Haciendo
honor de este carácter “franco” y directo que puede servir de rasgo definitorio
de la cultura española, la ciudad de Salamanca se presenta, se encumbra, se
define y también se exculpa, con uno de sus clichés más lacónicos: “lo que la naturaleza no da, Salamanca no
presta”. Y así, de paso, nos deja clarísimo desde el principio cual es su
identidad, su motor, su razón de ser: Salamanca es una ciudad ligada –por
encima de cualquier otro hecho histórico o cultural– a su histórica Universidad.
Y lo sigue estando.
El ambiente juvenil, travieso y vivaz, el ambiente universitario, sigue siendo evidente
hoy por sus calles (plano de la ciudad).
En cualquier rincón, y a cualquier hora. Es Salamanca uno de los destinos
preferidos para los estudiantes de programas de intercambio, para los que
participan en las becas Erasmus,
y también es uno de los destinos más solicitados para realizar en ella cursos
de español para extranjeros. Y por todas estas razones, hablar de Salamanca es
hablar de cultura, hablar de lengua española, y por supuesto es también hablar
de fiesta. Durante el día, y durante la noche. Y todas las razones juntas,
hacen de Salamanca un destino ideal, aunque sólo sea para disfrutar de ella
durante un fin de semana.
Salamanca es una ciudad relativamente pequeña. Es la
capital de la provincia homónima, y está situada en el sur de la Comunidad Autónoma de
Castilla y León, tan sólo a 215 Km al noreste de Madrid. El transporte
hasta la ciudad se puede realizar fácilmente en tren o en autobús en
un tiempo, normalmente, inferior a las tres horas de viaje. Por lo tanto,
aunque podríamos hacer una visita en una única jornada, seguramente será buena
idea buscar un alojamiento que nos permita descubrir la ciudad con más calma, y de paso, conocer la noche
salmantina.
Patio de la Universidad de Salamanca |
Pasear por las calles del centro histórico de Salamanca es
pasear entre edificios de su singular piedra de Villamayor. Y cada uno
de ellos nos contará una historia. Pero podemos empezar visitando su Puente Romano, que no sólo
nos ayuda a cruzar el río Tormes para tener una de las mejores vistas de la
ciudad, sino que además nos recuerda la historia del más famoso lazarillo de la
literatura española. El puente romano de Salamanca se remonta al siglo I d.C.,
y aunque no hay seguridad o al menos consenso acerca de qué emperador ordenó su
construcción, se suele atribuir a la época de Trajano, y se piensa en el año
89 d.C. como el más plausible. Ha soportado bastante bien el paso del tiempo, y
aunque fue parcialmente reconstruido en el siglo XVI, por orden del Rey Felipe II, sus
primeros 15 arcos –de la margen derecha– no dejan lugar a dudas de la factura
romana. Tan importante fue el papel de esta obra de ingeniería que comunicaba
por las calzadas imperiales las ciudades de Asturica
Augusta (Astorga) y Emérita Augusta (Mérida)
a través de la Vía de la Plata, que
desde el siglo XIII la imagen del puente se asoció con la imagen de la ciudad
al pasar a formar parte de su escudo. Además, a la salida del puente, a la
entrada de la ciudad, hoy se ha colocado la escultura de bronce que nos
recuerda las peripecias literarias del lazarillo. Y junto
a él, se ha colocado también el verraco, otrora en la
propia margen del río, que nos recuerda el arte prehistórico salmantino, y ya
de paso el origen celta de la
ciudad.
Puente Romano y Catedral de Salamanca |
Siguiendo de manera natural la calle en la que
desemboca el puente, nos enfrentaremos a una empinada cuesta que nos lleva
hacia el centro histórico de la ciudad por la calle
de Tentenecio. Nos encontraremos de bruces con la Catedral de Salamanca.
O será mejor decir “catedrales”, pues
tiene esta ciudad el raro privilegio –y la suerte– de tenerlas a pares. La
historia es simple: cuando se decidió que la catedral vieja ya no estaba a la
moda, se decidió construir una nueva y más grande exactamente al lado de la
primera. Sin embargo, las obras se alargaron mucho en el tiempo, y al final los
salmantinos, acostumbrados ya a la vieja, decidieron que también iban a
conservar la más antigua. Y ahí está todavía, para sorprender al visitante. Es
la Catedral vieja
de Salamanca uno de los mejores ejemplos de románico de transición hacia el
gótico que se conserva en España. Iniciada en el siglo XII, las obras se
extendieron hasta el XIV, lo cual explica esta evolución y mezcla de estilos,
que aún así presenta un espectacular románico final, especialmente en las
trazas de la iglesia, que fue lo primero en construirse. Si el visitante se
anima a visitarla, el acceso se realiza a través de la Catedral Nueva previo
pago de una entrada. Si entra, merecerá la pena que se pare unos instantes a
observar el genial retablo
de 53 tablas pintadas (siglo XV), la inmensa cúpula del edificio, y
algunas de las pinturas y sepulcros que se reparten a lo largo del viejo
claustro, con especial atención a las pinturas de la capilla del aceite o de
San Martín (siglos XIII y XIV).
Catedral "vieja" de Salamanca |
Mención especial para la Capilla
de Santa Bárbara, también en el claustro de la Catedral Vieja,
que durante mucho tiempo sirvió de lugar para los exámenes finales de la
Universidad de Salamanca, todavía en la época en que las clases se daban en la
propia Catedral. Se nos cuenta que el estudiante que iba a realizar un examen
debía pasar toda la noche encerrado en la capilla, preparando la defensa de su
tesina (Licenciatura) o
su tesis (Doctorado). A la
mañana siguiente entraban los profesores, se sentaban en los bancos que hay
alrededor de la capilla y realizaban al estudiante la serie de preguntas y
acusaciones destinadas a evaluar su
conocimiento. Si el estudiante aprobaba el examen, salía por la puerta
principal de la catedral donde se celebraba una fiesta. Si el grado obtenido
era el de doctor (el más alto de los estudios universitarios), sus compañeros
escribían en una pared un anagrama de la palabra latina “Victor”
seguida de su nombre, lo que equivaldría
a “¡Victoria!”. Pero, si por el contrario, el estudiante no superaba el
examen, salía por otra puerta, conocida como la “puerta de los carros”, una
estrecha comunicación con la Calle
de Tentenecio donde no había ni amigos ni fiesta, lo que por otra parte
puede explicar el curioso nombre de esta calle (necio). Pero regresando a la actualidad, el viajero podrá
disfrutar no sólo de la catedral vieja, sino también de la Catedral Nueva, a
la que se puede acceder gratuitamente. Ésta se construía entre los siglos XVI y
XVIII, según se dice en la documentación de la época, porque la vieja era pequeña, oscura y baja. Ciertamente
Salamanca había crecido mucho en población, principalmente gracias a la fama y
estima de su Universidad, y por esa razón se iniciaba la construcción de un
nuevo templo. Su estilo es un gótico final o flamígero, que se entremezcla con
guiños decorativos renacentistas, y aún con soluciones ya de la arquitectura barroca.
Junto con la Catedral de Segovia,
la de Salamanca es una de las últimas de construcción gótica en España, y por
tamaño y proporciones está también cercana a la de Sevilla.
Justo delante de la fachada de los pies (y la gran
torre) de la Catedral de Salamanca se levanta el edificio histórico de la Universidad. El viajero no podrá
apreciarlo desde este lugar, en tanto que es la parte trasera, y por lo tanto
habrá de tomar la estrecha calle que sale desde enfrente de la torre de la
Catedral –calle
de Calderón de la Barca– para alcanzar la Calle
de los Libreros. Con este indicativo y sugerente nombre, se nos recuerda
cuál fue el negocio más rentable que durante siglos abundó en esta pequeña
calle. Hacia la mitad de su recorrido, abriéndose a una plaza rectangular, se
nos presenta con todo su esplendor la fachada del edificio histórico de la Universidad
de Salamanca. Éste fue el verdadero motor histórico de la ciudad. Aquí
fueron profesores Fray
Luís de León, Francisco
de Vitoria o Miguel
de Unamuno. Y también Antonio de Nebrija,
autor en 1492 de la primera gramática de la lengua
española, y que era a la vez la primera gramática escrita en Europa de un
idioma que no fuese el latín. Es también la misma universidad en la que
estudiaron personajes tan famosos y tan variados como San Juan de la Cruz,
Calderón de la
Barca, Hernán
Cortés o Góngora.
Biblioteca de la Universidad salmantina |
Hay que aclarar que en la actualidad, la Universidad
de Salamanca –en realidad las universidades, pues también hay dos, una
pública y otra privada– tiene sus edificios repartidos por toda la ciudad, y
del mismo modo posee un notable campus a las afueras de la Salamanca más moderna.
Pero el edificio histórico, el “original”
por así decir, es éste situado en pleno centro histórico, y es en la actualidad
la sede del Rectorado.
Tras una espectacular fachada en la que el visitante deberá buscar
insistentemente la imagen de una rana,
encontrará si decide entrar un interior no menos impresionante, constituido por
una espectacular escalera del siglo XV, un magnífico Paraninfo, algunas viejas
aulas, y una no menos espectacular biblioteca. Puede también el visitante aprovechar para acercarse a
las "escuelas
menores", que están situadas a tan sólo unos metros de la
Universidad, al fondo de la misma plaza, lugar en el que descubrirá espacios
hoy destinados a exposiciones de la propia universidad y de la historia de la
vida universitaria, y que además, por su belleza arquitectónica bien merece un
paseo por su patio.
Se puede continuar la visita hacia la cercana Universidad
Pontificia, la “otra” universidad
salmantina. El edificio es impresionante por su majestuosidad y tamaño, pero
más curioso es aún el más discreto y pequeño edificio que se encuentra frente a
éste: la Casa
de las Conchas. Con este nombre popular, derivado de la decoración de la
fachada, se refieren en Salamanca a este edificio, uno de los muchos palacios
antiguos que se conservan en el centro histórico, y que se ha reconvertido nada
menos que en Biblioteca.
Plaza Mayor de Salamanca |
Para finalizar esta breve visita por la ciudad,
aclarando que son muchos, muchísimos los otros lugares que merecen la pena un
vistazo, caso de la curiosa iglesia románica redonda de San Marcos,
alguno de sus muchísimos palacios, o el modernista museo Casa
Lis; hemos de ir a la Plaza
Mayor. Si la de Madrid es quizás la más famosa e imitada de España, la
Plaza Mayor de Salamanca es la más espectacular y la de más carácter propio, de
cuantas existen, además del obligado punto de encuentro de los universitarios y
visitantes de la ciudad. Construida durante el siglo XVIII por el genial
arquitecto Alberto
Churriguera que la dotó de una decoración y carácter propio, el espacio
porticado de la plaza es un lugar ideal para iniciar la otra visita de Salamanca.
Primero bajo sus arcos, donde están algunos de los bares más famosos de la
ciudad, y en los que se puede y se debe degustar alguna de sus raciones
y tapas típicas. Los precios oscilarán alrededor de los 2€ por ración (sin
contar la bebida), y son de lo más variado. Entre los más típicos y
tradicionales la chanfaina,
el chorizo, la panceta, y los pinchos morunos, sin
olvidar el famosísimo hornazo
y los excelentes embutidos ibéricos, especialmente de la cercana denominación
de origen Guijuelo.
Cuando la noche, definitivamente haya llegado, no hará
falta desplazarse mucho. La ciudad de Salamanca, como corresponde a una ciudad
de ambiente universitario, cuenta con muchos y muy variados ambientes. La zona
de la calle Gran
Vía, o de la calle
Toro están entre las más típicas y tradicionales. Otro ambiente
significativo, que sin lugar a dudas os gustará, es el circuito más habitual
que realizan los numerosos estudiantes extranjeros de la ciudad. Locales como The Irish Rover,
la
Biblioteca, y el Country son
los más concurridos. No perdáis además la oportunidad de visitar un espacio
único, el Camelot, un
antiguo convento reconvertido en discoteca.
Cualquier época del año es fantástica para visitar
Salamanca teniendo claro que por su ubicación y altitud en plena meseta
castellana, los inviernos pueden ser rigurosos y los veranos extremadamente
cálidos, con otoños y primaveras mucho más suaves. Sabiendo esto no ha de haber
ningún condicionante habiendo echado un vistazo a la previsión meteorológica. Tampoco afecta excesivamente la época del año al ambiente
juvenil de la ciudad, ya que durante todo el año los más de 40.000
universitarios lo aseguran, y en verano, en pleno periodo de vacaciones, se
asiste al momento álgido de cursos de español para extranjeros, donde el
principal número de estudiantes estará compuesto principalmente por de grupos
japoneses, norteamericanos y británicos.
Video de promoción turística de Salamanca.
I.Y.P.
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