lunes, 15 de abril de 2013

Salamanca: "quod natura non dat, Salmantica non praestat"


Haciendo honor de este carácter “franco” y directo que puede servir de rasgo definitorio de la cultura española, la ciudad de Salamanca se presenta, se encumbra, se define y también se exculpa, con uno de sus clichés más lacónicos: “lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”. Y así, de paso, nos deja clarísimo desde el principio cual es su identidad, su motor, su razón de ser: Salamanca es una ciudad ligada –por encima de cualquier otro hecho histórico o cultural– a su histórica Universidad.

Y lo sigue estando. El ambiente juvenil, travieso y vivaz, el ambiente universitario, sigue siendo evidente hoy por sus calles (plano de la ciudad). En cualquier rincón, y a cualquier hora. Es Salamanca uno de los destinos preferidos para los estudiantes de programas de intercambio, para los que participan en las becas Erasmus, y también es uno de los destinos más solicitados para realizar en ella cursos de español para extranjeros. Y por todas estas razones, hablar de Salamanca es hablar de cultura, hablar de lengua española, y por supuesto es también hablar de fiesta. Durante el día, y durante la noche. Y todas las razones juntas, hacen de Salamanca un destino ideal, aunque sólo sea para disfrutar de ella durante un fin de semana.



Salamanca es una ciudad relativamente pequeña. Es la capital de la provincia homónima, y está situada en el sur de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, tan sólo a 215 Km al noreste de Madrid. El transporte hasta la ciudad se puede realizar fácilmente en tren o en autobús en un tiempo, normalmente, inferior a las tres horas de viaje. Por lo tanto, aunque podríamos hacer una visita en una única jornada, seguramente será buena idea buscar un alojamiento que nos permita descubrir la ciudad con más calma, y de paso, conocer la noche salmantina.

Patio de la Universidad de Salamanca
Pasear por las calles del centro histórico de Salamanca es pasear entre edificios de su singular piedra de Villamayor. Y cada uno de ellos nos contará una historia. Pero podemos empezar visitando su Puente Romano, que no sólo nos ayuda a cruzar el río Tormes para tener una de las mejores vistas de la ciudad, sino que además nos recuerda la historia del más famoso lazarillo de la literatura española. El puente romano de Salamanca se remonta al siglo I d.C., y aunque no hay seguridad o al menos consenso acerca de qué emperador ordenó su construcción, se suele atribuir a la época de Trajano, y se piensa en el año 89 d.C. como el más plausible. Ha soportado bastante bien el paso del tiempo, y aunque fue parcialmente reconstruido en el siglo XVI, por orden del Rey Felipe II, sus primeros 15 arcos –de la margen derecha– no dejan lugar a dudas de la factura romana. Tan importante fue el papel de esta obra de ingeniería que comunicaba por las calzadas imperiales las ciudades de Asturica Augusta (Astorga) y Emérita Augusta (Mérida) a través de la Vía de la Plata, que desde el siglo XIII la imagen del puente se asoció con la imagen de la ciudad al pasar a formar parte de su escudo. Además, a la salida del puente, a la entrada de la ciudad, hoy se ha colocado la escultura de bronce que nos recuerda las peripecias literarias del lazarillo. Y junto a él, se ha colocado también el verraco, otrora en la propia margen del río, que nos recuerda el arte prehistórico salmantino, y ya de paso el origen celta de la ciudad.



Puente Romano y Catedral de Salamanca
Siguiendo de manera natural la calle en la que desemboca el puente, nos enfrentaremos a una empinada cuesta que nos lleva hacia el centro histórico de la ciudad por la calle de Tentenecio. Nos encontraremos de bruces con la Catedral de Salamanca. O será mejor decir “catedrales”, pues tiene esta ciudad el raro privilegio –y la suerte– de tenerlas a pares. La historia es simple: cuando se decidió que la catedral vieja ya no estaba a la moda, se decidió construir una nueva y más grande exactamente al lado de la primera. Sin embargo, las obras se alargaron mucho en el tiempo, y al final los salmantinos, acostumbrados ya a la vieja, decidieron que también iban a conservar la más antigua. Y ahí está todavía, para sorprender al visitante. Es la Catedral vieja de Salamanca uno de los mejores ejemplos de románico de transición hacia el gótico que se conserva en España. Iniciada en el siglo XII, las obras se extendieron hasta el XIV, lo cual explica esta evolución y mezcla de estilos, que aún así presenta un espectacular románico final, especialmente en las trazas de la iglesia, que fue lo primero en construirse. Si el visitante se anima a visitarla, el acceso se realiza a través de la Catedral Nueva previo pago de una entrada. Si entra, merecerá la pena que se pare unos instantes a observar el genial retablo de 53 tablas pintadas (siglo XV), la inmensa cúpula del edificio, y algunas de las pinturas y sepulcros que se reparten a lo largo del viejo claustro, con especial atención a las pinturas de la capilla del aceite o de San Martín (siglos XIII y XIV). 

Catedral "vieja" de Salamanca
Mención especial para la Capilla de Santa Bárbara, también en el claustro de la Catedral Vieja, que durante mucho tiempo sirvió de lugar para los exámenes finales de la Universidad de Salamanca, todavía en la época en que las clases se daban en la propia Catedral. Se nos cuenta que el estudiante que iba a realizar un examen debía pasar toda la noche encerrado en la capilla, preparando la defensa de su tesina (Licenciatura) o su tesis (Doctorado). A la mañana siguiente entraban los profesores, se sentaban en los bancos que hay alrededor de la capilla y realizaban al estudiante la serie de preguntas y acusaciones destinadas a evaluar su  conocimiento. Si el estudiante aprobaba el examen, salía por la puerta principal de la catedral donde se celebraba una fiesta. Si el grado obtenido era el de doctor (el más alto de los estudios universitarios), sus compañeros escribían en una pared un anagrama de la palabra latina “Victor” seguida de su nombre,  lo que equivaldría a “¡Victoria!”. Pero, si por el contrario, el estudiante no superaba el examen, salía por otra puerta, conocida como la “puerta de los carros”, una estrecha comunicación con la Calle de Tentenecio donde no había ni amigos ni fiesta, lo que por otra parte puede explicar el curioso nombre de esta calle (necio). Pero regresando a la actualidad, el viajero podrá disfrutar no sólo de la catedral vieja, sino también de la Catedral Nueva, a la que se puede acceder gratuitamente. Ésta se construía entre los siglos XVI y XVIII, según se dice en la documentación de la época, porque la vieja era pequeña, oscura y baja. Ciertamente Salamanca había crecido mucho en población, principalmente gracias a la fama y estima de su Universidad, y por esa razón se iniciaba la construcción de un nuevo templo. Su estilo es un gótico final o flamígero, que se entremezcla con guiños decorativos renacentistas, y aún con soluciones ya de la arquitectura barroca. Junto con la Catedral de Segovia, la de Salamanca es una de las últimas de construcción gótica en España, y por tamaño y proporciones está también cercana a la de Sevilla.



Justo delante de la fachada de los pies (y la gran torre) de la Catedral de Salamanca se levanta el edificio histórico de la Universidad. El viajero no podrá apreciarlo desde este lugar, en tanto que es la parte trasera, y por lo tanto habrá de tomar la estrecha calle que sale desde enfrente de la torre de la Catedral –calle de Calderón de la Barca– para alcanzar la Calle de los Libreros. Con este indicativo y sugerente nombre, se nos recuerda cuál fue el negocio más rentable que durante siglos abundó en esta pequeña calle. Hacia la mitad de su recorrido, abriéndose a una plaza rectangular, se nos presenta con todo su esplendor la fachada del edificio histórico de la Universidad de Salamanca. Éste fue el verdadero motor histórico de la ciudad. Aquí fueron profesores Fray Luís de León, Francisco de Vitoria o Miguel de Unamuno. Y también Antonio de Nebrija, autor en 1492 de la primera gramática de la lengua española, y que era a la vez la primera gramática escrita en Europa de un idioma que no fuese el latín. Es también la misma universidad en la que estudiaron personajes tan famosos y tan variados como San Juan de la Cruz, Calderón de la Barca, Hernán Cortés o Góngora.

Biblioteca de la Universidad salmantina
Hay que aclarar que en la actualidad, la Universidad de Salamanca –en realidad las universidades, pues también hay dos, una pública y otra privada– tiene sus edificios repartidos por toda la ciudad, y del mismo modo posee un notable campus a las afueras de la Salamanca más moderna. Pero el edificio histórico, el “original” por así decir, es éste situado en pleno centro histórico, y es en la actualidad la sede del Rectorado. Tras una espectacular fachada en la que el visitante deberá buscar insistentemente la imagen de una rana, encontrará si decide entrar un interior no menos impresionante, constituido por una espectacular escalera del siglo XV, un magnífico Paraninfo, algunas viejas aulas, y una no menos espectacular biblioteca. Puede también el visitante aprovechar para acercarse a las "escuelas menores", que están situadas a tan sólo unos metros de la Universidad, al fondo de la misma plaza, lugar en el que descubrirá espacios hoy destinados a exposiciones de la propia universidad y de la historia de la vida universitaria, y que además, por su belleza arquitectónica bien merece un paseo por su patio.

Se puede continuar la visita hacia la cercana Universidad Pontificia, la “otra” universidad salmantina. El edificio es impresionante por su majestuosidad y tamaño, pero más curioso es aún el más discreto y pequeño edificio que se encuentra frente a éste: la Casa de las Conchas. Con este nombre popular, derivado de la decoración de la fachada, se refieren en Salamanca a este edificio, uno de los muchos palacios antiguos que se conservan en el centro histórico, y que se ha reconvertido nada menos que en Biblioteca.

Plaza Mayor de Salamanca
Para finalizar esta breve visita por la ciudad, aclarando que son muchos, muchísimos los otros lugares que merecen la pena un vistazo, caso de la curiosa iglesia románica redonda de San Marcos, alguno de sus muchísimos palacios, o el modernista museo Casa Lis; hemos de ir a la Plaza Mayor. Si la de Madrid es quizás la más famosa e imitada de España, la Plaza Mayor de Salamanca es la más espectacular y la de más carácter propio, de cuantas existen, además del obligado punto de encuentro de los universitarios y visitantes de la ciudad. Construida durante el siglo XVIII por el genial arquitecto Alberto Churriguera que la dotó de una decoración y carácter propio, el espacio porticado de la plaza es un lugar ideal para iniciar la otra visita de Salamanca. Primero bajo sus arcos, donde están algunos de los bares más famosos de la ciudad, y en los que se puede y se debe degustar alguna de sus raciones y tapas típicas. Los precios oscilarán alrededor de los 2€ por ración (sin contar la bebida), y son de lo más variado. Entre los más típicos y tradicionales la chanfaina, el chorizo, la panceta, y los pinchos morunos, sin olvidar el famosísimo hornazo y los excelentes embutidos ibéricos, especialmente de la cercana denominación de origen Guijuelo



Cuando la noche, definitivamente haya llegado, no hará falta desplazarse mucho. La ciudad de Salamanca, como corresponde a una ciudad de ambiente universitario, cuenta con muchos y muy variados ambientes. La zona de la calle Gran Vía, o de la calle Toro están entre las más típicas y tradicionales. Otro ambiente significativo, que sin lugar a dudas os gustará, es el circuito más habitual que realizan los numerosos estudiantes extranjeros de la ciudad. Locales como The Irish Rover, la Biblioteca, y el Country son los más concurridos. No perdáis además la oportunidad de visitar un espacio único, el Camelot, un antiguo convento reconvertido en discoteca.


Cualquier época del año es fantástica para visitar Salamanca teniendo claro que por su ubicación y altitud en plena meseta castellana, los inviernos pueden ser rigurosos y los veranos extremadamente cálidos, con otoños y primaveras mucho más suaves. Sabiendo esto no ha de haber ningún condicionante habiendo echado un vistazo a la previsión meteorológica. Tampoco afecta excesivamente la época del año al ambiente juvenil de la ciudad, ya que durante todo el año los más de 40.000 universitarios lo aseguran, y en verano, en pleno periodo de vacaciones, se asiste al momento álgido de cursos de español para extranjeros, donde el principal número de estudiantes estará compuesto principalmente por de grupos japoneses, norteamericanos y británicos.







Video de promoción turística de Salamanca.







I.Y.P.

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