viernes, 20 de abril de 2012

Alicante, la ciudad blanca.

Más de 2500 años de historia puede ser razón suficiente para acercarse un fin de semana a Alicante. Y si la historia no es motivación, sus playas y su sol casi perpetuo convencerán al más escéptico y exigente de los viajeros, ya que encontrará una magnífica ciudad repleta de servicios turísticos y de ocio. Y ganas de fiesta.

La historia de Alicante no es sencilla. Su origen más remoto parece resalir a poblamientos íberos que cohabitaron con colonos griegos de Focea, verdaderos responsables del primer nombre que se dio a este lugar, Akra Leuca (el promontorio blanco), según testifican sus mapas marítimos. Sin embargo los primeros testigos que la arqueología nos ha preservado no hablan de Grecia, sino del Imperio Cartaginés: Anibal Barca eligió el lugar para establecer allí un campamento militar seguramente por su fácil defensa y posición estratégica. Precisamente los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Púnica parecen ser los de la fundación definitiva de la ciudad. El periodo de dominación romana y la época visigoda transcurrieron por Alicante sin grandes historias que contar, acaso tan sólo confirmar la continuidad del poblamiento durante el Imperio Romano, bajo el nombre al latino de Lucentum. En el año 718 la ciudad entraba en la órbita musulmana de Al-Ándalus. Perteneció primero al Califato de Córdoba, y fue gobernada durante los Reinos de Taifas primero desde Denia, y después desde Almería. Durante este periodo islámico tomó la ciudad su actual nombre: “Al-Laqant”, que se ha perpetuado en el tiempo castellanizándolo como “Alicante”, aunque resulta interesantísimo cómo en valenciano el topónimo sigue sin ninguna variación: “Alacant”.  
Monte Benacantil y playa en Alicante
El rey Alfonso X el Sabio reconquistaba la ciudad en 1248 para el Reino de Castilla. Y sin embargo, sólo 48 años después, el Rey Jaime II la volvía a reconquistar, en este caso para la Corona de Aragón. Tras la unificación española, La Edad Moderna no trajo precisamente tranquilidad a los alicantinos. Su comercio y su población creciente la situaron en primer plano dentro de su ámbito de influencia, y quizás por ello fue casi totalmente destruida en 1692 por una escuadra militar francesa, y durante la Guerra de Sucesión fue ocupada alternativamente por austracistas y borbónicos. La Guerra de Independencia también se dejó notar en la ciudad, en este caso en forma de grave crisis económica derivada de los costes de los gastos militares: construcción de murallas y del Castillo de San Fernando. Pero el esfuerzo mereció la pena, porque la ciudad nunca llegó a caer del lado francés. En 1822 Alicante se convertía en capital de su propia provincia, y posteriormente se erigió como uno de los más importantes bastiones republicanos y liberales, entrado ya el siglo XX.

Alicante es hoy una ciudad moderna volcada con el turismo y la industria casi a partes iguales. A su importante cinturón industrial se contraponen los kilómetros de costa y playas mediterráneas, repletos de hoteles y de todo tipo de servicios turísticos. La población de la ciudad asciende a los 315.000 habitantes, sobrepasando los 450.000 si añadimos toda el área metropolitana de influencia. Por estas razones Alicante mira hoy al comercio, a la industria, y sobre todo al turismo, quizás su principal fuente de ingresos.

Llegar a Alicante es extremadamente fácil desde Madrid. Las conexiones diarias existen a través de tren, autobús y avión. El medio más económico, como casi siempre, es el autobús que permite realizar el trayecto en unas cinco o seis horas. Eso sí, cuando se compre el billete de la compañía Alsa, conviene tener muy claro que existen diferentes tipos de autobuses que realizan el mismo trayecto con diferentes niveles de confortabilidad, prestación de servicios y duración de viaje… razón por la cual el billete oscila entre los 55€ el más barato, y los 92€ el más caro (ida y vuelta en ambos casos). La siguiente opción más habitual es el tren. Renfe conecta Madrid y Alicante con siete servicios diarios de trenes Alvia, lo cual implica confort, velocidad –tres horas y media–, y por tanto un precio no excesivamente barato: unos 95€ (ida y vuelta en clase turista). Eso sí, planificando el viaje con tiempo, y comprando los billetes con antelación a través de la propia web de Renfe, podremos ocasionalmente ahorrarnos hasta la mitad del precio. Y por último se puede también realizar el trayecto en avión. En este caso el precio del billete oscilará dependiendo de la época del año (más barato y mayor frecuencia de vuelos en verano), aunque a través de Iberia Express –filial de la compañía nacional que opera vuelos low cost–, se pueden hallar ocasionalmente buenas ofertas.

Playa en Alicante
Una vez en Alicante estaremos listos para conocer la ciudad, su centro histórico, sus playas, sus monumentos y museos, su ambiente festivo… razón por la cual aconsejamos una visita de al menos tres días, dos noches, para quedar satisfechos. El alojamiento en Alicante no será un problema ya que abunda para todos los gustos y bolsillos, como tampoco será inconveniente el transporte público. Si hemos llegado en tren o autobús estaremos ya en el centro de la ciudad y no lo necesitaremos. Y si por el contrario hemos llegado en avión dispondremos de la línea C-6 de autobuses urbanos, que por 2.70€ nos recogerá en la propia terminal aeroportuaria, y nos dejará en el centro urbano alicantino. La cuestión será entonces decidirnos por dónde comenzar la visita. 

Podemos quizás comenzar por la playa. En el término municipal de Alicante nos encontramos con hasta seis playas diferentes, siete si decidimos incluir la de la isla de Tabarca. Evidentemente algunas están directamente en la ciudad, y en cambio otras un poco más alejadas. Quizás la mejor comunicada y más cercana es la Playa del Postiguet que está justo bajo el Castillo de Santa Bárbara, junto al puerto. La calidad de su arena es buena y destaca también por un excelente paseo bordeado de palmeras y repleto de locales de ocio y restauración. Esta playa es uno de los emblemas de la ciudad. Podemos llegar a ella simplemente caminando, o través de las líneas 02, 05, 21 y 22 de Autobús urbano o con la línea L4 de tranvía. Un poquito más al norte se encuentra la Playa de la Albufereta. Mucho más pequeña que la anterior, también tiene una buena calidad de arena y agua limpia. La zona en la que está esta playa es el verdadero lugar de origen de la ciudad de Alicante, y de hecho en los alrededores existen varios yacimientos arqueológicos. Se puede llegar con las líneas 09, 21 y 22 de Autobús urbano, y las líneas L3 y L4 de tranvía. Pero si no nos gustan las aglomeraciones, la playa menos concurrida y también más grande es la Playa de los Saladares, a unos cinco kilómetros al sur de la ciudad, y que en su extremo norte conserva incluso un pequeño sistema de dunas. En este caso el único transporte público posible desde Alicante es la línea 27 de Autobuses urbanos. Cualquiera de las opciones nos servirá para un fantástico día de sol y playa.

Isla de Tabarca
Si vuestra verdadera y única motivación para visitar Alicante es la de disfrutar del sol y el mar o la playa, entonces deberíais reservar un día para visitar la isla de Tabarca. Se trata de la única isla habitada de la Comunidad Valenciana y se encuentra frente a la ciudad de Alicante, cerca del cabo de Santa Pola. La isla tiene una longitud aproximada de casi dos kilómetros y una anchura máxima de 400 metros. Sus costas fueron en el pasado un refugio de piratas. En el siglo XVIII, el rey Carlos III ordenó fortificarla y levantar en ella un pueblo en el que alojar a varias familias de pescadores de Génova que estaban cautivos en la ciudad tunecina de Tabarka, de la que curiosamente acabaría tomando el nombre. Las murallas que rodean su núcleo urbano todavía se conservan en la actualidad, y han sido declaradas Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Del mismo modo, la excelente calidad de sus aguas costeras y la biodiversidad de su flora y fauna han propiciado la declaración de Reserva Marina del Mediterráneo. Además de poder disfrutar de su playa, una visita por la pequeña población de la isla nos hará disfrutar de una excelente jornada. El acceso a la isla se puede realizar con la empresa de Cruceros Kontiki desde el puerto deportivo de Alicante, en un trayecto que durará aproximadamente una hora.


Pero si preferís una visita que además de buscar un buen baño en el Mediterráneo os aporte algo de turismo cultural, seguís estando en la ciudad perfecta. Alicante cuenta con numerosos monumentos entre los que brilla con luz propia su Castillo de Santa Bárbara, o su Concatedral de San Nicolás de Bari. Y si queremos visitar algún museo la ciudad cuenta con hasta nueve diferentes, aunque quizás el que suele mostrar las exposiciones más espectaculares es el Museo Arqueológico provincial. Vayamos por partes.

El puerto desde el Castillo de Santa Bárbara
El Castillo de Santa Bárbara está ubicado en la parte más elevada del monte Benacantil, en plena ciudad, y a 166 metros de altitud sobre bahía de Alicante. Posee tres recintos a diferentes alturas construidos en tres épocas diferentes. El recinto más alto, conocido popularmente como La Torreta, es donde se encuentra la Torre del Homenaje y donde se hallan los restos más antiguos de la fortaleza, en su mayoría del siglo XIV. Un segundo recinto intermedio tiene las dependencias más importantes visitables –Salón de Felipe II, Cuerpo de guardia, Patio de Armas y el llamado Baluarte de la Reina–, que fueron construidas a lo largo del siglo XVI. El tercer recinto, el más inferior de todos, pertenece ya a construcciones del siglo XVIII y en él se ubica el denominado Revellín del Bon Repós. El acceso al castillo es gratuito si se asciende la montaña caminando, aunque también se puede hacer a través de un ascensor excavado en la roca frente a la playa del Postiguet. La pendiente es considerable, así como también la longitud, razón por la cual aconsejamos desde aquí la subida en el ascensor, aún cuando haya que pagar 2.40€. Merecerá la pena por el gran esfuerzo y tiempo que ahorraremos. En el castillo, además de poder disfrutar de la propia construcción militar, se muestran diversas exposiciones temporales, y desde la parte más elevada del conjunto se tienen las mejores vistas de toda la bahía de Alicante y de la propia ciudad. 

Otra posible visita interesante por la ciudad alicantina es la de su Concatedral de San Nicolás de Bari. La iglesia fue construida en el mismo lugar en el que existió la vieja Mezquita menor de la ciudad musulmana. La actual iglesia es en realidad una ampliación de la primera que se edificó y que fue modificada durante el siglo XVII en un estilo que a decir verdad no es ni renacentista ni barroco, sino mezcla de ambos, lo cual la hace atractivamente diferente a cualquier iglesia española de estas características o de este periodo histórico y justifica su visita. Su interior es de una sorprendente simpleza monumental que sólo hace aumentar su gran impacto estético. Merece también la pena una visita a su interior para poder disfrutar de la espectacular belleza de su Capilla de la Comunión, verdadera joya plenamente barroca del edificio, y que pone el contrapunto al resto del edificio. Como dato meramente curioso añadiré que la advocación a San Nicolás de Bari, patrón de la ciudad de Alicante, responde al hecho de que la ciudad fue entregada por los musulmanes a los cristianos el día 6 de Diciembre de 1244, festividad de San Nicolás. Este hecho es normal y habitual en muchos otros lugares. Pero lo que realmente hace diferente la advocación de San Nicolás de Bari es el hecho poco conocido de que cuando hablamos de este santo nos estamos refiriendo al verdadero Santa Klaus o Papá Noel. No es esta entrada de blog el lugar adecuado para ponernos a explicar todo el proceso, cosa que quizás haremos para una futura entrada en época navideña. Baste sólo anticipar que San Nicolás fue obispo de la ciudad turca de Myra (siglo IV d.C.) y que en la actualidad sus restos mortales descansan en la ciudad italiana de Bari a donde fueron llevados por unos mercaderes en el siglo XI. Al margen de sus famosos y variados milagros reconocidos por la Iglesia Católica, el santo se hizo popular entre el común de los cristianos por gastar gran parte de su vida y fortuna en favorecer y facilitar la vida de niños huérfanos, tras haber él mismo perdido a su esposa e hijos, antes de iniciar su vida religiosa. Por esta razón se asoció con el paso de los siglos a su figura la del valedor de las ilusiones y portador de regalos, y que sólo en el siglo XX a través de una rocambolesca historia en la que son actores principales inmigrantes alemanes y holandeses, unos grandes almacenes neoyorkinos y la famosa marca Coca-cola, se acabó identificando con el personaje orondo, barbudo y de ropajes rojos que hoy todos conocemos.

Concatedral de San Nicolás de Bari
Una visita casi obligatoria en el ámbito cultural ha de ser la del Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Sin lugar a dudas es el organismo cultural que mayor mimo, interés y dedicación pone a la vida cultural alicantina, y eso se demuestra no sólo en sus magníficas instalaciones, sino aún en la esmeradísima selección de sus exposiciones temporales, que a menudo están entre las más destacadas de toda España. El museo está ubicado en la Plaza del Doctor Gómez Ulla, en la zona de crecimiento de la ciudad, a las espaldas del monte Benacantil. Se puede llegar a él con las líneas 2, 6, 9, 20 y 23 de Autobuses urbanos. Desde el museo se gestionan varios yacimientos arqueológicos en los alrededores de la ciudad, razón evidente por la cual sus fondos contienen gran cantidad de restos prehistóricos, íberos, romanos y de la edad media, todos de gran calidad y variedad, y que son los capítulos en los que se articulan sus salas de la exposición permanente. Ello de por sí ya justifica una visita, pero insisto en la idea de que la mejor parte del museo suelen ser las exposiciones temporales. La información sobre éstas la encontraremos puntual y detalladamente en su página web. En la actualidad, y hasta Octubre de 2012 destaca la exposición “El tesoro de los bárbaros”, un asombroso conjunto de piezas de orfebrería y metal de época romana hallado en la localidad alemana de Neupotz, presente por primera vez en España bajo la colaboración del Museo Histórico del Palatinado de Espira (Alemania).

Si por el contrario la arqueología no es vuestro fuerte, pero sí queréis disfrutar del arte, Alicante os ofrece otros dos interesantes museos de acuerdo a vuestros gustos: el Museo de Bellas Artes Gravina, ubicado en el Palacio de Gravina, edificio del siglo XVIII que perteneció al conde de Lumiares y que fue sede del Archivo Provincial. Contiene obras de arte alicantino del periodo comprendido entre la Edad Media y las primeras décadas del s. XX. O si lo preferís, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, ubicado en el edificio civil más antiguo que se conserva en la ciudad: de 1685. Inicialmente fue concebido como un almacén de cereales. Sus salas acogen hoy una importante colección de arte del siglo XX, formada principalmente por obras donadas por Eusebio Sempere. Incluye obras de Chillida, Picasso, Dalí y Miró entre otros artistas de primer orden. 

La última propuesta para visitar Alicante que desde este blog hacemos, es la de animaros a conocer el interesante centro histórico de la ciudad. La ciudad estuvo amurallada desde las épocas más remotas, principalmente por miedo a los ataques marítimos. Sin embargo, tras la conquista del periodo musulmán, estas murallas se construirán pensando ya más en ataques terrestres que marítimos, hecho que se repetirá posteriormente durante el dominio cristiano. Pues las citadas murallas estuvieron presentes en la vida de Alicante hasta el año 1858, momento en el que la reina Isabel II visitó la ciudad para inaugurar la línea de ferrocarril que finalizaba en Madrid. Se aprovechó aquella visita para solicitar a la monarca el derribo de estos muros, y por fin de este modo la ciudad comenzó a crecer sin ataduras. En otras palabras, la historia de algo más de 2500 años se concentra en un pequeño espacio que es en la actualidad el centro urbano de la ciudad. No es por tanto necesario explicar que el espacio urbano fue aprovechado al máximo, y que por tanto las calles son pequeñas y estrechas, y están completamente repletas de viejos edificios, palacios e iglesias. Un paseo por sus calles puede ser gratificador. Destaca el Barrio de Santa Cruz, situado en la zona más cercana al monte Benacantil y por lo tanto más elevada. Es quizás el barrio más típico de la ciudad. Junto a él también se puede destacar la Calle Labradores, lugar importante ya desde antiguo, en tanto que a pesar de su nombre, en origen fue la principal calle medieval, en la que vivieron las más importantes familias de la ciudad.

Hogueras de San Juan en la playa de Alicante
En el capítulo de festividades especiales, Alicante también ocupa un lugar destacado en el panorama nacional, con dos fiestas especialmente famosas: las hogueras de San Juan, y las festividades de Moros y Cristianos. Las primeras son las principales fiestas de la ciudad, y han sido declaradas de Interés Turístico Internacional. No hará falta decir, que por esta razón, si vuestro viaje va a coincidir en el tiempo con esta tradición (20-24 de Junio), es más que necesario reservar y planear la visita con tiempo suficiente ya que la ciudad se ve literalmente invadida de turistas y foráneos. La fiesta tiene un origen completamente pagano, fundamentado en el cambio de vida y de ciclo relacionado con el solsticio de verano. Por esta razón, un gran número de viejos objetos, inservibles, se queman en la propia noche del solsticio, la noche del 21 de Junio. Esa es la tradición, y así se hace desde los tiempos más remotos, en hogueras repartidas por toda la ciudad e incluso sus playas. Sin embargo, el paso del tiempo ha traído la modernización de la fiesta, que ahora también incluye la quema de numerosos monumentos construidos en cartón-piedra, específicamente para quemar durante la noche del 24 de junio en una espectacular cremà, que en algunos aspectos nos puede recordar la festividad de las fallas en Valencia, si bien poco tienen que ver una fiesta con otra, y menos aún en sus diferentes orígenes. Durante las celebraciones se incluyen otros actos como las mascletàs que son verdaderos concursos de pirotecnia y elementos explosivos. Por otro lado están las fiestas de Moros y Cristianos. De gran popularidad no sólo en la ciudad de Alicante, sino también en muchas otras poblaciones de la provincia, se trata de espectaculares escenificaciones carnavalescas de la reconquista cristiana de la ciudad durante la Edad Media. Durante los actos, gran parte de la población participa disfrazándose bien de cristiano, bien de musulmán, y a través de actos organizados se recrean las batallas y luchas por el dominio de la ciudad.

Turrón de Jijona
No podremos dejar la ciudad sin probar otro de sus grandes atractivos como es su gastronomía. La cocina alicantina es típicamente mediterránea. La historia de Alicante, su situación geográfica, su clima y la fertilidad de sus tierras han ido dotándola de una enorme riqueza y variedad, que se ha moldeado y adecuado con el paso de los siglos. El arroz es quizás el principal protagonista con una gran diversidad de recetas, algo común por otro lado en toda la Comunidad Valenciana. En Alicante el arroz se combina diferentes ingredientes como la verdura, la carne o el pescado. Destacan como recetas tradicionales el arroz a la alicantina, el caldero (plato típico de la isla de Tabarca), o la popular olleta. El otro elemento estrella de la cocina alicantina, como no podía ser de otra manera, es el pescado. El mar Mediterráneo siempre ha surtido a la ciudad de gran cantidad y variedad de pescados y mariscos, entre los que destacan por consumo tradicional las gambas rojas alicantinas, los langostinos y los salmonetes. Sin embargo quizás el elemento más destacado puede ser la tradición de salazones como la mojama, la tonyina de sorra o el popularísimo esmorzaret alacantí a base de sardina salada, huevo frito y ñora. Y de postre rollitos de anís, o por supuesto, turrón de Alicante o de Jijona, que también se puede consumir como helado.


Cualquier época del año es estupenda para visitar Alicante. Su temperatura es agradable incluso en invierno con mínimas que en pocas ocasiones se sitúan por debajo de 10º, y en verano las máximas rara vez superan los 30º. Evidentemente es clima puro Mediterráneo, y el propio mar hace de suave elemento compensador entre las temperaturas máximas y mínimas a lo largo del año. También por ello el mayor problema puede ser la humedad relativa del ambiente, siempre muy alta, y que pueden acrecentar las sensaciones de frío o calor. El sol está casi asegurado en cualquier momento del año, en tanto que la media histórica de días de lluvia a lo largo del año se reduce a 37 jornadas. Eso sí, conviene saber que como en toda la costa levantina, existe el impredecible fenómeno de la gota fría que acumula gran cantidad de precipitaciones en muy pocas horas, en otoño o en primavera. Pero este hecho es muy poco común, y basta con visualizar las previsiones de alertas de la Agencia estatal de Meteorología antes de realizar un viaje. Dependiendo de lo “caluroso” de cada año en particular, el baño en una playa alicantina puede ser factible entre los meses de Mayo y Octubre.


Video promocional de Alicante



I.Y.P.

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