martes, 29 de marzo de 2011

Murcia y el “Mar Menor”.

Se piensa que Murcia (Murtia) debe su nombre a la presencia de mirtos, árboles que abundaban en la desembocadura del río Segura, lugar donde está situada la ciudad... Pero la realidad es que casi nada se sabe con seguridad del pasado más remoto de la ciudad, salvo que era una zona fuertemente romanizada, y completamente repleta de villas romanas; y que ya en aquellos siglos se aprovechaban las bondades climáticas de esta tierra para explotar la agricultura. Los primeros datos históricos seguros nos hablan de la ciudad de Mursiya, ciudad de fuerte presencia árabe, refundada (o fundada) en el año 825 de manos de un Emir de Abderramán II. A partir del siglo XI Murcia será en varias ocasiones capital de diversas Taifas, y desde 1243 pasó a ser vasalla primero, y ciudad integrante de la Corona de Castilla, después, ganándose el importante aprecio del rey Alfonso X “el sabio”.

La producción de seda, el comercio, y por encima de todo ello, los productos de su huerta, son los ingredientes básicos de su economía; al que hay que sumar uno nuevo y fundamental a partir del siglo XX, que es el turismo. La razón es la situación de la ciudad de Murcia a escasos 45 kilómetros del Mar Mediterráneo, siendo las playas más cercanas las de los municipios de San Javier y Los Alcázares; ambos a orillas de la mayor de las albuferas españolas: el Mar Menor.

Murcia es hoy una ciudad grande en el contexto urbano español con su casi medio millón de habitantes, repartidos en toda la extensión del municipio. Además, la ciudad es la capital de su propia provincia, y a la vez de la Comunidad Autónoma –uniprovincial–, a la que también ella misma da nombre. Por todo ello, es evidente que es una ciudad principalmente de servicios, moderna, y que contiene un reciente pero importante polo económico y empresarial. Por todo ello, la ciudad bien merece una visita, ya que su centro histórico, sus museos, sus festivales, su gran número de estudiantes universitarios… animan continuamente la vida. Por ello, y porque será de justicia visitar no sólo Murcia, sino también el Mar Menor, proponemos aquí una visita a Murcia que ha de empeñarnos, al menos, durante tres días.

Situada a poco más de 400 kilómetros al sureste de Madrid, casi a orillas del Mediterráneo, el transporte hasta Murcia puede ser el autobús, que en unas cinco horas nos dejará en nuestro destino. La compañía que opera la línea con hasta siete autobuses diarios los días laborables es Alsa; y la estación de salida será la Estación Sur – Méndez Álvaro. Otra opción factible es el tren. En este caso, Renfe dispone de cinco servicios diarios los días laborables, que emplean en torno a las cuatro horas y media por trayecto. Por último, nos queda el avión, opción menos aconsejable, ya que tan sólo Iberia realiza vuelos comerciales entre las dos ciudades, y además, el aeropuerto de destino no se encuentra en la propia ciudad, sino a unos casi 50 kilómetros, en la localidad de San Javier. Por lo tanto ni el precio, ni la frecuencia, y la necesidad de conexión posteriormente con la ciudad, aconsejan el avión en este caso; sino que la manera más práctica de llegar a Murcia desde Madrid será en tren o autobús.


Una visita a la ciudad de Murcia ha de empezar, sin duda alguna, por su Catedral. Se trata de su monumento más insigne, y de hecho es uno de los más importantes de toda la Región de Murcia. Por supuesto, la Catedral se encuentra en la parte más antigua de la ciudad, así que si hemos llegado en tren, desde la estación de Renfe podemos tomar el autobús urbano (línea 9), que desde la propia estación nos llevará a la Glorieta de España, en las inmediaciones del centro histórico, justo al lado del río. Si por el contrario hemos llegado en autobús, entonces la línea de autobús urbano que nos puede servir para llegar hasta la Glorieta de España es la línea 3, y en este caso tendremos que caminar tan sólo un centenar de metros hacia el este desde la propia estación, hasta la calle García Alix, que es donde está situada la parada.

La Glorieta de España nos puede servir como punto de entrada al centro histórico de la ciudad, por ejemplo a través de la calle San Patricio, que nace allí mismo, y finaliza a los pies de la Catedral. El edificio es un compendio de estilos artísticos, que como digna excepción, ha dado un hermoso resultado. El edificio, como tantos otros de España, está construido en el mismo lugar en el que primero existió la mezquita musulmana. La actual catedral comenzó a construirse a finales del siglo XIV, por lo tanto en estilo gótico, que aún se puede apreciar en su notable interior o en la llamada Puerta de las Cadenas. Las obras para mejorar y embellecer el edificio se extenderían en el tiempo, y así son visibles partes en estilo renacentista y otras en barroco. Sin embargo, lo primero que nos llamará la atención es su hermosísima fachada, barroca; casi rococó; realizada en la segunda mitad del siglo XVIII como consecuencia de la ruina de la vieja fachada debido a las numerosas crecidas del río Segura, e inestable por algún terremoto sufrido en la ciudad. El resultado actual es una “fachada retablo” de hermosísimas proporciones y gran decoración, que se debe enmarcar, sin duda alguna, entre las más hermosas del barroco español, y que a los más viajeros les podrá recordar la fachada de la Catedral de la Habana (Cuba). También sorprenderá, en este caso por sus 93 metros de altura, la impresionante torre campanario de la que tan sólo la Giralda de Sevilla se eleva más en todo el país. Además, en su interior se conservan, nada menos, que 25 campanas; todas de los siglos XVII y XVIII. Por último, para los interesados en escultura, la visita al museo de la Catedral puede estar aconsejado, ya que la Diócesis ha sido lugar de grandes artistas imagineros, y muchas de sus obras se conservan aquí; destacando las de Francisco Salzillo; y también pinturas de Lucas Jordán y Federico Madrazo.

En la misma plaza de la Catedral, que en realidad se llama Plaza del Cardenal Beluga, se encuentra otro de los edificios más hermosos de la ciudad: el Palacio Episcopal. Aunque el palacio ya existía antes que la actual fachada de la Catedral, y eso se recuerda en la parte trasera del edificio; en el llamado “mirador” que da al río; una vez acabadas las obras de la Catedral se decidió también modernizar este espacio. El resultado es un edificio claramente italianizante, claramente copiando modelos de palacios romanos de los últimos años del siglo XVIII. Los grandes ventanales y balcones de sus fachadas delatan este origen. Los tratamientos murales a base de ornamentaciones al fresco son otra característica de los palacios romanos y napolitanos, que también se copian aquí, con muy buen resultado. Si decidimos realizar una visita por el interior, destaca por encima de todo la gran escalera imperial, también el patio interior, y por último la pequeña capilla del Obispo.


Una visita singular en la ciudad de Murcia, es su Casino, situado en el número 22 de la Calle Trapería, al norte de la Catedral. Inaugurado en 1847, fue en su momento un lugar de encuentro no sólo para el ocio, sino también para los protagonistas de la cultura de la ciudad. Por ello, en sus instalaciones se conservan numerosas muestras que se han decidido abrir al público en general. Destaca, en primer lugar, el propio edificio, que como era costumbre en la época trata de recrear distintos estilos artísticos en sus distintos espacios. Uno de los más llamativos es el llamado “patio árabe”, que está cubierto por una gran cúpula de hierro y cristal, y magníficamente decorado a la manera árabe, inspirado en los salones de La Alhambra y el Alcázar de Sevilla. Otro de sus espacios más hermosos es el “Salón de Baile”, de estilo neobarroco-rococó. Cuenta, además, con valiosas pinturas alegóricas que representan la Música, la Escultura, La Pintura y la Arquitectura.

Bastante más al Oeste, muy cerca de la estación de autobuses, y concretamente en el número 3 de la Plaza de San Agustín, se encuentra el Museo Salzillo. Si la ciudad de Murcia es un museo al aire libre de arquitectura barroca; una de las máximas expresiones se puede encontrar en este lugar. Francisco Salzillo fue, probablemente, el escultor español más famoso del siglo XVIII. Y siendo murciano, era evidente que aquí debía tener su museo más importante y representativo. Seguidor fiel de la más pura tradición escultórica española, sus obras son de temática religiosa, y realizadas la mayoría en madera ricamente policromada. En el museo se conservan numerosos pasos de semana santa, esculturas individuales, un increíble belén realizado en terracota policromada, numerosos bocetos de barro… y también una sala de objetos suntuarios que van desde ricas telas y trajes, hasta objetos para el culto litúrgico. El Museo Salzillo es sólo uno de los 20 museos diferentes que se pueden visitar en la ciudad, y que cubren un amplio abanico que va desde el Arqueológico, al de Bellas Artes, al Taurino, o al de la Universidad, así que si al viajero le apetece, tendrá un gran abanico de opciones.

Una fantástica despedida en la ciudad de Murcia puede ser una visita por su “Paseo del Malecón”. Este nombre; que nos recuerda otros paseos, en otros lugares, pero siempre marítimos; tiene su razón de ser en un importante muro de contención para evitar la entrada de las aguas en la ciudad, cada vez que el río Segura sufre una de sus habituales crecidas. El muro, original del siglo XV, fue numerosas veces restaurado y rehabilitado, siendo las reformas más importantes en el siglo XVIII. Las últimas y más recientes, del siglo XX, lo han convertido en un lugar de ocio y paseo, sin perder su función original de contención de aguas ante las crecidas. Adentrarse por el paseo del malecón –al Oeste de la ciudad–, supondrá adentrarse en la famosa “huerta murciana”, sin en realidad apenas abandonar el núcleo urbano. Desde una altura media de tres metros sobre el suelo, se pueden contemplar numerosos cultivos agrícolas, numerosas huertas, y también los antiguos jardines del Convento de San Francisco, o los jardines botánicos, en un paseo que merecerá la pena.


Visitando Murcia será una muy buena idea aprovechar la cercanía del Mar Mediterráneo. Aunque la ciudad propiamente dicha no se asoma al mar, la distancia es de poco más de 45 kilómetros hasta el llamado “Mar Menor”. Éste es el nombre con que se conoce a la albufera más grande de España, es decir, una laguna litoral cuya agua proviene del propio Mar Mediterráneo. Tiene una forma aproximada de una media luna, creando un espacio con hasta 73 kilómetros de costa, y que por el este se separa del mar abierto a través de unos bancales de arena que oscilan entre los 100 metros de espesor, y casi un kilómetro y medio. Tiene un único canal de acceso al mar principal que ayuda a cambiar el agua, y por tanto también a verse afectado por las mareas. A estos bancales, a este brazo de tierra que aísla este mar menor del mediterráneo, se le conoce como “La manga”, y está limitada por el Cabo de Palos al sur, y un parque natural protegido –el de las salinas–, al norte. En su franja más ancha ha sido habilitada y explotada para instalaciones hoteleras, turísticas, y un puerto deportivo; teniendo únicamente una carretera que lo atraviesa de norte a sur. En total 30 playas perfectamente adaptadas y acondicionadas para el baño, unas abiertas hacia el tranquilo mar menor, otras abiertas hacia el mar mediterráneo –especialmente ideales para la práctica del surf–.

El Mar Menor es siempre un espacio ideal para el baño: el agua se regenera continuamente, pero no se ve especialmente afectado por los temporales marítimos gracias a esta “manga” de tierra que lo separa. Además, por este aislamiento relativo, la temperatura del agua siempre es un poco más elevada que en las playas abiertas al mar mediterráneo, y por supuesto también su salinidad. Otra ventaja es que su profundidad es escasa (7 metros en el punto más profundo), y permite caminar grandes distancias antes de “perder pié”; y en definitiva hacen del mar menor un magnífico espacio para el baño.

Para llegar a las playas desde Murcia tenemos dos opciones principales. La opción más cercana son las playas del Mar Menor. Para ello, podremos tomar un autobús de la compañía Latbus con destino a San Javier o Los Alcázares; y el servicio partirá de la Estación de autobuses de Murcia. Si por el contrario elegimos como destino La Manga, entonces tendremos la oportunidad de elegir entre las playas más orientales del Mar Menor, pero también las abiertas al Mar Mediterráneo. Si estamos pensando en algún deporte náutico, o la práctica del surf en cualquiera de sus variantes a través de las muchas compañías que alquilan el material; entonces éste será nuestro destino. Para llegar hasta La Manga, tan sólo tenemos que tomar el autobús de la compañía Giménez García Hermanos, con salida también en la Estación de Autobuses de Murcia. Eso sí, deberá saber el viajero, que en este caso, al tener que rodear gran parte del Mar Menor para acceder a La Manga, el tiempo de viaje prácticamente se duplica, aunque lo normal es que sea de aproximadamente una hora como máximo.


La cultura gastronómica de Murcia es rica y variada. Por su situación geográfica en plena costa del levante español, toma bastantes influencias de la cocina valenciana –con los arroces a la cabeza–, y con la preeminencia de los pescados sobre la carne. Pero sin embargo también hay notables aportaciones de la cocina de Castilla la Mancha, e incluso de la Granadina, que junto con la gran cantidad y variedad de productos hortícolas –donde los reyes son el pimiento y el tomate–, hacen de la cocina murciana una de las más variadas de España. Aprovechad la ocasión para probar alguno de sus platos más tradicionales, como pueden ser el “Pastel de carne”, hecho con una base de pasta brisée, un relleno a base de carne de ternera, chorizo y huevo cocido, y una cobertura de hojaldre. Otra opción pueden ser el “albóndigas de bacalao”; es decir las tradicionales albóndigas, pero que aquí acostumbran a hacerse, no con carne picada, sino con bacalao desalado, y suelen ser acompañadas tradicionalmente con patatas. O por ejemplo la llamada “tortilla paisana”; es decir la tradicional tortilla española, pero enriquecida con productos de la huerta: pimientos, calabacín, zanahoria…, que complementan a los ingredientes principales que siguen siendo la patata y el huevo. Y si queréis probar un postre tradicional, entonces vuestra elección han de ser los “Paparajotes”: hojas de limonero recubiertas con una masa de harina y huevo, frito y espolvoreado con canela y azúcar.

No hay ninguna fecha poco indicada para visitar Murcia. Tan sólo conviene saber que aunque el sol está prácticamente garantizado en cualquier momento del año, es evidente que en invierno el clima, normalmente, no invitará al baño, aún a pesar de que la temperatura invernal media de la zona está cerca de los 12º. Y por el contrario, también es importante conocer que la humedad relativa de toda la región murciana es bastante elevada, razón por la cual, la temperatura media estival que es de 33º, en ocasiones puede parecer bastante mayor. Llueve escasamente (la media son 330 mm. Anuales), aunque en otoño puede sufrirse algún episodio de “gota fría”, exactamente igual que en toda la costa de Levante española.



Promoción turística de Murcia




I.Y.P.

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