de las salinas–, al norte. En su franja más ancha ha sido habilitada y explotada para instalaciones hoteleras, turísticas, y un puerto deportivo; teniendo únicamente una carretera que lo atraviesa de norte a sur. En total 30 playas perfectamente adaptadas y acondicionadas para el baño, unas abiertas hacia el tranquilo mar menor, otras abiertas hacia el mar mediterráneo –especialmente ideales para la práctica del surf–.

El Mar Menor es siempre un espacio ideal para el baño: el agua se regenera continuamente, pero no se ve especialmente afectado por los temporales marítimos gracias a esta “manga” de tierra que lo separa. Además, por este aislamiento relativo, la temperatura del agua siempre es un poco más elevada que en las playas abiertas al mar mediterráneo, y por supuesto también su salinidad. Otra ventaja es que su profundidad es escasa (7 metros en el punto más profundo), y permite caminar grandes distancias antes de “perder pié”; y en definitiva hacen del mar menor un magnífico espacio para el baño.

Para llegar a las playas desde Murcia tenemos dos opciones principales. La opción más cercana son las playas del Mar Menor. Para ello, podremos tomar un autobús de la compañía Latbus con destino a San Javier o Los Alcázares; y el servicio partirá de la Estación de autobuses de Murcia. Si por el contrario elegimos como destino La Manga, entonces tendremos la oportunidad de elegir entre las playas más orientales del Mar Menor, pero también las abiertas al Mar Mediterráneo. Si estamos pensando en algún deporte náutico, o la práctica del surf en cualquiera de sus variantes a través de las muchas compañías que alquilan el material; entonces éste será nuestro destino. Para llegar hasta La Manga, tan sólo tenemos que tomar el autobús de la compañía Giménez García Hermanos, con salida también en la Estación de Autobuses de Murcia. Eso sí, deberá saber el viajero, que en este caso, al tener que rodear gran parte del Mar Menor para acceder a La Manga, el tiempo de viaje prácticamente se duplica, aunque lo normal es que sea de aproximadamente una hora como máximo.


La cultura gastronómica de Murcia es rica y variada. Por su situación geográfica en plena costa del levante español, toma bastantes influencias de la cocina valenciana –con los arroces a la cabeza–, y con la preeminencia de los pescados sobre la carne. Pero sin embargo también hay notables aportaciones de la cocina de Castilla la Mancha, e incluso de la Granadina, que junto con la gran cantidad y variedad de productos hortícolas –donde los reyes son el pimiento y el tomate–, hacen de la cocina murciana una de las más variadas de España. Aprovechad la ocasión para probar alguno de sus platos más tradicionales, como pueden ser el “Pastel de carne”, hecho con una base de pasta brisée, un relleno a base de carne de ternera, chorizo y huevo cocido, y una cobertura de hojaldre. Otra opción pueden ser el “albóndigas de bacalao”; es decir las tradicionales albóndigas, pero que aquí acostumbran a hacerse, no con carne picada, sino con bacalao desalado, y suelen ser acompañadas tradicionalmente con patatas. O por ejemplo la llamada “tortilla paisana”; es decir la tradicional tortilla española, pero enriquecida con productos de la huerta: pimientos, calabacín, zanahoria…, que complementan a los ingredientes principales que siguen siendo la patata y el huevo. Y si queréis probar un postre tradicional, entonces vuestra elección han de ser los “Paparajotes”: hojas de limonero recubiertas con una masa de harina y huevo, frito y espolvoreado con canela y azúcar.

No hay ninguna fecha poco indicada para visitar Murcia. Tan sólo conviene saber que aunque el sol está prácticamente garantizado en cualquier momento del año, es evidente que en invierno el clima, normalmente, no invitará al baño, aún a pesar de que la temperatura invernal media de la zona está cerca de los 12º. Y por el contrario, también es importante conocer que la humedad relativa de toda la región murciana es bastante elevada, razón por la cual, la temperatura media estival que es de 33º, en ocasiones puede parecer bastante mayor. Llueve escasamente (la media son 330 mm. Anuales), aunque en otoño puede sufrirse algún episodio de “gota fría”, exactamente igual que en toda la costa de Levante española.



Promoción turística de Murcia




I.Y.P.

lunes, 14 de marzo de 2011

Madrid en bici (Vías Verdes).

La ciudad de Madrid no está pensada para las bicicletas. Esto debe de quedar meridianamente claro. Y por tanto, desde aquí desaconsejamos el uso urbano de la bicicleta para recorrer la capital. Por el gran volumen de tráfico de vehículos, por la poca presencia de vías ciclables, y sobre todo por el poco respeto –más bien poca costumbre de compartir los viales con los ciclistas– de la mayoría de los conductores hacia los ciclistas, el uso habitual de la bicicleta no está especialmente aconsejado en la capital española. De hecho, la única excepción positiva en todo el país es Barcelona, y aún así, la ciudad sigue estando principalmente “motorizada”.

No obstante, gracias al interés creciente de diversas asociaciones ciclistas, deportivas, y algunas iniciativas del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, cada vez resulta un poco más fácil realizar algún recorrido con cierta seguridad, y sobre todo podemos disfrutar de varios recorridos interurbanos, diseñados específicamente para las dos ruedas, especialmente gracias a las “Vías Verdes”, que es la principal opción y apuesta de este blog.

El hecho de no contar con una bicicleta no debe ser un impedimento, ya que cada vez son más el número de empresas que las ofrecen en alquiler, contrarrestando así el escaso mercado de ciclos de segunda mano. Así pues, vayamos por partes. Conseguir una bicicleta de alquiler en Madrid no es una tarea imposible. Cada vez son más las empresas que las alquilan, y generalmente con tarifas bastante económicas, y ventajosas si en lugar de un solo día se alquila, por ejemplo, para un fin de semana. Además, varias de estas empresas ofrecen visitas “autoguiadas” por la capital, o incluso la posibilidad de organizar viajes en grupo por las cercanías de Madrid; y todas ellas ofrecen la posibilidad de alquilar un casco –imprescindible– o un candado; incluso algunas compañías incluyen ya el precio en la tarifa mínima. A continuación os dejo algunos de los enlaces más populares para el alquiler de bicis en Madrid:

By bike Madrid

Otero ciclos

Bike Spain

Bravo Bike

27 Bikes

Trixi

Conseguida nuestra bicicleta, el siguiente reto debe ser definir un destino. Los destinos urbanos son en su mayoría parciales, a través de “carriles bici” acondicionados y señalados por distintas partes de la capital. En ellos se cuenta con carril específico, señalización, pasos de preferencia sobre vías urbanas, semáforos… pero no obstante conviene extremar las precauciones con el tráfico a motor, y en la medida de lo posible, el consejo es usar siempre que se pueda estos carriles, pero usar preferentemente las vías interurbanas –en general menos peligrosas y con menos cruces–; y más específicamente el “anillo verde ciclista” y las vías verdes. Podéis conseguir información mucho más detallada de los 106 kilómetros de carriles urbanos en la web de Pedalibre. Nosotros aconsejamos firmemente que el uso de la bicicleta quede restringido, en la medida de lo posible, al “anillo verde ciclista” de la Capital, y sobre todo a las “vías verdes”.


El Anillo Verde Ciclista de Madrid es un proyecto que tiene como objetivo circunvalar por completo la capital con vías de uso exclusivo para bicicletas. Este magnífico proyecto se viene realizando desde hace años, y a pesar de que todavía tiene un gran margen de mejora, es cierto que ya se pueden recorrer distancias a través de distintos tramos conectados, sumando un total de casi 31 kilómetros. Si decidís usar este circuito, conviene saber que a pesar de su carácter urbano, en realidad no atraviesa el verdadero centro de la capital, sino que la rodea por su límite exterior. A pesar de una buena señalización e indicaciones en general, algunos tramos están mal conectados, y en muchos otros el ciclista habrá de sumarse al tráfico rodado para completar o conectar los itinerarios. También es cierto, que en muchos otros, afortunadamente, cuenta ya con pasos a distinto nivel sobre las grandes carreteras, y por lo tanto la comodidad, y sobre todo la seguridad, es mucho más notable.

Para llegar a algún punto donde iniciar el recorrido, recordad que será mucho más práctico y seguro hacerlo en Metro antes que atravesar el centro de la capital sobre la bici. Eso sí, conviene saber que la política de admisión de bicicletas en el Metro es bastante estricta: sólo serán admitidos pasajeros con bicicleta en el coche de los extremos del convoy (junto a las cabinas de conducción), tanto anterior como posterior. Sólo se admitirán un máximo de dos viajeros con bicicleta por coche (es decir, máximo de 4 en todo el tren, dos en cabeza y dos en cola); y la admisión está supeditada a las buenas condiciones del servicio; es decir, si hay aglomeraciones de viajeros, se podrá negar el acceso al metro de los viajeros con bicicleta. Como norma general, el horario para poder acceder con bicicleta al Metro es entre las 10.00 y las 12.30; y desde las 21.00 hasta el cierre del servicio de lunes a viernes; mientras que los sábados, domingos y festivos, se puede acceder a cualquier hora, siempre que las condiciones lo permitan. (Consultar la normativa completa). Consultad el mapa del Anillo Verde Ciclista para decidir dónde podéis acceder con el Metro, pero no olvidéis que muchas estaciones cuentan con un gran número de escaleras. Por ello, una de las opciones más aconsejables, es iniciar la ruta en la parada de Batán (L10), cuyo acceso con una bicicleta es cómodo y seguro, pues es una estación en superficie, y se encuentra a muy poca distancia del anillo, basta tan sólo con pedalear unos centenares de metros en dirección norte, entre el zoo y el parque de atracciones.


La mejor opción para disfrutar de la bicicleta en Madrid, y la que apoyamos desde aquí, es salir de la capital y disfrutar de alguna de las “Vías Verdes”, pensadas más específicamente para los ciclistas. El proyecto de vías verdes es una interesantísima iniciativa de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles en colaboración con diversas administraciones públicas, que tiene como objetivo recuperar antiguos trazados ferroviarios en desuso, habilitándolos para su recorrido a pie o en bicicleta. En España existen cerca de 8000 kilómetros de vías sin tráfico ferroviario, de las cuales, casi 1550 kilómetros ya han sido habilitados en un total de 64 vías verdes. Por las condiciones originales del trazado de las vías, estos recorridos son fácilmente transitables, pues aún en los peores casos los desniveles son salvados con muy poco porcentaje de subida o bajada, presentan puentes y todo tipo de infraestructuras necesarias, suelen estar en perfectas condiciones para ser transitadas, y no suelen cruzarse a nivel con carreteras u otras vías, con lo que se elimina la peligrosidad de compartir el vial con vehículos a motor. Además, la mayoría de estos trazados atraviesan parajes y paisajes algo alejados de los trazados más modernos, con los que uno de los grandes y principales alicientes para su uso es precisamente el disfrute de la naturaleza. No obstante, y por su antiguo origen como trazado férreo, la mayoría de las vías verdes comunican distintas poblaciones –generalmente de tamaño pequeño o medio–, a muchas de las cuales sigue siendo muy fácil llegar con nuestra bici a través de los trenes de Renfe. En este sentido, explicar que Renfe facilita el acceso a sus trenes de cercanías a cualquier hora los sábados, domingos y festivos; y con horario restringido de lunes a viernes. (Consultar condiciones y horarios restrictivos).


En la Comunidad de Madrid existen un total de cinco Vías Verdes. La más pequeña de todas, de poco más de tres kilómetros, es también la más urbana. Popularmente conocida como la Vía Verde de la Gasolina, une los distritos madrileños de Barajas y San Blas. Para su uso, no habrá por tanto ni que salir de la capital, sino que podremos llegar a ella a través de la L5 de metro, en las paradas de Alameda de Osuna o Capricho. Cuenta con asfalto en todo el recorrido, un túnel iluminado, y señalización vertical. A pesar del poco recorrido, esta vía verde puede ser aconsejable, ya que nos permitirá acceder con total seguridad al Parque El Capricho, donde podremos alargar nuestro paseo en bici.


La segunda de las vías verdes madrileñas es la Vía Verde del río Guadarrama. Su recorrido es de 13 kilómetros, que a diferencia de la primera, no están asfaltados, sino que son pistas de tierra, y por supuesto no son de carácter plenamente urbano. El recorrido transcurre entre las localidades de Móstoles y Navalcarnero, y podemos llegar hasta su inicio a través de la línea C5 de cercanías de Renfe, con parada en Móstoles. A tener en cuenta por el ciclista, que para regresar a Madrid habremos de desandar los kilómetros nuevamente hasta Móstoles, ya que Navalcarnero carece de servicio de Renfe; y por tanto ha de tener en cuenta que serán al menos un total de 26 kilómetros. Pero el esfuerzo puede merecer la pena, ya que siempre por las cercanías del cauce del río Guadarrama, el recorrido transcurre entre dehesas de encinas, tierras de pastos, y la ribera del río; un magnífico paseo en el que disfrutar de la naturaleza.


La tercera opción es la Vía Verde del Alberche. Situada mucho más al sur, casi en la confluencia de las provincias de Madrid y Toledo, la vía transcurre por el valle del río, alternando grandes recorridos por pistas de tierra en plena naturaleza, pero también con algún tramo urbano. En total son 14 kilómetros, de gran belleza para recorrer en bicicleta, pero con un gran inconveniente que es su acceso. Para llegar hasta San Martín de Valdeiglesias, que es el inicio de la vía, tan sólo podremos hacerlo en autobús, que si bien permite llevar la bicicleta en el maletero, es una opción incómoda. Si se decide optar por esta vía, la compañía que da servicio a la línea es la empresa CEVESA, y la línea es la 551, con salida en el Intercambiador de Príncipe Pio.


La Vía Verde del tren de los 40 días presenta el mismo inconveniente de tener que usar el autobús para llegar a su inicio, ya sea en la localidad de Carabaña, o en la de Estremera. Para llegar a Carabaña, la compañía es Argabus, y la línea la 326, con salida de la Avenida del Mediterráneo (metro Conde de Casal L6). Para llegar a Estremera, la salida de la línea 351 parte igualmente desde Conde de Casal, pero la compañía que da servicio en este caso es la Empresa Ruiz. Si decidimos usar esta vía verde, el total del recorrido serán 14 kilómetros asfaltados, que transcurren por paisajes agrícolas por las cuencas del río Tajuña y Tajo. El curioso nombre de esta vía responde al origen del ferrocarril que circuló por ella, ya que fue construido expresamente para abastecer de alimentos a la capital española durante los años de la Guerra Civil, y se cuenta que en tan sólo 40 días fue realizada toda la construcción. Presenta en su recorrido buenos paisajes, y algunas interesantes trincheras –cortes en la montaña– por los que se interna el recorrido.


La última de las vías verdes madrileñas, es quizás la más aconsejable para una jornada en bicicleta, tanto por su recorrido más extenso, de casi 50 kilómetros (y por tanto casi 100 si hacemos la ida y vuelta completa), como por su facilidad para acceder en Metro hasta el inicio de la ruta. Se trata de la Vía Verde del Río Tajuña, con inicio en Arganda del Rey, y finalización en Ambite. Hasta Arganda del Rey podemos llegar con la L9 de Metro, aunque conviene saber que la población está fuera del límite ordinario del abono de transportes, por lo que habrá que comprar el billete cuando nos obliguen a cambiar de tren, en la estación de “Puerta de Arganda”. Todo el trayecto está perfectamente marcado y definido con asfalto rojo, y además perfectamente indicado y acondicionado. Durante el trayecto se pasa por antiguas estaciones de tren y por varias poblaciones en las que podremos hacer un alto para descansar o buscar una bebida fresca. El paisaje se caracteriza principalmente por ser la ribera del río, y contener algunas zonas muy boscosas, junto con grandes zonas agrícolas, de cultivos principalmente frutícolas, aunque parte del recorrido transita por el actual Parque Regional del Sureste. Podremos igualmente disfrutar de los restos del castillo de Perales, o del Balneario de Carabaña.


Sea cual sea la ruta que elijáis para realizar en bicicleta, recordad que aunque los carriles bici, el anillo verde ciclista, y las vías verdes, están especialmente pensados para el disfrute y la seguridad del ciclista, habrá que extremar siempre las precauciones, ya que el tráfico a motor siempre podrá cruzarse en nuestro camino. Del mismo modo, utilizad siempre casco, y respetad al resto de ciclistas, y más específicamente a los peatones o paseantes que podréis encontrar en el anillo ciclista de Madrid, o por las Vías Verdes.




Vías Verdes del Tajuña y del tren de los 40 días (Vídeo de RTVE)


I.Y.P.

martes, 8 de marzo de 2011

Donostia – San Sebastián: estímulo para los sentidos.

La ciudad de San Sebastián, o en euskera Donostia, es uno de los principales destinos turísticos de España. Su magnífica combinación entre mar y montaña han hecho de este municipio vasco uno de los más deseados por el turismo nacional e internacional. Además de sus playas y sus montes, son un importante reclamo su espectacular gastronomía, la señorial belleza de la ciudad, o la gran cantidad de actividades culturales que se desarrollan a lo largo de todo el año. Por todo ello, Donostia se ha hecho un hueco importante entre los principales referentes turísticos del norte de España. Conocer Donostia – San Sebastián, o alguna de las otras ciudades vascas, puede ser un interesantísimo ejercicio de cultura. El País Vasco o Euskadi, es una de las regiones históricas de España, que conserva clarísimamente algunas de sus identidades culturales diferenciadoras del resto de la nación. No sólo su lengua propia, el euskera, sino también sus costumbres, tradiciones, construcciones populares y floklore, son los rasgos distintivos culturales más evidentes que se podrán apreciar en una visita que aquí planteamos a Donostia con una duración mínima de dos días, y en la que sugeriremos algunos de los puntos y actividades más destacadas de la ciudad.


Poco sabemos con certeza del pasado más histórico y del origen de la ciudad. De hecho, el primer documento en que aparece directamente citada es del año 1014, aunque la mayoría de los historiadores han llevado a consenso su falsedad. Su origen podría estar en un viejo monasterio del que hoy ha quedado tan sólo el nombre por el que se conoce en castellano a la ciudad, y que se habría fundado posiblemente sobre el mismo solar en que los romanos edificaron una pequeña villa pesquera, llamada Izurum, y que hoy se quiere identificar con el barrio más viejo de la población. Pocos más datos precisos aparecen hasta bien entrada la Edad Media, cuando Donostia creció gracias a su economía mercantil y pesquera, sirviendo primero a los reyes de Navarra, y después a los Castellanos. Su prosperidad económica la hizo crecer, y la hizo también arder por completo en varias ocasiones aunque siempre fue reconstruida, hasta que guerras intestinas acabaron desviando el comercio y las riquezas a la cercana ciudad de Bilbao.

Donostia se verá obligada entonces a reconvertirse, y la vieja ciudad pesquera y comercial se convierte en una importante plaza militar. Es en este periodo cuando adquiere el título de ciudad; otorgado por Felipe IV en 1662; y también es ahora cuando sufrirá levantamientos contra la corona y será invadida en varias ocasiones por tropas francesas, siendo la más grave la del periodo de Invasión Napoleónica, a principios del siglo XIX. Pero paradójicamente, también va a ser en este siglo XIX cuando la ciudad experimente su crecimiento más importante. Vencidos los franceses, la ciudad adquiere cierto rango con la capitalidad de su provincia, y desde entonces regresa un importante interés y auge comercial. Además, Donostia tendrá un empuje fundamental gracias a la Reina María Cristina, que durante su regencia en los últimos años de aquel siglo la elegirá como destino estival favoreciendo el nacimiento de una importante economía turística, y ayudando en su importante expansión urbana, en una época que se bautizó como la “Belle Époque”.

Donostia – San Sebastián sigue siendo hoy en día un importante polo de turismo. Sus playas, especialmente la de la Bahía de la Concha, y su agitado mar, la hacen destino ideal para el baño veraniego y el surf. Pero además su riquísima y trabajadísima gastronomía la encumbran en los principales podios gastronómicos, ya no solo nacionales, sino también internacionales. Junto a todo ello está la belleza de la propia ciudad, por su situación y por su arquitectura, y también la gran cantidad de actividades culturales, como sus varias convenciones y reuniones gastronómicas anuales, su Festival de Cine, o sus conciertos entre los que brillan con luz propia el de Jazz, y la Quincena Musical de San Sebastián.


Donostia está situada en la costa norte española, a 464 kilómetros de Madrid, a orillas del Mar Cantábrico, y a tan sólo 20 kilómetros de la frontera con Francia. La ciudad es la capital administrativa de la provincia de Guipúzcoa, que junto con las provincias de Vizcaya y Álava, conforma la Comunidad Autónoma del País Vasco. Por las calles de Donostia viven algo más de 185.000 habitantes, aunque con su concurrida área metropolitana se alcanza casi el medio millón. Tanto en la ciudad, como en todos los territorios del País Vasco, conviven el castellano y el euskera como lenguas oficiales. No obstante, ha de saber el viajero, que la lengua no será un problema, ya que la práctica totalidad de la población es perfectamente bilingüe, así como toda la señalización e información que se ofrece a los visitantes.


Para llegar a Donostia – San Sebastián desde Madrid, podemos elegir cualquiera de los transportes habituales. En avión las ciudades están conectadas a través de vuelos regulares de la compañía Iberia, que en algo menos de una hora cubre el trayecto. El aeropuerto de San Sebastián está situado a 22 kilómetros del centro de la ciudad, y dispone de un servicio de autobús urbano, con una frecuencia aproximada de una hora, que en poco más de 30 minutos nos habrá dejado en el corazón urbano. Si por el contrario elegimos el tren, normalmente más barato que el avión, habremos de tomarlo en la Estación de Chamartín. Sin embargo, conviene saber que Renfe tan sólo dispone de dos conexiones directas diarias que emplean algo más de cinco horas para unir las ciudades. Y por último nos queda la opción del autobús, la más barata de las tres en condiciones normales, y que es operado por la compañía Alsa, que ofrece hasta 10 conexiones diarias. En este caso, la estación de salida será el Intercambiador de la Avenida de América, y la duración del viaje oscila entre las cinco y seis horas. Conviene poner atención en el horario y el tipo de autobús antes de comprar el billete, ya que algunos servicios son de distinta categoría (supra+), y el precio puede verse sensiblemente incrementado. Una vez en Donostia – San Sebastián, tanto las estaciones de tren como de autobús, están situadas en las márgenes del río Urumea, por lo que en ambos casos, para llegar al centro más turístico de la ciudad, tan sólo tenemos que caminar siguiendo el curso del agua, es decir, hacia el mar.


Una visita a Donostia – San Sebastián tiene necesariamente que empezar en la Bahía de la Concha. Esta ensenada natural del Mar Cantábrico, con la pintoresca isla de Santa Clara en el centro, es el corazón estival de la ciudad, y el punto más fotografiado. Si divisamos la bahía desde el Paseo de la Concha, veremos cómo se levantan a ambos lados dos montes: a la izquierda (este) el Monte Igeldo, a la derecha (oeste) el Monte Urgull. Bajo el primero de ellos, bajo el Igeldo, se extiende la Playa de Ondarreta, que comparte bahía con la más conocida de la Concha, y que habitualmente está menos concurrida. En su extremo norte, en la boca de la ensenada, se encuentran situadas las esculturas de Eduardo Chillida que conforman el popular “Peine del Viento”; esculturas postmodernas monumentales de acero que se funden e integran con el paisaje y la fuerza de la naturaleza, hecho que ya se evoca con el nombre del monumento. El resultado es extremadamente evocador, y está aconsejada su visita.

Retomando nuestro inicio, regresando al Paseo de la Concha que bordea la playa del mismo nombre, nos iremos acercando progresivamente al corazón de la ciudad si vamos caminando en dirección Oeste. Justo al inicio del paseo, asomado sobre el mar, está situado el Palacio de Miramar, el mismo que se construyó en los últimos años del siglo XIX para el veraneo de la Reina María Cristina y su corte. Se trata de un edificio de corte e inspiración inglesa, que se asoma a la bahía y la playa, y que magníficamente conservado y rodeado de estupendos jardines, nos ofrece una de las vistas más hermosas y sugestivas de la Bahía. Continuando por el Paseo de la Concha podremos disfrutar ahora plenamente de la Playa, que se extiende –como el paseo– durante algo más de un kilómetro. Esta playa, de las más famosas de España, tiene una finísima arena blanca y la característica especial de que si nos adentramos en el mar, la profundidad que se va alcanzando es poca y paulatina, algo que la ha hecho especialmente famosa, y por sus condiciones naturales relativamente poco peligrosa y muy aconsejada para el baño. También en el centro de la playa, directamente sobre el paseo, se conservan las viejas instalaciones de baños, hoy reconvertidas en populares restaurantes.

Sugerimos en nuestra ruta finalizar el paseo de la Concha, caminando siempre en dirección Oeste. De este modo llegaremos a los jardines de Alderdi Eder y al Ayuntamiento de la ciudad, cuyo edificio en realidad fue el viejo Casino, que sólo dejó de tener su función original cuando en 1924 se prohibió el juego. La monumental construcción es de finales del siglo XIX, de la belle époque donostiarra, y es uno de los más grandes e impresionantes de la ciudad, construido, como gran parte de la ciudad, de acuerdo al gusto y estilo francés. Justo a su lado, se encuentra uno de los edificios más curiosos: el Club Náutico. Como contraste al colosal Casino se encuentra este pequeño edificio blanco, de corte e intención racionalista, que imita a un barco atracado en el puerto. Fue construido en 1928 por los arquitectos José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen, y es una de las obras más destacadas del movimiento arquitectónico moderno español.

Pocos metros después de superar el Club Náutico, habremos entrado definitivamente en el Puerto histórico de Donostia – San Sebastián, y con ello estaremos entrando en la parte más antigua de la ciudad. A los pies del Monte Urgull se encuentra el pequeño puerto, dotado de varios diques, y que alberga en la actualidad tanto las pequeñas embarcaciones de pesca tradicional, como las más modernas deportivas. En este lugar siempre estuvo situado el más primitivo puerto de la ensenada, y recuerdo visible de ello son hoy las pintorescas casas de pescadores, seculares, que se apoyan directamente en el monte y tan sólo asoman sus breves fachadas al mar a lo largo del Paseo del Muelle. Puede ser una buena idea pasear entre ellas, pues además, en este espigón que finaliza en la boca de la ensenada, están situados tanto el Aquarium de San Sebastián, como otras instalaciones escultóricas, tan del gusto vasco, entre las que destacan las de Jorge Oteiza. Son además magníficas las vistas de la Playa de la Concha y su bahía desde este punto, así como de la Isla de Santa Clara. Y mejores son aún si el viajero decide ascender al Monte Urgull. Para ello, puede tomar la empinada carretera que parte precisamente del puerto, en su confluencia con la entrada al casco histórico de la ciudad. En este monte se conservan parte de las fortificaciones que en su día rodearon por completo a la antigua ciudad, y de hecho éste fue el ultimo bastión de la resistencia francesa en la ciudad durante el asedio de San Sebastian en 1813. En la parte más alta está el Castillo de la Mota, edificio que conserva tres capillas, una de las cuales sirve de peana a la emblemática imagen del Sagrado Corazón de Jesús, escultura de más de 12 metros de altura que preside el conjunto de la ciudad.

De regreso al puerto, debemos entrar ahora en la parte más vieja de la ciudad. Ésta es una de las partes con más vida de toda Donostia. Además de pasear con calma por sus estrechas y peatonales calles, y de descubrir espacios como su Plaza de la Constitución –que nos recordará una Plaza Mayor–, cuyos balcones numerados nos recodarán las épocas en las que este espacio se usó a modo de plaza de toros; podremos también aprovechar para visitar la tardogótica Iglesia de San Vicente, que es la más vieja de la ciudad, o la barroca Basílica de Santa María. Pero la visita más aconsejada en esta parte de la ciudad consistirá en adaptarse al modo de vida donostiarra, y disfrutar por tanto de los numerosos bares de pintxos que se agolpan por todas las calles. Si la cocina moderna vasca es quizás la más conocida y famosa de todo el país; su expresión popular a través de los pinchos que se venden en sus bares y tabernas, tiene una de sus mecas sagradas en estas calles. No debe dejar el visitante de entrar en alguno de ellos, pues no sólo la degustación, sino también la contemplación de estos elaboradísimos pinchos será un auténtico placer.

Una vez avituallados en la ciudad vieja de Donostia – San Sebastián, nos queda todavía mucha ciudad por conocer. Justo en el margen del río Urumea, en su desembocadura al mar, se encuentra el más emblemático de los edificios modernos de la ciudad: el palacio de congresos o Kursaal. Inaugurado en 1999, el gran edificio es obra del arquitecto español Rafael Moneo, quien recibía el encargo de diseñar un auditorio, que finalmente se iba a convertir en un gran centro cultural, que alberga no sólo la gran sala auditorio, sino también una sala de cámara, y otras varias salas polivalentes, dedicadas principalmente a acoger exposiciones y todo tipo de eventos culturales, e incluso un restaurante. De hecho, desde su inauguración, el Kursaal se ha convertido en la sede permanente del Festival de Cine de San Sebastián, y también en sus salas se suelen organizar distintos conciertos del festival anual de Jazz de la ciudad. El gran conjunto está constituido por dos grandes volúmenes prismáticos, asimétricos, recordando los espigones y grandes piezas de hormigón que se ponen en la costa para romper las olas; por lo que su situación, precisamente en primera línea de costa, es la ideal. Cada uno de los “cubos” que conforman la construcción está diseñado con otro “cubo” en su interior, siendo éste el verdadero recinto, mientras que la estructura exterior, realizada principalmente en vidrio, es meramente decorativa. El Kursaal se ha convertido hoy en día en la imagen más popular de la arquitectura donostiarra.

Justo al lado, es decir, cruzando hacia el Oeste el río Urumea, y dejando atrás al Kursaal, llegaremos a la otra playa de Donostia – San Sebastián: la playa de Zurriola. Con unos 800 metros de playa, el lugar es el preferido los jóvenes de la ciudad, presenta un ambiente más abierto; y además es el mejor lugar para practicar deportes como el surf en todas sus variantes, pues el mar está mucho más abierto aquí que en las playas de Ondarreta y La Concha, amparadas en el interior la Bahía. Además, y como dato curioso, en la playa de Zurriola está permitido el nudismo, hecho poco habitual en las playas urbanas españolas.

Deshaciendo el camino, regresando nuevamente al Este del río Urumea, nos quedará aún por visitar el ensanche moderno de la ciudad. El primer edificio que veremos será el Teatro Victoria Eugenia. El edificio fue construido con piedra arenisca, que permitió realizar decoraciones inspiradas en las platerescas del renacimiento español, aunque ya fuese realizado en 1912 por el Arquitecto Francisco de Urcola. Es uno de los lugares más sentidos y queridos por la población donostiarra. A través de cualquiera de las calles que lo rodean, y en dirección sur, entraremos definitivamente en el recinto urbano moderno de la ciudad. Sus calles fueron trazadas siguiendo una retícula regular, a modo de tablero de ajedrez, y creando innumerables manzanas en las que gran parte de los edificios son todavía los originales de finales del XIX y principios del XX. Muchos, la mayoría de ellos son de clara inspiración francesa, tan de moda durante la belle èpoque, que hizo incluir a esta ciudad en la mayoría de las guías turísticas. También a esa época, y a esa inspiración francesa responde la gran Catedral del Buen Pastor, obra neogótica que se finalizaba en 1897.

Como siempre advierto, esta es sólo una presentación, o una sugerencia de visita a la ciudad de Donostia – San Sebastián. Podrá el visitante organizarse a su gusto, centrando tal vez la visita en alguna de sus playas, o en alguno de sus montes que están llenos de indicaciones para rutas y paseos. O tal vez, querrá el viajero realizar la llamada “ruta de las estrellas”, que sigue los pasos y lugares más importantes, elegidos por muchos de los ilustrísimos participantes de su famoso festival de cine. Sea como fuere, es ésta una ciudad para disfrutar con todos los sentidos, algo que se puede seguir cultivando ya entrada la noche: la ciudad presenta dos zonas básicas de ocio nocturno. Por un lado la ciudad vieja, que es la más concurrida y la de identidad más marcada y diferenciada. Por otro lado, el entorno de la calle Reyes Católicos, situado en las inmediaciones de la Catedral del Buen Pastor, y que es la zona con más locales modernos y de ambiente.

Insisto en la conveniencia de conocer el San Sebastián gastronómico. Con un solo dato se puede explicar la importancia de la nueva cocina vasca, y la posición que la ciudad tiene en este contexto: Donostia – San Sebastián es la única ciudad del mundo, junto con París, que posee tres restaurantes con la máxima calificación de la guía Michelín. De aquí han salido prestigiosos cocineros como Juan Mari Arzak, Pedro Subijana o Martín Berasategui, y si bien toda esta situación hace que los restaurantes donostiarras no estén entre los más económicos del país, es muy cierto que se puede comer a un precio conveniente en muchísimos lugares, y que los pintxos son un económico y magnífico exponente de esta cultura culinaria, donde además encontraremos la totalidad de los ingredientes más habituales, que giran en torno a las verduras, hortalizas y pescados, con una buena presencia también de los productos cárnicos.


Añadir por último, simplemente, que la visita a Donostia – San Sebastián está aconsejada y es posible en cualquier época del año, teniendo presente que el Mar Cantábrico es un mar de aguas frías, razón por la cual, incluso en verano su temperatura es baja, mientras que en invierno sólo los más atrevidos realizarán el baño. En cuanto al clima propiamente dicho, conviene saber que es una de las ciudades con mayor precipitación de lluvias a lo largo de todo el año, aunque más específicamente concentradas en Otoño e Invierno. Las temperaturas en cambio, son suaves y agradables, con unas medias que oscilan en torno a los 15º, si bien los picos invernales pueden caer cerca del “cero” y las máximas estivales rondar los 35º. Si tenemos en cuenta estas consideraciones climáticas, y evitamos –si queremos– los principales festivales y eventos culturales de la ciudad, Donostia – San Sebastián será un magnífico destino.



Video de Promoción turística de Donostia - San Sebastián






I.Y.P.