miércoles, 26 de enero de 2011

Cádiz y su bahía.

Fundada por los fenicios hacia el año 1100 a.C., Cádiz es posiblemente la ciudad más vieja de todo Occidente. La razón es su situación geográfica, justo en las puertas del Océano Atlántico y del Mar Mediterráneo: justo donde se acaba Europa. Por esa razón los romanos la eligieron como lugar desde el que, en barco, enviaban el aceite, el vino y el trigo español a todos los puntos del Imperio a través del Mediterráneo. Y la historia quiso que Cádiz siguiese mirando al mar, pues a esta provincia llegaron desde África las tropas musulmanas de Tariq en el año 711 para invadir toda la Península Ibérica; en sus aguas se libró la Batalla de Trafalgar entre franceses y españoles contra los ingleses del Almirante Nelson; y desde su bahía se partía y se llegaba en los viajes al continente americano. Así lo hizo Colón en su segundo viaje, y así lo hicieron Magallanes y Juan Sebastián Elcano en la primera vuelta al mundo. Y tras el declive de Sevilla, Cádiz fue la verdadera puerta de América para Europa, y la ciudad vivió una época dorada.

Pero Cádiz no sólo es mar. Cádiz, junto con su bahía, es sinónimo, de mucha historia, cultura y tradición. Su ciudad histórica, fortificada desde antiguo, (Gadir, su nombre fenicio, significa exactamente castillo o fortaleza) no pudo ser conquistada por las tropas de Napoleón, y por esa razón se convirtió en la capital de España durante la ocupación francesa. Y por esa razón de ella salió la primera constitución española de corte liberal en el año 1812. Es también la cuna de Rafael Alberti, “Camarón de la Isla” o Manuel de Falla. Y se nota su tradición y carácter en los múltiples festivales musicales, cinematográficos, y aún en actividades tan propias como la almadraba, o en sus peculiares fiestas de carnaval. Por todo ello, y por otro importantísimo aliciente que son sus grandes playas, Cádiz bien merece una visita.


La ciudad de Cádiz es relativamente pequeña, pues en ella viven poco más de 128.000 habitantes. Sin embargo con su área metropolitana que incluye poblaciones como Chiclana, Puerto de Santa María, Rota o San Fernando; hacen del núcleo poblacional de su bahía el tercero más importante de Andalucía; región en la que se ubica; y uno de los polos industriales importantes de España. Cádiz está situada en el estuario del río Guadalete, en mitad de un importante arenal que en realidad la separa de la Península Ibérica –una isla en la antigüedad, en la época de su fundación–, y por eso el acceso a la ciudad se realiza siempre atravesando un puente, o un estrecho istmo.

Situada a 663 kilómetros al sur de Madrid, tal vez el avión será el transporte más práctico para realizar una visita. El aeropuerto de destino es el de Jerez de la Frontera, que tiene conexiones diarias con la capital, tanto de compañías regulares, como de operadores low cost. El trayecto dura aproximadamente una hora. Después, para llegar desde el aeropuerto de Jerez a la ciudad de Cádiz, existe un trasporte público de autobuses (Línea M-050), que aproximadamente en otra hora, nos dejarán en el centro de la ciudad. Pero por supuesto también existen otras opciones de viaje. Se puede realizar el viaje Madrid – Cádiz en autobús, trayecto que tiene una duración aproximada de ocho horas pero es bastante económico. Y por último, también en tren: la duración del viaje será de cuatro horas y media, pero el precio normal del billete triplica al del autobús.


Una vez en Cádiz las ideas son casi infinitas. Habrá que comenzar pensando si sólo vamos a visitar la ciudad de Cádiz, o por el contrario vamos a visitar algún otro núcleo de la bahía, algo muy aconsejable si tenemos tiempo. Por esa razón, una de las primeras visitas aconsejadas será alguna de las oficinas de turismo de la ciudad. Si comenzamos por la ciudad de Cádiz, hemos de tener clara una cuestión importante: la población ha crecido en una estrecha franja de tierra y por ello su fisionomía es muy alargada y estrecha; de manera que entre la ciudad nueva y la ciudad vieja, las distancias a pié pueden ser de más de media hora, dependiendo del punto de partida o de destino. Tenedlo en cuenta cuando elijáis un hotel, y tenedlo también en cuenta cuando elijáis una playa: las de la ciudad moderna son inmensos arenales que se extienden por la costa durante varios kilómetros; mientras que en la ciudad histórica tan sólo hay una pequeña cala.

A la ciudad histórica -que ha de ser una visita indispensable-, se accede únicamente por la llamada “Puerta de tierra”, reseña moderna de la vieja muralla que rodeaba toda la población antigua. Una vez dentro, la ciudad histórica se extiende por una pequeña península de forma ovalada, en la que literalmente se amontonan las construcciones generando muy pocos espacios abiertos, muy pocas plazas. El trazado de las estrechas calles interiores es bastante regular, lo que nos permitirá orientarnos. Pero también existe una ronda litoral que a tramos nos recuerda al malecón de la Habana, y que rodea todo el centro histórico. Tal vez sea buena idea comenzar por la costa sur, precisamente por el paseo marítimo (calle Campo del sur), pues nos va a ofrecer algunas de las mejores vistas de la ciudad. Encontraremos en primer lugar los restos del viejo Teatro Romano, construido al modo griego, y por lo tanto excavado en el suelo rocoso. Y a muy pocos metros su inmensa Catedral Nueva, de estilo neoclásico y que nos habla del periodo colonial y de las construcciones que se hacían en Hispanoamérica. Es hermosísima su fachada, inspirada en la sede de La Habana, y llama la atención su gran cúpula recubierta de azulejos dorados, visible desde muchas millas mar adentro. A la espalda de la Catedral –entre la catedral y el Teatro romano–, se encuentra la vieja catedral, y con ella está la llamada “Casa del Obispo”, es decir el Palacio Episcopal, en cuyo interior se pueden visitar interesantísimos restos arqueológicos que nos hablan y explican el Cádiz de los siglos VIII al XVIII.

Retomando el paseo marítimo hacia el Oeste, nos iremos acercando hacia la Playa de la Caleta, la única playa de todo el centro histórico, de pequeñas dimensiones, y que en la antigüedad fue el puerto natural de la ciudad. Su belleza natural radica en su situación, pero también en su disposición, pues está rodeada por viejas construcciones militares que le dan un aire particular. No en vano, en esta playa se han rodado películas como Alatriste, El amor brujo, o Muere otro día. Si miramos hacia el mar, a su izquierda encontraremos el Fuerte de San Sebastián, construido por Felipe II para frenar los ataques ingleses, y que permanece abierto casi todo el día, siendo su visita gratis. Enfrentado a éste, en la otra boca de la playa, se encuentra el Castillo de Santa Catalina. Por último, en el centro de la playa destaca la construcción del Balneario de Nuestra Señora de la Palma, que nos recuerda la belle epoque del siglo XIX.


Quizás sea ahora buena idea adentrarse por las calles del centro histórico gaditano, e ir descubriendo sus ambientes y construcciones barrocas. Sugiero que nos adentremos por la Calle Benito Pérez Galdós, cercana al Castillo de Santa Catalina, pues andando por ella nos encontraremos con el Gran Teatro Falla, de estilo neomudejar, que nos recuerda la pasión de esta tierra por la música, y a la vez a su más grande compositor clásico, Manuel de Falla. Unos cuantos metros más adelante, por la misma calle, que ahora se llama Calle del Sacramento, nos encontraremos con una de las atracciones turísticas más originales de la ciudad. En el cruce de la calle Sacramento con la calle Marqués del Real Tesoro está situada la Torre Tavira. Es una más de las muchas torres que se encuentran diseminadas por todo el centro histórico, y que nos recuerdan la importancia del comercio con América, pues en todas ellas se hacía guardia para avistar los barcos que provenientes del nuevo continente se acercaban a la ciudad. Su función era la de divisar el barco con el tiempo necesario para dar las órdenes al Puerto de la ciudad, y proceder a la descarga inmediata de la mercancía. Pero la Torre Tavira ha sido hoy convertida en un pequeño y curioso espacio en el que se nos cuentan estos detalles y muchos otros a través de fotografías antiguas, objetos, cartas y útiles de navegación; pero su particular interés está en que además ha sido convertida en una cámara oscura, dotada de un periscopio, y que a través de un juego de espejos nos proyecta la imagen verdadera, en tiempo real, y en 360º, de toda la ciudad histórica –pues es la torre más alta de la ciudad–, y de gran parte de la bahía gaditana.

Nos queda todavía mucho, muchísimo que ver en Cádiz. Podemos buscar por su centro histórico la Calle Ancha, la más transitada y comercial de la ciudad, y que comunica las Plazas de San Antonio y del Palillero. Pero podemos también recordar el hito histórico de las Cortes de Cádiz, o la redacción de la Constitución que en el Oratorio de San Felipe Neri se escribía el 19 de Marzo de 1812. Está situado en la Calle de Santa Inés, 9, y justo al lado de este edificio, hito en el barroco español por su planta ovalada, se encuentra el Museo de las Cortes de Cádiz. Más al norte de la ciudad, saliendo ya del centro histórico, nos encontraremos con la Plaza de España, en la que está ubicado el monumento a las Cortes de Cádiz. Y desde allí podremos además ver el Puerto moderno de la ciudad, y parte de los astilleros e industrias que generan gran parte de la economía local.


Si decidimos visitar la Bahía de Cádiz, los destinos pueden ser muchos. Al otro lado de la bahía de Cádiz tenemos la población de El Puerto de Santa María, conocida durante mucho tiempo con el sobrenombre de “la ciudad de los cien palacios”, debe hoy su fama principalmente a sus vinos, y especialmente al grupo Osborne que ha exportado su imagen del toro a toda la geografía española. El viaje desde Cádiz lo podemos realizar en barco, atravesando la bahía, o en autobús, rodeándola. En todos los casos, la información precisa de horarios y puntos de salida la encontraréis en la web del Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz. El Puerto de Santa María es la cuna de Rafael Alberti, y por esa razón se puede visitar su fundación cultural. Pero El Puerto también ha estado ligado a la historia de América, y el mejor ejemplo es saber que en esta población Juan de la Cosa dibujó el primer mapa que incluía ya las costas del nuevo mundo. De esa historia con América, y de esa riqueza provienen gran parte de los palacios y vetustos edificios que componen el centro histórico de la ciudad. Entre los más viejos, anterior al descubrimiento, está el Castillo de San Marcos, construido en el solar donde existió antes la mezquita árabe, y que es en la actualidad una bellísima fortaleza; y entre los que merecen la pena ser visitados se encuentran también la Antigua Lonja.


Otro destino envidiable, puede ser Jerez de la Frontera, que si bien no está exactamente en la Bahía de Cádiz, por su cercanía e interés puede tenerse en cuenta. Es ciudad de gran proyección internacional gracias a su “jerez” o “sherry” que inunda la población de incontables bodegas; su tradición ecuestre de la que hace gala con su Feria del Caballo y su Escuela de Equitación; su vocación flamenca; o su Circuito de Jerez, en el que se celebran anualmente carreras de los campeonatos mundiales de Motociclismo, y sirve como base de pruebas a varias escuderías de F1. Aunque su fundación es fenicia, y la ciudad tiene más de 3000 años, la huella más visible es la árabe, pues su centro histórico recuerda con el trazado de sus calles la medina islámica medieval. La mejor visita puede ser la del Alcázar de Jerez, en cuyo interior, además del palacio propiamente dicho, podremos visitar los baños árabes, una mezquita, y unos amplios jardines. Pero si decidís visitar Jerez, una de las visitas obligadas ha de ser a alguna de sus bodegas, y casi todas ellas ofrecen la posibilidad de visitas, como por ejemplo las conocidísimas Bodegas Tío Pepe; Bodegas Grupo Garvey; Bodegas Pedro Domeq; o las Bodegas Williams Humbert.


La gastronomía gaditana es rica y variada. Con unos 260 kilómetros de costa, es evidente que también en la cocina Cádiz mira al mar. Y por ello algunos de sus productos más afamados o recetas más conocidas nos hablan de Sardinas al espeto, Tortillas de camarones, y ricos guisos y asados de pescado. Pero no olvidemos que el norte de la provincia, del que aquí no estamos hablando, es montañoso y fértil, y desde él han bajado numerosos ingredientes entre los que se hacen sitio en la mesa por su calidad las carnes de caza y los embutidos, además de su aceite que goza de una denominación de origen propia. Pero si os tengo que destacar algunos productos de la gastronomía gaditana me quedo con dos: sus vinos y sus postres. Probad un vino de Manzanilla, completamente diferente a cualquier otro de España, o un vino de Jerez. Y no olvidéis probar los Alfajores de Medina Sidonia, hechos a base de almendras, nueces y miel: la mejor herencia de la antigua cocina árabe.


Cualquier época del año es buena para visitar Cádiz. Sus más de 3100 horas de sol al año nos asegura buen tiempo casi en cualquier momento, y su temperatura media anual ronda los18º Celsius. Los meses más cálidos de verano, a diferencia de Sevilla, Córdoba y otros lugares del interior andaluz, son bastante aceptables, pues la cercanía al mar y la brisa constante amortiguan las altas temperaturas, que de cualquier modo pueden acercarse con cierta facilidad a los 30º. Y del mismo modo, conviene saber que en pleno invierno la temperatura puede caer hasta los 10º, o incluso menos. Conviene también saber que durante la celebración de las fiestas de Carnaval la ciudad dobla su número de visitantes, hecho a tener en cuenta si se va a visitar en esas fechas, algo que puede ser recomendable ya que los carnavales gaditanos están entre los más famosos, tradicionales y especiales de toda España.





Vídeo de promoción turística de Cádiz.



I.Y.P.

martes, 18 de enero de 2011

Ibiza: destino privilegiado.

La isla de Ibiza tiene un raro privilegio que no todas las islas del Mar Mediterráneo poseen. En su pequeño territorio se ha creado una perfecta y curiosa combinación que la ha convertido en uno de los destinos turísticos por excelencia:

La primera de sus características especiales la define su situación geográfica: sol, playa, naturaleza exquisita, costas espectaculares y buen clima durante casi todo el año.

La segunda de las características la compone su impresionante cultura, que abarca desde las manifestaciones megalíticas prehistóricas; a la declaración honorífica de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por ejemplo del centro histórico de Dalt Vila (centro histórico de la ciudad de Ibiza), considerado el recinto amurallado mejor conservado de todo el ámbito Mediterráneo.

La tercera de las características es quizás la más conocida de todas ellas. Ibiza es sinónimo de fiesta. Sinónimo de divertimento, discotecas, y buen ambiente. Algunos de sus centros lúdicos son conocidos en todo el mundo.

Y todo ello junto, hace de Ibiza un destino perfecto para relajarse durante un fin de semana, o incluso para planear en ella unas buenas vacaciones.

La isla de Ibiza (Eivissa en mallorquí o ibicenco) es una de las islas mayores que componen el archipiélago de las Islas Baleares –junto con Mallorca, Menorca, Cabrera, Formentera y otras islas menores–. Todas ellas están situadas en pleno Mar Mediterráneo, al este de las costas peninsulares de la Comunidad Valenciana, y constituyen la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, siendo su capital la ciudad de Palma de Mallorca, en la isla de Mallorca.

La isla de Ibiza está a su vez situada al sur del archipiélago, a unos 140 kms. al sur de la isla de Mallorca, y es la isla más cercana a la península, distando tan sólo poco más de 70 kms. Su geografía es muy accidentada, presentando gran cantidad de pequeñas montañas, que han generado numerosos valles y unas costas muy accidentadas que alternan playas y acantilados. En total, poco más de 550 km2, con distancias máximas de 40 kms de norte a sur, y poco más de 15 de este a oeste.


Habitada al menos desde 2000 años antes de Cristo, son numerosos los restos arqueológicos encontrados que nos recuerdan a sus habitantes más primitivos, pero también el paso del pueblo y la cultura Fenicia por sus costas, su importancia en el desarrollo de las Guerras Púnicas, y su posterior dominación romana. Su capital, la ciudad de Ibiza, parece haber sido fundada hacia el siglo VII a.C. Conquistada todavía muchas más veces, por Vándalos, Bizantinos, pueblos Bereberes, y finalmente por la Corona de Aragón, pasó a formar parte del que se llamó Reino de Mallorca, y que con el tiempo se acabó incorporando a la Corona Española, tras la unificación en época de los Reyes Católicos.


Viajar a Ibiza es fácil y puede resultar incluso bastante económico si lo planeamos con suficiente tiempo. Es evidente que la isla está conectada por barco con el resto de España. Los principales puertos de conexión son Barcelona, Valencia, Denia y Alicante. Pero evidentemente el transporte más rápido y aconsejado desde Madrid será el avión. El aeropuerto de Ibiza está muy cerca de la ciudad y tiene conexión en autobús urbano, con la ciudad de Ibiza; y por supuesto también en taxi, aunque siempre resultará sensiblemente más caro. La frecuencia de vuelos, como en cualquier destino turístico, es muy diferente dependiendo de la época del año, pero la isla está permanentemente conectada con Madrid a través de vuelos regulares con las principales compañías nacionales, e igualmente a través de varias compañías Low Cost que pueden resultar muy económicas si el viaje se organiza con la suficiente anticipación.

Ibiza se presenta con una variadísima riqueza cultural, que es el reflejo de su historia. Aprovechad para conocerla a través de sus paisajes y sus monumentos. Por ejemplo, el Museo Arqueológico o el Etnológico de Santa Eulària, pueden suponer un buen acercamiento. Pero además, si sois aficionados a la historia y la arqueología, podréis disfrutar de yacimientos cartagineses, romanos y árabes dispersos por el territorio insular. Entre los más famosos están el Santuario de es Cuieram, en Sant Vicent, que estaba dedicado a la Diosa Tanit; o la necrópolis de Puig des Molins; o el poblado fenicio de sa Caleta.

Otra manera más práctica de comprender esta riqueza cultural es a través de la arquitectura tradicional ibicenca. La fusión de todos los pueblos, etnias y culturas que han pasado por la isla, han creado un carácter propio que pasaba por la imperiosa necesidad de defenderse de los ataques marítimos. Por ello las construcciones tradicionales son de líneas simples, duras y contundentes, más pensadas para resistir a un asedio, que para agradar al habitante. Ejemplos fantásticos son las numerosas torres defensivas construidas en lugares estratégicos, pero también y sobre todo las casas tradicionales. Y aún por encima de todo ello el conjunto amurallado de Dalt Vila, que es el centro histórico de la ciudad de Ibiza, y que la UNESCO denominó como la fortaleza costera mejor conservada de todo el Mediterráneo.

Quizás lo más interesante de esta protección de gran parte de la isla bajo el título honorífico de Patrimonio de la Humanidad radica en su propia definición. No sólo están protegidos recintos históricos y yacimientos arqueológicos, sino que ha sido definido como “Biodiversidad y cultura. En palabras de la propia organización: “Ibiza proporciona un excelente ejemplo de la interacción entre los ecosistemas marino y costero. Las densas praderas de Posidonia oceánica (hierba marina), una importante especie endémica que se encuentra sólo en la cuenca mediterránea, contiene y sostiene a una diversidad de vida marina. Ibiza conserva evidencias considerables de su larga historia. Los lugares arqueológicos de Sa Caleta (asentamiento) y Puig des Molins (necrópolis) testifican el importante papel que tuvo la isla en la economía mediterránea en la protohistoria, particularmente durante el periodo fenicio y cartaginés. La fortificada Ciudad Alta (Dalt Vila) es un destacado ejemplo de arquitectura militar renacentista; y tuvo una profunda influencia en el desarrollo de las fortificaciones en los asentamientos españoles en el Continente Americano”. Así que en la medida de vuestras posibilidades, interés y medios, realizad alguna excursión por el conjunto de la Isla, algo que se puede hacer a través de las diversas líneas de autobús interurbano. Puede ser una excepcional idea.


Pero evidentemente, la gran imagen de Ibiza es la de la fiesta que nunca se acaba. La isla se ha convertido en un icono de restaurantes, bares y discotecas, con estilo propio, reconocible en todo el mundo. Y lo más interesante es la increíble diversidad que también en este ámbito se puede encontrar. Dependiendo de la época del año encontraréis fiestas y conciertos en las playas. En Ibiza se dan cita, normalmente, los más famosos DJ’s del planeta, y sus discotecas marcan estilos y tendencias. El ocio nocturno de Ibiza está siempre en constante innovación y ofrece una oferta puntera que no deja de sorprender en todo el mundo. Tal vez sea buena idea visitar alguna de sus discotecas o ambientes más conocidos, como puede ser Pachá, Privilege Ibiza, Amnesia, o el Café del Mar. Será importante que antes de visitarlas, o incluso antes de realizar el viaje, tengáis en cuenta si están abiertas o cerradas, pues algunas de ellas sólo funcionan durante los meses más cálidos del año.


La isla de Ibiza tiene una población habitual de unos 130.000 habitantes, la mayoría de los cuales trabajan directa o indirectamente en el sector del turismo, aunque las actividades tradicionales siempre fueron la pesca y la agricultura. Precisamente por esa razón, por su gran pasado y tradición, en Ibiza podréis aprovechar para degustar algunos platos típicos y tradicionales. La gran pasión ibicenca está en los productos frescos y naturales. Así que pescados y mariscos son la base de la dieta, junto con lo que ofrece la tierra de la isla. Destaca la calidad de su aceite, sus espárragos verdes, o los robellones (un tipo de seta). Y junto con los frutos del mar, se combinan en exquisitas recetas donde brillan con luz propia los arroces, los guisos de pescado o aves, y los pescados horneados. Si tenéis ocasión probad el llamado “Arroz de pescador”, un plato que se inspira en la paella, aunque varía un poco sus ingredientes; o la “Borrida de Ratjada”, un guiso de pez raya; y finalizad vuestra comida con “Flaò”, quizás la más ibicenca de todas las tartas, una especie de bizcocho de queso con un suave sabor a menta.


Cualquier época del año es fantástica para visitar Ibiza. Si evitáis los meses de Julio a Septiembre, disfrutaréis de la isla con mucha más calma y menos gente. Por el contrario, los meses de invierno puede existir el riesgo de que muchos negocios como bares, restaurantes, discotecas y otros negocios pensados para el turismo puedan estar cerrados. No obstante es una buena época, de cualquier manera, pues el clima de Ibiza es suave todo el año, y su temperatura media anual es de unos 19º celsius, que nos permitirá disfrutar en cualquier momento. Las mínimas, en invierno, no suelen ser menores de 12º, y las máximas, en verano, no suelen superar los 30º. Eso sí, evidentemente por el pequeño tamaño de la isla, contemplad el altísimo grado de humedad relativa cuando planeéis un viaje, pues una chaqueta puede ser más que aconsejable en los meses más fríos.







I.Y.P.

viernes, 7 de enero de 2011

Córdoba, encuentro de culturas

Córdoba es uno de los buenos ejemplos de ciudades españolas antiguas. La ciudad fue capital de la Hispania Ulterior del Imperio Romano; después capital de la provincia romana de Bética; ciudad destacada del Reino Visigodo; y durante el periodo musulmán alcanzó su máximo esplendor al convertirse en Capital del Califato, siendo además la principal ciudad cultural de toda Europa en aquella época y con una población de más de medio millón de habitantes. Algo increíble e impresionante para el siglo X. Conquistada por los reinos cristianos hispanos en 1236, la ciudad acabó perdiendo importancia política tras el nuevo reino unificado con los Reyes Católicos, y desempeñó un papel más discreto durante toda la Edad Moderna y Contemporánea en la historia de España.

Córdoba es en la actualidad una ciudad de tamaño medio en el contexto actual español. Tiene casi unos 330.000 habitantes y con ellos se convierte en la tercera ciudad en importancia en Andalucía (tras Sevilla y Málaga), Comunidad Autónoma a la que pertenece. También por ello es la duodécima ciudad por tamaño en la totalidad de España.


Córdoba está situada en la provincia del mismo nombre, en las orillas del río Guadalquivir, al norte del gran macizo montañoso de Sierra Nevada, y más o menos en el centro geográfico de Andalucía, a unos 400 Km. al sur de Madrid. Además, ha servido de “inspiración” para la fundación de numerosas ciudades en el continente Americano, como las Córdoba de México, Colombia o Perú; o las Córdoba de Alaska, Alabama, Carolina del Sur, Illinois, Nuevo México o Tennessee; todas ellas en Estados Unidos.

Córdoba es hoy un increíble destino para pasar un fin de semana, en el que conocer especialmente su centro histórico –uno de los mejor conservados de toda Europa–, gracias a esa relativa poca importancia o presencia de la ciudad en la vida política de la España moderna y contemporánea; y sobre todo al haber evitado graves bombardeos y destrucciones durante las distintas guerras que ha sufrido. Por todo ello, la UNESCO ha declarado el Centro Histórico de Córdoba, Patrimonio de la Humanidad. Os sorprenderéis gratamente de poder conocer calles, callejones, plazas y patios que tienen hasta mil años de antigüedad y destilan ese ambiente; podréis pasear por su “judería” –que es una de las mejores conservadas de España–; podréis visitar una de sus sinagogas, o el Alcázar de los Reyes Cristianos, o el antiguo zoco o mercado musulmán, o la Mezquita milenaria (reconvertida en Catedral sin en realidad dejar de ser el edificio musulmán), o atravesar el puente romano sobre el río Guadalquivir…, entre muchas otras sorpresas agradables que os deparará la ciudad.

El viaje a Córdoba desde Madrid es bastante cómodo, tanto en tren, como en autobús. El tren nos ofrece el servicio de AVE (tren de Alta Velocidad) con alta frecuencia y precios razonables si se hacen compras o reservas anticipadas, ya que Córdoba se encuentra en la línea que comunica Madrid con Sevilla. En cambio, los billetes comprados en tarifa normal, o de última hora, son relativamente caros. El trayecto en AVE durará aproximadamente 1 hora y 45 minutos. En cambio, el tren convencional, que también se puede viajar en él, aunque hay mucha menos frecuencia, realizará el recorrido en algo más de 2 horas y 15 minutos con un billete algo más económico. Por lo tanto, si elegís el tren valorad la posibilidad de reservar con tiempo, o la diferencia existente entre el tiempo de viaje, y el tipo de trenes. La tercera opción es el autobús, que como casi siempre es la más barata. La compañía de autobuses que realiza la línea entre Madrid y Córdoba es Socibus, y sus salidas son desde la Estación Sur – Méndez Álvaro. Con esta opción, vuestro viaje durará aproximadamente unas cinco horas, pero su precio es excepcionalmente barato.


El lugar ideal para iniciar una visita a la ciudad histórica de Córdoba es el entorno del puente romano, en las orillas del río Guadalquivir. El puente, recientemente restaurado, os ofrecerá unas magníficas vistas del río que ha dado la vida no sólo a Córdoba, sino también a Sevilla, y que vertebra el principal y más rico valle andaluz. Pasead por el puente, cruzando a ambos lados, y descubriréis fortificaciones militares de época medieval (musulmanas y cristianas) que tenían como fin protegerlo, como es la Torre de la Calahorra, actual museo de las tres culturas de la que tan digna heredera es la ciudad. También en las inmediaciones del puente podréis bajar a la orilla del río y pasear descubriendo, por ejemplo, una noria de origen musulmán para abastecer de agua a la ciudad.

El puente os dejará a la entrada de la ciudad vieja o histórica. Accederéis a través de una especie de arco romano, vestigio de una de las puertas (y murallas) de la ciudad, y os dejará junto al principal edificio de todo el centro histórico: la Mezquita-Catedral. Esta denominación contradictoria del edificio (efectivamente, por simple lógica, no puede ser Mezquita y Catedral a la vez) responde al edificio original que fue reutilizado por los cristianos desde la conquista de la ciudad. La explicación, resumida y sencilla, viene a ser que tras la conquista cristiana de la ciudad en el año de 1236, en lugar de destruir el templo musulmán para construir un templo cristiano –que es lo que habitualmente se hacía–, el increíble tamaño del edificio, y sobre todo la delicada situación económica, aconsejó su conservación, y sencillamente su “conversión” al culto cristiano. Hasta el siglo XVI no se iniciaron las obras de la Catedral cristiana, y durante todo ese tiempo el edificio fue, sin modificación importante, el mismo que había sido la mezquita. Con las obras del siglo XVI, se construyó una catedral en el interior; aunque afortunadamente las obras sólo fueron parciales, y no se destruyó la inmensa mayoría de la mezquita, incluidos sus espacios más significativos, importantes o hermosos. Por esa razón, cuando entramos hoy en la Catedral de Córdoba, tenemos todavía la impresión de estar dentro de una mezquita musulmana, que por cierto, sería una de las cinco más grandes (aún en la actualidad) de todo el mundo islámico. Su belleza es excepcional. Recorredla con calma, pues las visitas son libres. La entrada se compra en el gran patio de acceso, junto a la gran torre. Se permiten fotografías y las visitas turísticas sólo están restringidas en el momento en que se vayan a realizar misas. Visitad el mihrab (la parte más sagrada de la antigua mezquita) pues sus mosaicos y decoraciones son de las mejores de todo el mundo musulmán medieval.


Tras visitar la Mezquita-Catedral será aconsejable “perderse” por la judería de la ciudad. El barrio es típicamente judío-musulmán hispano. Sus calles son irregulares, estrechas, sinuosas, y será fácil desorientarse, aunque difícilmente os podréis perder. Lo mejor será conseguir un mapa o callejero en alguna de las oficinas de turismo de la ciudad, y tratar de conocer patios, plazas y lugares singulares. Podemos destacar entre estos lugares la plaza de Maimónides, pequeña y discreta (como todas en Córdoba), erigida en honor de este cordobés ilustre que fue científico, poeta, médico, rabino y aún podríamos llamarlo filósofo de su época, el siglo XII. Fue uno de los pilares del pensamiento hebraico medieval. No lejos de esta placita se encuentran otros dos lugares interesantes: un zoco o mercado artesanal, que reconstruido en el lugar en el que efectivamente existió uno, nos recuerda las construcciones típicas –que han sido restauradas–, y donde probablemente podréis comprar un recuerdo de los más tradicionales trabajos cordobeses: cerámica, cuero o joyas. Saliendo del zoco por el mismo callejón, a muy pocos metros se encuentra la única sinagoga bien conservada y visitable de la ciudad. De dimensiones pequeñas, y relativamente sencilla, nos habla de la discreta vida de los judíos cordobeses. Conserva perfectamente su edificio, patio de acceso incluido, el espacio único de culto con un pequeño lugar más sagrado destinado a los objetos y libros de culto; y además una tribuna o lugar elevado en el que se situaban las mujeres, pues no podían mezclarse en el mismo espacio con los hombres. Junto a la Sinagoga, en la misma calle que no casualmente se llama "Judíos", se encuentra el Museo Judío, o Casa de Sefarad. Éste es el nombre que recibe España en Yiddish. Es un buen lugar para recordar el importante y destacado pasado hebraico de la ciudad.


En las inmediaciones aún sugiero otra visita. A pocos metros de la Sinagoga, siempre en dirección norte, llegaréis a encontrar una de las puertas conservadas en la muralla musulmana de Córdoba. Se llama la “Puerta de Almodóvar”, no en honor al director de cine español, sino porque ya desde época romana por aquí había que abandonar la ciudad para ir en dirección oeste, y la primera ciudad en importancia se llama, como no podía ser de otra manera, Almodóvar del Río. Salid un segundo por esta puerta y admirar las murallas, con triple defensa (foso y dos murallas), donde además encontraréis una escultura de Séneca, otro cordobés ilustre. Séneca fue un magnífico filósofo moralista, que por sus buenas maneras acabó viviendo en la capital del Imperio Romano. Y allí en Roma llegó a ser profesor de un futuro emperador romano: Nerón.

Volviendo al interior de la ciudad vieja aún os quedan otros lugares con encanto que visitar. Callejeando por la ciudad podéis encontrar magníficos patios y plazuelas, entre ellas la archiconocida como “callejón de las flores”, que ofrece una magnífica vista de la torre de la Mezquita-Catedral, y como su nombre indica, completamente embellecido con flores. Claro que eso depende de la época del año en que hagáis la visita. Aún así, el patio final siempre es bonito e interesante, por su reducido tamaño, los edificios que lo cierran que son interesantes, y el bonito pozo y fuente de agua que tiene. En las inmediaciones (concretamente en el número 10 de la calle Velázquez-Bosco) se encuentran unos antiguos baños árabes, que aunque están en una casa particular, son visitables.


Quedarán aún lugares interesantes, como el edificio histórico de la Universidad de Córdoba, frente al cual está la pequeña escultura del supuesto “inventor” de las gafas, o al menos el introductor de éstas en el ámbito musulmán. (el invento se atribuye a un fraile en el ámbito de Venecia), o inmediatamente saliendo del centro histórico hacia el río por el oeste, el Alcázar de los Reyes cristianos. El nombre de este edificio responde al hecho de haber sido utilizado y modificado por estos reyes, pero en realidad su origen es anterior. La palabra Alcázar nos da una pista, pues es una palabra de origen musulmán que se aplica a los edificios que han sido, a la vez, palacio y castillo musulmán. En su interior veréis restos arqueológicos musulmanes y romanos como sarcófagos y mosaicos, las viejas dependencias y habitaciones, los baños árabes, y podréis pasear por sus grandes jardines y estanques –que merecen una visita por su belleza–, y en los que una escultura nos recuerda que aquí se reunieron los Reyes Católicos con Colón para planificar el viaje del descubrimiento de América.

Si bien estos son los lugares más significativos o importantes de Córdoba, seguirán quedando lugares dignos de visitar en función de vuestros intereses y tiempo. Así por ejemplo Córdoba dispone de un interesante Jardín Botánico, o en la plaza del Potro se sitúa el Museo de Julio Romero de Torres, fantástico pintor cordobés. Más hacia el este, camino de la ciudad nueva, está el excepcional Palacio de Viana, y en las cercanías la Plaza de la Corredera, que viene a ser la Plaza Mayor de la ciudad. A unos escasos cien metros de ésta, en la calle Claudio Marcelo, la ciudad os deparará una de las últimas sorpresas: los restos de un Templo Romano. Y estos sólo siguen siendo algunos de los muchos tesoros que tiene la bimilenaria ciudad de Córdoba. Si disponéis de tiempo y medios, en las inmediaciones de la ciudad, a pocos kilómetros hacia el noroeste, se sitúan los restos arqueológicos de la ciudad de Medina Azahara, un verdadero capricho de los califas cordobeses que mandaron construir una ciudad residencial que probablemente fue la más bella de todo su imperio. El llamado “Salón rico” es de una belleza espectacular. Se puede llegar en autobús.


Algo que se puede hacer en Córdoba es frecuentar un espectáculo flamenco. Es cierto que la más alta fama en este ámbito musical y cultural lo tiene Sevilla, pero en realidad hay que aclarar que Córdoba y Granada también son excepcionales lugares de este arte. De hecho, los más entendidos en el tema ponen a Córdoba por encima de Sevilla, pues sus producciones musicales son más “serias y puras” en general –con magníficas excepciones – que las de Sevilla. Son muchos los lugares y tabernas que ofrecen espectáculos nocturnos, pero por calidad os sugiero el del Patio El Cardenal, que está lejos de ser el más barato de la ciudad, pero sus bailarines habituales acumulan hasta siete Premios Nacionales de Danza. Está situado en la calle de Torrijos, junto a la Mezquita y la Oficina de Turismo. Si tenéis intención de ir, es muy aconsejable reservar con tiempo una entrada, pues es un patio pequeño con aforo limitado.


Estando en Córdoba será también buena idea disfrutar de su gastronomía. No tendréis ningún problema para encontrar menús típicos y turísticos a precios muy variados, pero con una amplia oferta en los más económicos. Probad el Salmorejo, que es una variante típicamente cordobesa del gazpacho andaluz, y probad también el Flamenquín, una variante tradicional del “san jacobo”, cuya carne de cerdo se prepara envolviéndola en forma de cilindro, y lleva en su interior jamón, queso u otros ingredientes. Por último recordad también que en Córdoba será relativamente facil entontrar restaurantes con menús de inspiración o tradición judía, pero atención, porque no necesariamente la comida que se ofrece es kosher; sino que simplemente las recetas se inspiran en la importante tradición hebraica de la ciudad.

Córdoba tiene un clima magnífico para realizar una visita en cualquier época del año. Como en toda Andalucía, si se puede, la época a evitar son los meses centrales del verano, donde la temperatura puede llegar a ser de más de 35 grados con facilidad, y por esta razón resultar una visita incómoda. Otoño y Primavera serán excepcionales, e incluso en invierno la visita puede ser aceptable, pues sus temperaturas medias habituales raramente están por debajo de los 10 grados, y la lluvia no suele ser habitual.



Video promocional de Córdoba




I.Y.P.