miércoles, 11 de enero de 2012

Barcelona: la Ciudad Condal

Barcelona, y por extensión Cataluña, es una visita absolutamente imprescindible para conocer la verdadera pluralidad, la verdadera realidad, la verdadera riqueza de España.Diferente” podría ser una buena definición. Seguramente demasiado sencilla, pues es imposible definir o explicar a una ciudad como Barcelona, o a la riquísima cultura catalana con una sola palabra. Quizás la región española mejor autoidentificada –si se me permite la expresión–, con marcadísimos caracteres como son su propia lengua, sus fiestas, sus usos y costumbres, tradiciones, gastronomía, o incluso leyes… efectivamente puede parecer que hayas salido de España.

Barcelona es ciudad bimilenaria, fundada posiblemente por los cartagineses; habitada más tarde por el Imperio Romano; posteriormente la ciudad más importante de todos los Condados de Cataluña, y más tarde aún la ciudad elegida por los Reyes del Reino de Aragón para gobernar sus territorios que por el Mediterráneo se extendían hasta la actual Italia.

La ciudad de Barcelona es la capital de la provincia del mismo nombre y también de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Situada en las orillas del Mar Mediterráneo es la segunda ciudad en importancia de toda España, estando a tan sólo unos 120 kms. de la frontera con Francia. Eso sí, la distancia a Madrid es de algo más de 620 kms, que no serán un problema para su visita. La población actual de la ciudad es de algo más de 1.600.000 habitantes, aunque con su extensa área metropolitana supera sin problemas los 4 millones. Su historia y eventos más recientes, como la revolución cultural de finales del siglo XIX llamada “la renaixença”, la Exposición Universal de 1888, la Exposición Internacional de 1929, o más cercano a nosotros, los Juegos Olímpicos de verano de 1992; han contribuido en gran medida a generar el actual y moderno ambiente y aspecto de Barcelona; ciudad abierta, europea y cosmopolita.


Sin lugar a dudas una visita a Barcelona es indispensable si se pretende obtener una impresión global de España. La ciudad es un polo industrial y cultural importantísimo, pero además uno de los mejores ejemplos para comprender la diversidad y complejidad de la nación española. Aquí la apreciaréis con gran facilidad. Lo más evidente, su idioma propio, el catalán (cooficial junto con el castellano); o por ejemplo la presencia de policía autonómica –mossos d’esquadra– que sustituyen en muchas de las funciones a la Policía Nacional. Con todo, lo más interesante es la verdadera identidad cultural de sus gentes, diferenciada del resto de España a través de sus costumbres, tradiciones y expresiones humanas y culturales de todo tipo. Por ello, creo indispensable que la visita sea de un mínimo de tres días, aunque Barcelona bien merece una visita aún más larga.

Para llegar a Barcelona existe una alta frecuencia de autobuses que salen desde el Intercambiador de la Avenida de América. Sin embargo, debido a la larga distancia (unas 8 horas de viaje) será mucho más aconsejable realizar el viaje en avión o en tren de Alta Velocidad. El avión emplea poco más de 45 minutos, mientras que el tren lo realiza en casi tres horas. Pero quiero advertir que el tiempo final de viaje en avión o tren es muy similar, porque mientras que el tren se coge y te deja en el centro de las ciudades, y además no tiene tantos controles de seguridad que retrasen el embarque; el avión implica desplazarse al aeropuerto y embarcar en torno a una hora antes de la hora de despegue, para después volver a utilizar un transporte que nos devuelva del aeropuerto a la nueva ciudad. Resumiendo, elegid vuestro transporte preferido o por tarifa económica más conveniente, porque el tiempo empleado en total será muy parecido. Si optáis por el tren, vuestra estación de salida en Madrid será Atocha, y la de llegada Barcelona Sants. La estación está integrada en el centro de la ciudad catalana, y perfectamente comunicada por metro. Si por el contrario elegís el avión, vuestra llegada se producirá al Aeropuerto del Prat, situado fuera de Barcelona, pero comunicado con la ciudad a través de autobuses tipo shuttle; y también a través de la red de tren de cercanías, que os acercarán igualmente al centro de la ciudad, a cualquiera de sus varias estaciones de cercanías en poco más de 20 minutos.


Debe de quedar clarísimo que Barcelona es inabarcable en un fin de semana. Son muchas y muy variadas las opciones que la ciudad nos ofrece. Existen dos grandes zonas diferenciadas: la ciudad antigua (centro histórico); y el ensanche, que es el crecimiento perfectamente planificado de la ciudad en los siglos XIX y XX. Pero citados estos dos grandes espacios, bien puede merecer una visita, por ejemplo, Montjuic, que es la montaña urbana en la que se encuentran gran parte de los edificios construidos para las Olimpiadas de 1992 (además de algunas de las mejores vistas de la ciudad). Pero también puede ser otra magnífica visita alguno de los numerosos parques que se extienden por la periferia de la ciudad, en dirección a la sierra de Collserola. Ejemplos: el Parque del Putget, el Tibidabo (que además es parque de atracciones), o por encima de todos y más cercano al centro de la ciudad, el Parque Güell, diseñado por el genial Antonio Gaudí. Y dicho esto, no debemos olvidar que Barcelona está asomada al mar Mediterráneo, así que dependiendo de la época del año también será una visita muy aconsejable toda la costa circundante a la ciudad, y especialmente las playas de Badalona, por el hecho de estar comunicadas con Metro.

El centro histórico de Barcelona nos recuerda el espacio y las formas de la antiquísima fundación romana. Así, en el centro del centro histórico está la Plaza de San Jaume, y en ella se levantan hoy los dos edificios políticos más significativos de Barcelona: el Ayuntamiento y el Palau de la Generalitat. Es decir, gobiernos de la ciudad y la Comunidad Autónoma. No será casualidad que sea el viejo espacio del Foro Romano. Éste es el corazón del centro histórico. En pocos metros, y con la ayuda de un callejero o mapa para no extraviarnos, encontraréis desde los restos de un templo romano (calle Paradis 10), a la magnífica Catedral de Barcelona. Junto a ella podréis ver todavía la vieja muralla que rodeaba la ciudad, la llegada del viejo acueducto, y quizás sea una visita interesante el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona; pues durante su visita no sólo veréis el subsuelo de la ciudad (restos romanos), sino que además visitaréis los viejos palacios de los Reyes de Aragón: dependencias y espacios de la época gótica. Estos son algunos de los espacios destacables en el centro histórico más viejo de la ciudad. Pero conviene decir que el tamaño de Barcelona anima a tomárselo con calma y seleccionar con paciencia de entre las muchas opciones. Así por ejemplo, en las cercanías se encuentra la Plaza Real, lugar remodelado en época moderna, pero que nos ofrece una tranquila y bohemia plaza, llena de terrazas y palmeras, en la que además disfrutaremos de las farolas para iluminarla que nos dejó Antonio Gaudí.

A derecha e izquierda del centro histórico (dejad el mar a vuestra espalda para orientaros mejor) se extienden los barrios fruto de la primera expansión urbanística de la ciudad. Si nos vamos a la izquierda (suroeste), atravesaremos necesariamente “Las Ramblas”, que es la gran calle que comienza en la Plaza del Portal de la Paz (popularmente llamada plaza de colón), y finaliza en la Plaza de Cataluña. El nombre Rambla es una palabra de origen posiblemente árabe que nos indica algo así como “río”, o más correctamente “torrentera”. Es decir, un lugar por el que sólo pasa el agua cuando se producen fuertes lluvias. Y efectivamente, eso fueron las ramblas hace mucho tiempo, cuando aún aquí no había ciudad, sino que eran las afueras. Pero hoy se han convertido en uno de los ejes con más vida de la ciudad. Pasead por ellas, pues encontraréis a todo tipo de artistas callejeros, músicos, mimos, puestos callejeros, y podréis además comprar flores o incluso un animal de compañía. A lo largo de estas Ramblas podéis además disfrutar de muchos lugares interesantes, como el Teatre del Liceu, o numerosos edificios modernistas; pero creo que la visita más interesante será la del Mercado de la Boquería (Sant Josep es su verdadero nombre); uno de los muchos mercados tradicionales de la ciudad, en el que podréis no sólo disfrutar del “paisaje” humano, sino también de frutas y exquisitos zumos tropicales por no mucho dinero, y muchas otras curiosidades y productos que os resultarán curiosos.

Si atravesamos Las Ramblas definitivamente, estaremos entrando en el Barrio del Raval, uno de los más conflictivos de Barcelona, razón por la cual su visita nocturna no está aconsejada. Si decidís hacer una incursión diurna, no lo hagáis solos, y no frecuentéis calles de dudosa reputación. Pero sabed que en su corazón se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña, y en su calle Carrer Nou de la Rambla, se encuentra uno de los primeros edificios de Antonio Gaudí: el Palau Güell, que se encuentra en proceso de restauración, y por esa razón su visita está limitada a sólo algunas estancias.

Quizás más interesante será visitar el barrio que se extiende al otro lado del centro histórico. Caminando hacia el noreste desde por ejemplo la Catedral o la Plaza de San Jaume atravesaremos la Via Laietana, una gran avenida abierta en época moderna, y nos adentraremos en el barrio que los barceloneses popularmente llaman Barrio del Born, en el que todavía existen una gran cantidad de palacios y casas que se remontan a la época histórica del gótico (Ss. XIV-XV). Necesitaremos un mapa o plano de la ciudad, pues las calles no son regulares y será fácil desorientarse. Entre estas retorcidas calles encontraremos algunos de los tesoros más grandes de la ciudad, como puede ser la magnífica Iglesia de Santa María del Mar (su interior es espectacular por la sencillez y esbeltez del gótico mediterráneo), el Museo de Pablo Picasso, o el interesante Museo de Arte Precolombino. Pero destacan también sus plazas, sus tiendas, y sus bares típicos, en los que podremos degustar alguna comida o bebida, y por supuesto visitar otro de sus mercados: el Mercado del Born, o más al norte el Mercado de Santa Caterina que os sorprenderá por su reciente modernización con un ondulante tejado cerámico. Todavía más al norte, en las inmediaciones de la vía Laietana y el cruce con la via Carrer de les Jonqueres; antes de salir por completo de la zona histórica de la ciudad, os encontraréis con una de las visitas más interesantes de la ciudad: el Palau de la Música. Éste es el templo musical de Barcelona por excelencia, y una de las grandísimas obras del modernismo catalán, llena de formas, fantasía y colores, tanto en el exterior, como en el interior. Merece la pena una visita.

La otra gran zona para explorar es el Ensanche de Barcelona (o eixample en catalán). La explosión económica y demográfica que tuvo la ciudad a lo largo del siglo XIX provocó la rápida expansión urbanística, que afortunadamente se reguló y organizó con un plan único en España. La regularidad de los espacios, las calles, las manzanas; lo estricto de las medidas y alturas de los edificios, buscaban una ordenación e igualdad social. Y reflejo de ello es una ordenadísima ciudad moderna, de amplias calles, fácil tránsito a vehículos, amplias zonas verdes, y calles y edificios que disfrutan siempre de luz solar. Estos son algunas de las ventajas del ensanche de Barcelona, que se extiende en dirección a la sierra de collserola (noroeste desde el mar). En él se articulan grandes barrios, y por ellos se extienden algunos de los iconos más conocidos de Barcelona; especialmente los edificios de Antonio Gaudí. Mi opinión es que aquí cada visita ha de ser personal e interesada, y en función de ello cambiará mucho el destino o las visitas. Sólo quiero citar por tanto, algunas de las visitas o lugares más comunes, dejando claro que hay un sinfín de opciones más.

Por ejemplo, inexcusable será una visita por el Paseo de Gracia, la calle principal que surge en una esquina de la Plaza de Cataluña y asciende en línea recta hacia la parte más alta de la ciudad. En su recorrido encontraremos algunos de los edificios más significativos de la ciudad: la Casa Batlló, la Casa Amatller, la Casa Lleó Morera (forman la llamada Manzana de la discordia), más arriba la Casa Milá popularmente llamada La Pedrera; y aún por las inmediaciones podremos encontrar la Casa Vicens, la Casa de les Punxes, o el Museo Fundación Antonio Tapies.

Más al noreste, a unos 20 minutos a pié (comunicado por Metro), podemos y debemos visitar la Basílica de la Sagrada Familia. Quizás la obra más conocida de Gaudí, todavía en plena construcción, se levanta en toda una manzana, destacando del resto de construcciones circundantes por su verticalidad, originalidad y colorido. También merece la pena una visita (quizás será buena idea hacer una reserva de visita o comprar el tiquet via internet días antes), en la que disfrutar de la arquitectura del edificio, la subida a sus torres, el museo que acoge, y tal vez incluso visitar la tumba del propio arquitecto, que está enterrado bajo ella.


A partir de este punto, Barcelona sigue ofreciendo innumerables opciones. Desde una visita al Camp Nou y su museo (F.C. Barcelona, metro Collblanc), a visitas más externas como el Parque Güell desde el que disfrutar de la imaginación de Gaudí y su fusión con la naturaleza, además de las vistas de la ciudad (se accede en autobús o metro –parada Lesseps– y aún 15 minutos a pié); o el magnífico Monasterio medieval de Pedralbes (metro Reina Elisenda). Y por supuesto todo el conjunto de Montjuic, donde disfrutar de todos los restos de la Olimpiada del 92, pero también del Museo Nacional de Arte de Cataluña, o la Fundación Miró, o el Castillo de Montjuic, o el Parque del Pueblo Español, o el Jardín Botánico, o el Acuario que se encuentra junto al Puerto marítimo de la ciudad… etc.

Por la noche Barcelona se transforma, y también merece la pena ser visitada. Por distintos barrios encontraréis distintos ambientes. Entre los más populares se encuentran distintas zonas del barrio gótico y el centro histórico; las cercanías al puerto (World Trade Center y Maremagnum), y distintas zonas del ensanche, principalmente en los ejes del Paseo de Gracia y la Avenida Diagonal. Aunque quizás lo más espectacular son los grandes lugares de ocio que se extienden en las inmediaciones de las playas (Barceloneta y Badalona), y que funcionan especialmente en las épocas más cálidas del año.

Como sugiero en todas las visitas a ciudades españolas, la gastronomía es una parte importante de la cultura. No dejéis de probar las tostadas de pan con tomate (pan tumaca / pa amb tomàquet), uno de los símbolos culinarios más catalanes y que encontraréis en cualquier bar o restaurante. Pero no olvidéis tampoco, que tras la sencillez de este alimento se encierra la tradición de una de las mejores cocinas mediterráneas, y una de las tradiciones gastronómicas más importantes españolas. Recordad que entre los grandes y más famosos cocineros se encuentran muchos de los catalanes, con Ferràn Adrià y Sergi Arola a la cabeza. Otros platos que merecen la pena ser degustados son las faves a la catalana, legumbres cocinadas con varias carnes, la archiconocida butifarra, los calçots que al ser una verdura de temporada no encontraréis durante todo el año; y por citar solo un postre, la Crema Catalana. Por cierto, la repostería catalana es probablemente la mejor de España. Una visita a una pastelería debe ser casi obligatorio. Y por último, si os apetece una bebida típica, probad el cava, que es un vino espumoso, similar al champán francés (y cuidado con el que elegís, pues existen de todos los precios imaginables).

Como decía al principio de esta entrada, Barcelona es una ciudad inabarcable en un solo fin de semana. Merece la pena una visita más larga y pausada, aunque quizás en dos o tres días podemos conocer lo imprescindible. Cualquier época del año es buena para visitarla, pues por su situación marítima goza de un clima suave todo el año, y no es un lugar especialmente lluvioso. La temperatura media a lo largo del año se sitúa en un arco que va de los 8º en invierno a los 22º en verano, insisto, como temperaturas medias. Pero no olvidéis al planificar vuestras visitas que la presencia del Mar Mediterráneo aporta una gran humedad ambiental, razón por la cual el frío del invierno se puede sentir de manera especialmente intensa. Otro detalle a tener en cuenta durante la visita a Barcelona, es que el turismo es elevado en cualquier época del año, razón por la cual habrá que organizar la visita. Será muy aconsejable viajar habiendo buscado ya alojamiento, y es igualmente aconsejable reservar visitas o incluso comprar tickets para determinadas visitas culturales (especialmente los edificios más famosos de Gaudí). Por último, atención especial a vuestros efectos personales, en tanto que Barcelona tiene un índice de delincuencia sensiblemente más elevado que Madrid y la media española, fruto de ese gran número de turistas que recibe a lo largo del año. No es una ciudad peligrosa, sino todo lo contrario amable y tranquila, pero conviene tomar precauciones para evitar robos innecesarios, generalmente sin violencia y que suelen darse en las zonas más turísticas, mercados, transporte público y aglomeraciones en general, y en los barrios más marginales.


Video promocional de Barcelona






I.Y.P.

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