jueves, 31 de mayo de 2012

Asturias, Paraíso Natural.


Asturias es el corazón histórico y uno de los actores principales en el origen de la idea de España. En sus montañas –refugio natural de sus habitantes– tuvieron lugar batallas legendarias contra los grandes imperios y pueblos conquistadores. En ellas batallaron las tropas del Imperio Romano requiriendo la presencia del mismísimo César; por ellas pasaron, no sin problemas, conquistadores y gobernantes del Reino Visigodo; y en ellas sufrió derrotas legendarias el Imperio Musulmán… Y de aquellas mismas montañas descendió la primera dinastía de reyes españoles que definieron gran parte de la actual “idea de España”. Pero Asturias es mucho más que recuerdos del pasado y mucho más que historia antigua. Asturias sigue siendo hoy sinónimo de naturaleza espléndida, hermosa y exuberante. En sus montañas de Picos de Europa, en sus lagos glaciares, a lo largo de sus impresionantes costas y con su variada y riquísima biodiversidad. Hablar de Asturias es hablar además de cultura. Por su singular arte que abarca todos los tiempos. Por su exquisita y valorada gastronomía. Por su legado histórico innegable. Hablar de Asturias es hablar de belleza en todos los sentidos. Es hablar de un Paraíso Natural
 
Centro histórico de la ciudad de Oviedo
Al igual que Madrid, Murcia o La Rioja, Asturias es una de las Comunidades Autónomas de España integrada por una única provincia, y por tanto de un tamaño relativamente pequeño o discreto en el mapa nacional. El Principado de Asturias –pues éste es el nombre oficial de la región– está situado en el extremo norte de la península y está literalmente encerrado entre el Mar Cantábrico –al norte– y las montañas de Picos de Europa –al sur– que lo aíslan del resto de la península. Su actual capital, la ciudad de Oviedo, fue también una de las viejas capitales del Reino de Asturias, si bien es cierto que en la actualidad la cercana y costera ciudad de Gijón ya la supera en número de habitantes. Por esta razón, en esta entrada que hoy proponemos en nuestro blog, no nos centraremos como habitualmente hacemos en una única ciudad, sino en varios lugares de la región, por lo que aconsejamos planear un mínimo de tres días para esta posible visita.


Llegar a Asturias desde Madrid es relativamente sencillo. Quizás el único pequeño inconveniente es la distancia, que sin ser exagerada, por comodidad o rapidez tal vez nos invita a usar el avión. El Aeropuerto de Asturias está situado a orillas del mar, a unos escasos 50 kilómetros de la ciudad de Oviedo, y aproximadamente a 40 de la ciudad de Gijón. El aeropuerto asturiano es de carácter internacional, y si bien el número de vuelos y compañías que operan en sus instalaciones no es elevadísimo, sí es cierto que está unido diariamente con Madrid Barajas a través de vuelos operados tanto por Iberia, como por la compañía low cost Ryanair. Si llegásemos en avión, tanto si queremos ir a Oviedo, como si preferimos ir a Gijón, la compañía de Autobuses Alsa presta servicio con líneas regulares que salen a cada hora en punto del aeropuerto hasta el centro de las respectivas ciudades.
Cordillera montañosa de los "Picos de Europa"
Pero si por el contrario elegimos el transporte terrestre, generalmente bastante más económico, entonces hemos de saber que nos enfrentamos a más de 450 kilómetros desde Madrid hasta Oviedo, y casi los 500 kilómetros hasta Gijón. Y por lo tanto hablamos de entre cinco horas y media y siete horas si viajamos en autobús, y aproximadamente cinco horas si viajamos en tren. El transporte en ferrocarril, por supuesto, está operado por Renfe, con salida en Madrid desde la Estación de Chamartín. Los trenes que cubren el trayecto Madrid-Oviedo son tipo Alvia, y por tanto son rápidos, eficientes, y de elevado confort, lo que también repercute en un precio no excesivamente económico que se sitúa en los 80.00€ en clase turista (ida y vuelta). Por supuesto, conviene siempre recordar que comprando el billete en la propia web de Renfe, y con suficiente tiempo de antelación, es relativamente fácil favorecerse de las tarifas especiales de descuento, que llegan incluso a la mitad del precio. En cambio si la elección de transporte es el autobús, ha de saber el viajero que la compañía que da servicio es Alsa, la estación de origen es Estación Sur – Méndez Álvaro, y que la frecuencia es muy elevada (casi un autobús a la hora), aunque con distintas tarifas que conviene estudiar antes de comprar el billete: autobús normal, supra economy o economy +, lo que hace oscilar el precio entre 62.00€, 85.00€ y 100.00€ (ida y vuelta); así como también varían notablemente el confort y el tiempo total del viaje. Pero cualquiera que sea el transporte que elijamos, una vez en Asturias proponemos iniciar la visita en la ciudad de Oviedo. 

Lago de Enol (Lagos de Covadonga)
Oviedo encierra una paradoja histórica, casi a modo de venganza o justicia poética. Si un inmenso número de ciudades españolas requieren una explicación larga, confusa y sobre todo antiquísima acerca de su origen o fundación, la ciudad de Oviedo, pretendida como la primera gran capital de los reinos cristianos –con permiso de las monarquías visigodas–, no sólo parece carecer de un pasado prerromano o romano directo, sino que su fundación parece responder al propio Reino de Asturias, y siquiera tuvo el privilegio de ser su primera capital, aunque sí la más longeva e importante. El origen de la ciudad parece ubicarse en la época del rey Fruela I, durante cuyo reinado, y más concretamente en el año 761, se fundaba un monasterio en una colina, junto a la calzada romana que comunicaba la actual población de León con otro asentamiento romano, correspondiente hoy a la pequeña población de Lugo de Llanera. Este monasterio crecía de tamaño e importancia en muy poco tiempo, obteniendo varios favores y privilegios del rey Fruela I, que lo acabaría eligiendo como lugar de residencia para su familia, y por tanto como lugar de nacimiento de su hijo, futuro rey Alfonso II el Casto. Este nuevo monarca sería el que tomaba la decisión, años más tarde de fundar una verdadera ciudad entorno al viejo monasterio que le había visto nacer, dotando el lugar de palacios, murallas, iglesias… y convirtiéndola en sede episcopal primero, y en nueva capital del Reino en detrimento de Pravia después. Casi todas estas noticias las hemos tenido a través de distintas crónicas Reales y noticias indirectas. Se trataría del nacimiento de una ciudad palatina a partir de edificios monumentales, tanto religiosos como civiles, caso de la primitiva Catedral de San Salvador, la basílica y Panteón Real de Santa María, la iglesia-basílica de San Tirso, por supuesto el desaparecido Palacio Real, así como un gran número de edificios públicos tales como baños, almacenes, casas y viviendas… todo ello rodeado por fuertes murallas y abastecido por un acueducto. Y sin embargo la arqueología, que poco a poco ha ido confirmando los indicios de cuanto se ha citado, a la vez, poco nos puede mostrar, pues poco o nada se ha conservado. En parte porque durante los años 794 y 795 se produjeron incursiones y destrucciones por parte de las tropas árabes. Y otra vez más, y también como paradoja, esto ha provocado la destrucción irremediable de posibles testigos de aquel origen, pero a la vez parece confirmarlo. Oviedo se confirmará definitivamente con un segundo periodo de construcciones urbanas en época de Alfonso III. Se reconstruyen iglesias, palacios, murallas, y además se realiza una primera ampliación con un nuevo barrio y su correspondiente nueva muralla, que rodeando el anterior recinto de época de Alfonso II, y añadiendo un castillo en el extremo noroccidental de la misma, dota a la ciudad de su morfología medieval definitiva, previa a las ampliaciones del siglo X. esta ciudad sí que podemos intuirla, y en cierto modo visitarla.

San Miguel de Lillo. Monte Naranco.
Oviedo es hoy una ciudad conservada en piedra. A través del trazado de sus vetustas calles, y de la visita a algunos de sus históricos edificios podemos desentrañar vagamente este rompecabezas histórico que es su propio origen. Y entonces tenemos que comenzar hablando de la que es quizás la principal joya cultural de todo Asturias: su Arquitectura Prerrománica. Los edificios construidos o patrocinados por los distintos reyes de Asturias entre los siglos VIII y X y repartidos por todo el principado, tuvieron unas características específicas, y sobre todo una calidad y claridad artística que en su conjunto le ha valido el título honorífico y la figura de protección de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y además el piropo de historicistas e historiadores del arte que lo han definido como el conjunto arquitectónico prerrománico más original y definido, mejor conservado, y más numeroso, de todo el continente europeo. Los más impresionantes de todos los edificios, son los patrocinados por los reyes Alfonso II, Ramiro I y Alfonso III, y varias de estas construcciones se ubican en la propia ciudad de Oviedo y en sus proximidades. Quizás pueda ser éste un buen punto de partida para nuestra visita. 

Catedral de Oviedo
En las cercanías del centro histórico ovetense se encuentra la Iglesia de San Julián de los Prados, popularmente conocida como Santullano. Si el edificio ya nos sorprenderá por sus majestuosas formas y antigüedad, más sorprendente aún será una visita a su interior, en el que podremos contemplar las pinturas originales del siglo IX repartidas sobre sus paredes, en gran número, y en un magnífico estado de conservación. Pero quizás la visita más espectacular será la del Monte Naranco. Este lugar está situado en las inmediaciones de la ciudad y podemos llegar hasta allí caminando (30-45 minutos), y por supuesto más fácilmente en autobús urbano (línea Naranco-La Manjoya), sobre todo por aquello de que gran parte del recorrido es cuesta arriba. En las faldas de esta pequeña montaña se conservan quizás las dos construcciones más emblemáticas de todo el periodo Astur: los restos de la Iglesia de San Miguel de Lillo, y el fantástico antiguo edificio palatino de Santa María del Naranco del que los historiadores creen comprender sirvió de alojamiento veraniego o vacacional para los Reyes de Asturias, y que incluía  hasta un baño privado, algo nada habitual en la época. Seguramente no es el edificio más espectacular u original, pero sí la más hermosa y armónica de todas las construcciones prerrománicas españolas. Ambos edificios, Santa María y San Miguel están separados por unos escasos cinco minutos a pié el uno del otro, y ambos merecen una visita tanto por su belleza propia, así como por su antigüedad y buen estado de conservación. Además el lugar en que están edificados nos brindará unas excelentes vistas de la ciudad de Oviedo, en plena montaña, en plena naturaleza. Eso sí, convendrá que el viajero confirme los horarios de visitas y aperturas con anticipación a su visita, porque si bien es verdad que allí mismo puede comprar las entradas, también es cierto que el número de visitantes al interior de los edificios por día es limitado, y el horario de los monumentos cambia en función de la época del año, cerrando de cualquier modo todos los lunes y domingos por la tarde. Lo mejor es preguntar e informarse antes de ir al Monte Naranco en la propia Oficina de Información y Turismo de la ciudad de Oviedo. Y si este itinerario cultural del prerrománico asturiano realmente le interesa, que sepa que se puede complementar con visitas a la interesantísima Cámara Santa (en el interior de la Catedral del Salvador) que alberga algunas de las obras de orfebrería de mayor calidad y antigüedad de toda España y especialmente famosas son sus cruces de oro; o con una breve visita a la histórica fuente de la Foncalada; o con un paseo ante el testero de la vieja Iglesia de Santo Tirso, que conserva aún alguna de sus partes originales.
Plaza del Fontán. Oviedo.
No hará falta decir que el centro histórico de Oviedo –además de los citados edificios y de una hermosísima Catedral que resale en su mayoría a los siglos XIV-XV y a un estilo gótico– está repleto de fantásticas plazas, geniales palacios como el de los Marqueses de Camposagrado o el de Valdecarzana, y fantásticas y numerosas esculturas que decoran todos los rincones. Podrán entonces ser varios los itinerarios o las razones que elijamos para conocer sus calles. Desde aquí proponemos perdernos por el interior del Centro Histórico sin hacer un especial caso de adónde nos dirigimos, ya que sus estrechas y retorcidas calles, en cualquier dirección, nos hablan de su pasado remoto y esplendoroso, mostrándonos a la vez y con sorpresa rincones, plazas, calles y edificios de singular belleza. Especialmente recomendable el entorno y la plaza de la Catedral, la calle de la Rúa, la calle de Cimadevilla, la Plaza de Trascorrales, la plaza del Paraguas, la de la Constitución, y el Mercado del Fontán. Por cierto, en estos lugares brillan con luz propia sus sidrerías. Y todavía antes de irnos de Oviedo, o si nuestros intereses son más comerciales y lúdicos, podemos visitar su centro urbano, no histórico sin contemporáneo, repleto de centros comerciales, tiendas, lugares de ocio, y todo ello acompañado de una señorial y moderna arquitectura, y de un ingente número de esculturas –muchas de ellas de hermosísima factura e incluso famosos autores: Botero, Úrculo– que se reparten a lo largo y ancho de toda la ciudad. El área urbana en concreto se reparte en el entorno de las estaciones de Renfe y de Autobuses, y se articula con las calles Uría,  Cervantes, y General Elorza como principales ejes.


Santuario y fuente de Covadonga
Si nuestra estancia en Asturias va a ser larga, de al menos un par de días, o incluso tres,  podemos pensar en realizar alguna excursión o visita desde Oviedo. Las posibilidades son muchas, pero quizás la más recomendada, aparte de Gijón, y factible con transporte público sería a los Lagos de Covadonga. Es éste un lugar, paraje natural y sitio histórico situado en mitad del Parque Nacional de las montañas de Picos de Europa. En una sola pero larga jornada podríamos disfrutar de la espectacular y exuberante naturaleza asturiana, de sus calcáreas y legendarias montañas, su frondosa vegetación, sus lagos glaciares… y de propina visitar el lugar más querido por todos los habitantes de la región: la pequeña capilla de su santina, la virgen de Covadonga, construida en una oquedad, es decir, aprovechando el espacio de una pequeña cueva natural en la propia montaña. El lugar es realmente de una belleza pura, y es además el espacio legendario en el que los cristianos derrotaron por primera vez a los musulmanes en el año 722, cómo no, con intercesión divina de por medio. Nos apetezca visitarlo o no, hasta aquí nos traería el transporte en autobús desde Oviedo y Cangas de Onís, y aquí mismo cambiaríamos de autobús para adentrarnos en el interior del Parque de Picos de Europa: la montaña, sus paisajes, los lagos glaciares… y así comprenderíamos definitivamente por qué el slogan publicitario de la región asturiana es desde hace muchos años Asturias; Paraíso Natural.  

La otra visita de carácter casi obligatorio en Asturias es la ciudad de Gijón. Llegar de Oviedo a Gijón –y viceversa– es una tarea muy sencilla. Sus respectivas estaciones de autobuses están comunicadas con líneas regulares que salen con una frecuencia de media hora, normalmente. Y media hora, aproximadamente, es el tiempo que necesitaremos para cambiar de ciudad con este tipo de transporte, un poco más de tiempo si elegimos el tren. 

Vista aérea del puerto y centro histórico de Gijón
Gijón, junto con la cercana e industrial población de Avilés, es en la actualidad uno de los principales motores económico de Asturias, con el permiso de Oviedo. Gijón ha crecido desde un pequeñísimo núcleo de población antigua –el barrio de cimadevilla, que bien merece una visita tanto por lo pintoresco de sus calles, como por el ambiente festivo y lúdico–, hasta convertirse en la ciudad con más población del principado. Ciudad de aspecto moderno, en realidad nos engaña, pues tiene un pasado lleno de historia que nos habla de gran cantidad de restos y presencia prehistórica, e incluso de la fundación de un núcleo habitado durante el periodo romano, llamado Gigia, y de donde parece derivar el actual nombre de la ciudad. Pero casi nada queda de aquello. A lo largo de todos estos siglos de historia, y todavía hoy, Gijón vive y trabaja asomada al mar, razón principal por la que nos va a ofrecer un ambiente distinto al de Oviedo, y esa es también nuestra intención a la hora de presentar este destino. Si la capital es más señorial, Gijón es más informal, quizás por su vocación marina, o quizás por su propia decisión. Y en ella será muy fácil encontrar lugares de diversión y descanso, entre los que destacan sus parques, el ambiente festivo de Cimadevilla, la posibilidad de realizar la Ruta de la Sidra, poder disfrutar del increíble ambiente de la Universidad Laboral, reconvertida hoy en una verdadera ciudad cultural, y por supuesto la joya de la corona: sus magníficas playas, adecuadas no sólo para el baño, sino también especialmente para el surf y otros deportes acuáticos por su continuo viento y fuerte oleaje.

Playa de San Lorenzo. Gijón.
No podemos irnos de Asturias sin disfrutar de su exquisita y afamada gastronomía. Para empezar debemos probar un “culín” de  sidra, bebida alcohólica producida a partir de manzanas, y que incluye el curioso rito de escanciar la bebida antes de degustarla para que ésta despierte todo su potencial. Y la comida son también palabras mayores. El plato más impresionante y tradicional de Asturias es la Fabada, aunque en realidad las alubias que son su ingrediente principal las podemos encontrar en muchas otras recetas, algunas igualmente muy famosas, como las populares fabes con almejas con un paladar, sabor y aporte calórico mucho más suave y discreto. Destacan por su calidad las carnes y los pescados, las primeras por los exquisitos pastos y razas de vacuno asturiano, y los segundos por la riqueza del mar cantábrico que baña toda la región. Son muy afamados su gran variedad los quesos, entre los que brilla con luz propia el de Cabrales, picante y fuerte. Para los postres, destaca el Arroz con leche, y sobre todo las casadiellas, una especie de empanadilla rellena de frutos secos y en ocasiones anís. 

El clima de Asturias ha de ser un factor a tener en cuenta al organizar nuestro viaje. En primer lugar porque si nuestra intención es netamente “playera” hemos de tener clarísimo que las aguas del Mar Cantábrico no presentan la calidez y buena temperatura del Mar Mediterráneo. Son mucho más frías y agitadas. Y más importante aún, el clima tipicamente asturiano es muy volátil en todo el Principado de Asturias. El verano nos asegura buenas temperaturas, pero no necesariamente exentas de lluvia, ni de cambios bruscos entre jornadas soleadas y otras nubosas o incluso con precipitaciones. Es así como las montañas de Picos de Europa se hacen presentes: toda perturbación proveniente desde el océano Atlántico, o desde el Canal de la Mancha va a encontrarse directamente con ellas, razón por la que el índice de pluviosidad en Asturias es relativamente alto. No por ello desaconsejamos una visita en invierno –evidentemente si para playa– porque las temperaturas serán bajas pero no prohibitivas, pero ha de saber el viajero que se expone a lluvia, frío, y la presencia de nieve y temperaturas extremas durante la noche en algunos lugares de la región como Covadonga y sus lagos, y en general toda la cordillera montañosa que cierra por el sur la región. Las temperaturas máximas en Gijón en pleno verano no suelen superar los 25º, y las mínimas en invierno suelen estar entorno a los 4º. Los parámetros son casi los mismos en Oviedo, aunque las mínimas pueden ser algo inferiores debido a la relativa lejanía del mar. De noviembre a febrero se acumulan, en cualquier caso, el principal ciclo de lluvias, y será quizás el peor momento para visitar el Principado de Asturias. El periodo más aconsejable la alta primavera y el verano, pero por supuesto, teniendo siempre en cuenta la previsión meteorológica a corto plazo.



Video promocional del Principado de Asturias.


 
I.Y.P.

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